El subcontinente se consolida como destino refugio del turismo internacional en un mundo en turbulencias

A finales de mayo el Gobierno de Nicaragua lanzó una alerta de seguridad ante la posible presencia de dos terroristas de Al Qaeda en aquel país. No era la primera vez que se difundían sospechas fundadas de que la organización de Ossama Bin Laden estaba presente al sur del río Bravo. En aquellos mismos días se especulaba con la posibilidad de que una célula islamista preparara un atentado en algún país de América Latina. Ninguna de las dos hipótesis se cumplió, y lo cierto es que la región es hoy una de las pocas áreas del mundo que no se han visto afectada por el terrorismo islamista en la última década. Como tampoco se ha visto sacudida por otros desastres que causen gran impacto mundial y que espanten a los posibles visitantes, véase el devastador tsunami del Sudeste Asiático o la más persistente gripe asiática.

Unos pocos días después de la alerta nicaragüense, tenía lugar en Santiago de Chile la reunión ordinaria anual del capítulo americano de la Organización Mundial del Turismo (OMT), en la que participaron los ministros y responsables de turismo del continente, incluido Canadá, pero sin Estados Unidos, que no forma parte de esta organización. En el encuentro, presidido por el secretario general de la organización, Francesco Frangialli, se certificó que Latinoamérica se había consolidado como destino refugio mundial.

Todo empezó tras la crisis provocada por los atentados del 11-S del 2001. Sólo unas semanas después, México, Cuba, República Dominicana y otros países del Caribe empezaron a ser etiquetados como destinos "seguros" para europeos y estadounidenses. A ello cabe añadir, según informes de la OMT publicados después de los magníficos resultados del 2004, otras razones que explican el creciente interés por países sudamericanos como Argentina, Chile o Brasil. De una parte, se reafirma la pérdida del miedo de los estadounidenses -durante años ausentes del subcontinente- a viajar, sobre todo a México. De otra, se confirma la apuesta de los europeos -en plena euforia viajera por el euro fuerte- por viajar a estos destinos.

En paralelo, la recuperación de las economías sudamericanas -a la cabeza, Brasil, Argentina y Chile- está propiciando el auge de un turismo interregional sin precedentes, fomentado muchas veces por la apertura de vuelos regulares y no regulares a precios muy competitivos. Frangialli ha manifestado a La Vanguardia que este fenómeno es el más destacable. "Los buenos resultados son la consecuencia de la creciente fuerza de los intercambios entre las diversas economías en viajes de todo tipo y, en particular, de los viajes de negocios". El máximo responsable de la OMT también aboga por el desarrollo sostenible para canalizar el crecimiento turístico en la región. "Existen numerosas zonas vírgenes en cada país, hay que fomentar los planes de gestión sostenida de esos parajes".

Pero lo que puede consolidar esta tendencia creciente en los próximos años es la normalización de las economías asiáticas y en particular la china. La llegada de turistas chinos es el maná por el que suspiran ya -y compiten duramente entre ellas- las administraciones latinoamericanas.

Sin duda, el país que se ha marcado unas metas más altas es Brasil, cuyo presidente, Luiz Inácio Lula da Silva, apostó por el turismo nada más acceder al cargo con la creación de un ministerio propio y la consecución de cinco objetivos prioritarios:

- alcanzar la cifra de nueve millones de turistas extranjeros en el 2007;

- que esos visitantes lleguen a generar 8.000 millones de dólares;

- lograr 65 millones de pasajeros en vuelos domésticos;

- que cada uno de los estados brasileños desarrolle al menos tres nuevos productos  turísticos de calidad internacional,

- la creación de 1,2 millones de empleos nuevos en el sector.

El viceministro de Turismo de Brasil, Márcio Favilla, afirma que los objetivos se están cumpliendo y que este campo es "una de las diez acciones prioritarias" de su Gobierno. El año pasado visitaron el país amazónico 4,7 millones de extranjeros -un 16% más que en el 2003- y las divisas por este concepto crecieron un 30%. "Por segundo año consecutivo, en el 2004 el número de turistas europeos fue mayor que el de sudamericanos, lo cual es una novedad para nosotros", destaca Favilla. La reciente visita a Brasil del presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, que viajó acompañado de empresarios, evidenció el interés de numerosos grupos turísticos españoles por invertir en ese país. Algunas de esas inversiones ya son una realidad. Favilla destaca especialmente la llegada de Iberostar, que hace unas semanas estrenó en Manaos un barco que recorre el río Amazonas, y que está construyendo un resort en el estado de Bahia, que supone actualmente la mayor inversión hotelera en Brasil, según el viceministro.

Durante la visita de Zapatero, se firmó un acuerdo por el cual Turespaña transfiere tecnología a Brasil para crear un portal turístico en internet.

Sin embargo, ésta no es la única acción del Gobierno español para fomentar el turismo en Latinoamérica, como deja claro Andrés Contreras, subdirector general de Cooperación y Coordinación Turística de la Secretaría General de Turismo, que participó en la reunión de Santiago como observador. Los próximos días 6 y 7 de septiembre, la ciudad de Zamora acogerá la Cumbre Iberoamericana de ministros de Turismo. España, a través de la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI), está impulsando la creación de una red iberoamericana de expertos en turismo, especialmente en las áreas estadística, de calidad turística y de promoción. "Queremos que el turismo sea uno de los instrumentos de desarrollo para esta zona geográfica", dice Contreras. Si se tiene en cuenta que el mercado emisor español es uno de los más orientados a América Latina, Contreras añade que se pretende que "lo que gastan estos países en promoción no se convierta en gasto, sino en una inversión".

Roberto Mur 

La Vanguardia

8 de junio de 2005

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