No te comas

el mundo

Resulta fácil encontrar salmón en cualquier supermercado. Llega hasta nosotros desde Chile, donde lo producen de forma masiva. Allí se produce, en el Sur, y lo consumimos en el Norte. Lo mismo ocurre con la soja de Argentina, las flores colombianas o el azúcar de los países de Latinoamérica.


Estos cuatro productos serán controlados al detalle por los creadores del proyecto “No te comas el Mundo”. Se trata de una propuesta de las ONG´s Veterinarios Sin Fronteras, la Red de Consumo solidario, Acción Ecologista y el Observatorio de la Deuda. Su finalidad es dar a conocer las consecuencias que el consumo de los países del Norte tiene sobre las sociedades y el medio ambiente de los países del Sur.

Para concienciar a los consumidores, esta campaña hará un seguimiento de cuatro casos reales, desde su producción a gran escala en el Sur hasta que llegan a los países del Norte. El seguimiento incluye los lugares de producción, las condiciones de los trabajadores, la influencia de las multinacionales en estos países y las consecuencias de este comercio. Tanto para las personas como para el Medio ambiente.

La producción para grandes mercados implica, en el Sur, la explotación laboral de muchas personas que se ven obligadas a ceder ante las multinacionales. Y no sólo en cuestión de trabajo. Muchos han visto cómo estas empresas se han apropiado de las tierras más fértiles. La primera consecuencia es la migración forzosa: sin tierra que cultivar, pierden su medio de vida. Después viene el empobrecimiento de las poblaciones y la destrucción de los ecosistemas.

La campaña “No te comas el mundo” pretende asociar “las consecuencias sociales y ambientales de estos productos en el Sur con nuestra vida diaria y hábitos de consumo” en el Norte. Así lo afirma Ferrán García, coordinador de este proyecto, quien añade que “estamos adquiriendo una deuda ecológica con estos países”.

El concepto de deuda ecológica hace referencia al intercambio desigual entre Norte y Sur. La deuda consiste en que el modelo de producción que los países del Norte imponen a los del Sur, tiene en éstos últimos consecuencias nefastas para el medio ambiente.

Éste es el caso de Chile. La producción masiva de salmón está provocando la degradación de lagos o áreas costeras y las comunidades de pescadores tradicionales han tenido que desplazarse. Sin embargo, los beneficios por la venta o exportación del salmón no se quedan en Chile.  Los trabajadores, los chilenos, apenas llegan a beneficiarse de este negocio.

Una de las propuestas de la campaña “No te comas el Mundo” es que el consumidor sea más crítico con lo que compra. Si los consumidores, en el Norte, exigimos información sobre el origen de los productos y cómo han llegado hasta el mercado, estaremos dando el primer paso hacia la igualdad.

En la actualidad puede que los sistemas de producción o las leyes del mercado sean iguales en el Norte y en el Sur. El crecimiento de los países más avanzados así lo impuesto. Pero los consumidores no somos iguales. Los trabajadores, tampoco. La igualdad también debe comenzar por condiciones de trabajo dignas, seguras, y que no perjudiquen al entorno ambiental.

En condiciones de igualdad ante el mercado, los países del Sur tendrían la oportunidad de comercializar los productos de sus propias empresas. De esta forma no verían cómo las multinacionales se llevan sus recursos hasta el Norte. Dispondrían también de todos esos recursos para su beneficio, tanto si exportan su producción como si no. Pero el destino de esa producción se elegiría en el Sur.

La campaña “No te comas el Mundo” quiere demostrar que el primer paso en esta lucha también es responsabilidad de los consumidores. Quizás cuando termine, dentro de dos años, estemos más cerca del momento en el que las tiendas del Norte no ofrezcan productos que el Sur puede comercializar pero no comprar.


Cristina Fernández Pereda

Centro de Colaboraciones Solidarias

12 de abril de 2005

 

 

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