Brasil
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Menos desigualdad
vía salario mínimo |
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La
Investigación Nacional por Muestreo de Domicilios, del
Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE),
referente a 2004 y divulgada la semana pasada, resaltó el
peso del salario mínimo en la reducción de la desigualdad
social. El año pasado, Brasil tuvo su mejor perfil en 23
años, en lo relacionado a la distribución de la renta. Los
ricos no se volvieron menos ricos. La renta de los más
pobres es la que creció. Eso se debe, sobre todo, al aumento
del salario mínimo, de R$ 260 a R$ 300, sumado al control de
la inflación.
De 1996 a 2004, la renta media del 10% de los más ricos cayó
en un 22,7%. Entre un 50% de los trabajadores más pobres, la
renta tuvo una caída del 4,31%. O sea, los dos extremos
perdieron. Y la distribución de la renta mejoró, ya que los
más pobres perdieron menos que los más ricos.
Brasil continúa siendo una nación injusta y figura entre las
más desiguales del mundo. Somos 182 millones de habitantes.
El 10% de los más ricos acaparan más del 44% de la riqueza
nacional. Y el 10% de los más pobres sobreviven dividiendo
entre sí un 0,7% de la riqueza nacional. Pero, lo poco que
el gobierno Lula hace en dirección de los sectores más
pobres ya es suficiente para cambiar el perfil social del
país: fortalecimiento de la agricultura familiar (PRONAF);
microcrédito; distribución de la renta vía Bolsa Familia;
Hambre Cero; aumento del empleo formal, etc. Lo que
demuestra que gobiernos anteriores hicieron mucho menos.
El gobierno Lula podría hacer más, mucho más. Es un coche
cuyo conductor pisa en el acelerador de las políticas
sociales y, sin embargo, el equipo económico mantiene
levantado el freno de mano... Si los intereses fueran más
bajos y menor la gula del superávit primario (de hecho,
superior al 5% del PIB), Brasil tendría más recursos para
evitar tantas muertes por accidentes en carreteras que
exigen inversiones; mejorar la atención en los hospitales
públicos y asegurar tratamientos de calidad a quienes
dependen del Sistema Único de Salud (SUS); y erradicar el
analfabetismo de 14,7 millones de personas mayores de 15
años.
Entre 2003 y 2004, un 50% de los trabajadores más pobres
consiguieron un aumento del 3,2% en sus salarios. Tuvieron
una media de ingresos por el valor de R$ 733. Desde 1997, es
la primera vez que no hubo caída. Los ricos (los que tienen
renta mensual superior a R$ 3.266) tuvieron una pérdida del
0,6% en sus ingresos. Quién más perdió fue la clase media.
Si en el 2004 ingresaron al mercado de trabajo 2,7 millones
más personas, reduciendo la tasa de desempleo a un 9%, la
gran mayoría pasó a recibir menos de 3 salarios mínimos. Se
redujeron los puestos de trabajo más remunerados. De cada
100 brasileños en edad activa, 56 trabajaban en el 2004.
Eso, gracias al crecimiento del PIB en un 4,9% el año
pasado.
Según el IBGE, Brasil continúa siendo el país de los
contrastes. El número de casas con acceso a la Internet
creció en un 11%, operan 80 millones de teléfonos móviles,
pero un 31,1% de las viviendas no disponían, el año pasado,
de alcantarillado sanitario. Entre 2003 y 2004 aumentó en
sólo un 3,5% el total de domicilios servidos por la red de
alcantarillado o pozos sépticos, que favorecen a un 69,6% de
las viviendas. Se redujo la inversión en ese sector.
En el 90,9% de los domicilios hay TV, superando el número de
radios que se encuentran en un 88,1% de las viviendas. Si
las radios y canales de TV son concesiones públicas, ¿por
qué no extenderlas a los movimientos populares y sindicatos,
ONGs y entidades de servicio público, escuelas e
instituciones culturales? Con certeza el telespectador se
beneficiaría con mucho más calidad. Y la tarde de domingo no
sería tan aburrida.
La investigación reveló también que mientras menos estudios,
menos oportunidad de trabajo. Las mujeres tienen más
escolaridad que los hombres y, sin embargo, ganan menos que
ellos. Hubo la universalización de la enseñanza básica. Sólo
un 2,8% de los brasileños de 7 a 14 años está fuera de la
escuela. Sin embargo, la deserción escolar es alta, si
consideramos que un 8,9% de los niños y jóvenes entre 5 y 17
años están fuera del aula. La frecuencia escolar disminuye a
medida que la edad aumenta.
El número de ancianos sobrepasó al de los niños: hay 120,1
brasileños con más de 60 años para cada 100 con menos de 5
años. El índice de natalidad es de 2,1 hijos por mujer,
considerado razonable. Sin embargo, mientras menos
escolaridad, más hijos. Mientras más estudios, menos hijos.
Y crece el embarazo precoz en las capas más pobres. De ahí
la importancia de las campañas de planificación familiar.
Para que el gobierno mejore los índices sociales y
económicos de la nación en 2006, el camino está señalado: el
monto del salario mínimo. Con un ex-presidente de la CUT en
el Ministerio del Trabajo y un ex-dirigente metalúrgico en
la Presidencia de la República, se espera que éste merezca
un aumento significativo.
Frei Betto *
Agencia Latinoamericana de Informacion - ALAI
(Traducción ALAI)
7 de diciembre de 2005
* Es escritor, autor de
"Típicos Tipos - perfiles literarios"
(La Jirafa),
Premio Jabuti 2005, entre otros libros.
Foto:
www.odd.ucr.ac.cr
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