Nuestros países siempre han sido pobres. Pero la discusión
no giraba alrededor de la pobreza sino en cómo salir de ella
creando nuevos empleos con salarios dignos. Sin embargo,
desde mediados de la década del 80, la reducción o el alivio
de la pobreza está en el centro del debate, a partir de la
importancia que les ha dado el Banco Mundial a las políticas
de compensación social y a los organismos creados para ese
objetivo.
Pero los programas sociales para reducir la pobreza, desde
el Estado, no pueden, en verdad, reducirla de manera
definitiva, pues esto solo se realizará cuando los actuales
pobres, repitámoslo, puedan tener empleo y salarios dignos.
Mientras eso sucede, los programas sociales son
indispensables pues los pobres tienen necesidades básicas
insoslayables que no pueden esperar.
Por eso, no son ciertas las afirmaciones que dicen: "no
sirven los programas sociales, ya que se han gastado varias
centenas de millones de dólares y la pobreza no ha
disminuido". Lo que se debería decir es: "estamos
compensando a los pobres mientras surte efecto la política
económica, de manera que el pobre pase a la condición de
asalariado o pequeño productor y pueda vivir de su trabajo".
Por eso, preocupan las recientes estadísticas del INEI: en
Lima hay ahora 112.000 empleos menos que antes, a pesar del
crecimiento económico. Lo mismo con las estadísticas del
Ministerio de Trabajo sobre el crecimiento del empleo
(Encuesta Nacional de Variación Mensual del Empleo en
empresas de 10 y más trabajadores).
Allí se ve que el empleo formal crece siempre menos que el
Valor Agregado Bruto no primario (VABNP, dato muy cercano al
PIB, pero que refleja mejor al empleo formal). Cuando este
dato se expresa como la elasticidad empleo formal/VABNP,
vemos que, en el 2004, el VABNP crece 5,6%, pero el empleo
solo en 2,7%, lo que nos da una elasticidad de 0,48: por
cada 1% que crece el VABNP, el empleo solo crece la mitad.
Pero los peruanos que entran a la PEA crecen 3% anual. Lo
que significa que, solo para que no se deteriore la pésima
situación actual, la tasa de crecimiento del VABNP debiera
ser de 6%, para que absorba ese 3%. Por tanto, no solo
necesitamos crecer más, sino mejor. Deben crecer más los
sectores que proporcionan empleo. Si solo crecen los
sectores primarios, que no dan muchos empleos, entonces
crecerá el PIB y el VABNP, pero esto se reflejará débilmente
en la creación de empleos, como es ahora el caso.
Lo que no va bien es el impacto de la actual política
económica sobre el empleo: se basa en que, en algún momento,
habrá "chorreo". No funciona. La política de libre mercado,
por definición en países como el nuestro, excluye al 50% de
la población y la mantiene en pobreza. Por lo que hay que
"compensarla". De nunca acabar.
Lo que significa que, respetando los equilibrios
macroeconómicos actuales, hay que tener políticas
sectoriales (política agraria, industria, turismo, hay un
relativo éxito en la política sectorial en vivienda). De
otra manera, seguiremos regalando pescado, bajo las
diferentes formas que adopta la política de "compensación de
la pobreza".