España
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Las universidades contra el hambre y la pobreza |
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La cooperación al desarrollo es más urgente que nunca, y la
Universidad tiene que jugar un papel crucial. Debe poner sus
conocimientos al servicio de la lucha contra el hambre y la
pobreza.
Hace
cuarenta años estudié economía en la Universidad
Complutense. Durante los estudios de licenciatura comencé a
tomar conciencia sobre los problemas del subdesarrollo, la
pobreza, el hambre y las grandes desigualdades existentes
entre países. Esta toma de conciencia no se quedó en un
nivel de descripción, sino que traté de hacerme preguntas de
por qué esto era así. Todo ello me condujo a leer a
diferentes autores que trataban los problemas del desarrollo
y el subdesarrollo. Cuando me incorporé a la docencia, y ya
como economista, los temas relativos a las cuestiones
mencionadas se convirtieron en el objeto preferente de mis
estudios e investigaciones.
Desde
entonces se han producido muchos cambios en la economía
mundial; sin embargo, la pobreza, el hambre y la desigualdad
siguen estando ahí en el mundo actual. La persistencia de
estos graves problemas provoca una sensación de fracaso de
la economía del desarrollo, de las acciones internacionales
llevadas a cabo para erradicar la pobreza y el hambre. Es
cierto que en esos cambios que se han dado en estos cuarenta
años, un conjunto de países han salido del subdesarrollo y
han atenuado la pobreza dentro de sus fronteras. Estos
países han tenido un proceso rápido de crecimiento
industrial y han conseguido competir en el mercado mundial
con cierto éxito. Los nuevos países industriales se
concentran en su mayor parte en Asia.
En África,
sin embargo, la tragedia de la pobreza y el hambre han
aumentado, así como en América Latina, que ha sufrido
avances y retrocesos, y en Asia, en la que aún quedan
grandes bolsas de pobreza a pesar del éxito de un grupo de
países. Se han añadido, además, a la legión de pobres muchos
habitantes de los países del Este de Europa, una vez que se
derrumbó el sistema de socialismo.
Las
políticas de ajuste puestas en marcha en la década de los
ochenta agravó la situación de bastantes países menos
desarrollados. La creciente globalización deja a merced del
mercado a los países más vulnerables. La tragedia que afecta
a tantos habitantes de la población mundial ha venido
acompañada de un aumento de la conciencia a escala
planetaria y, así, se han incrementado el número de las
Organizaciones No Gubernamentales (ONG) y se producen
manifestaciones por todo el mundo contra las políticas de
ajuste y neoliberales puestas en marcha por el Fondo
Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y la
Organización Mundial de Comercio (OM), al tiempo que se
lanzan planes para acabar con la pobreza y el hambre.
En este
contexto, la cooperación al desarrollo es más urgente que
nunca, sobre todo en un mundo en el que se destinan muchos
más fondos para los gastos de guerra que a la ayuda al
desarrollo. La Universidad tiene que jugar un papel crucial,
no sólo llevando acciones de cooperación, sino poniendo sus
conocimientos al servicio de la lucha contra el hambre y la
pobreza.
Todo lo que
se haga es poco, pero necesario, no sólo para crear
conciencia, sino para actuar. Ahora bien, tenemos que ser
conscientes de que las acciones a llevar a cabo no deben
estar sólo basadas en conseguir más recursos económicos y
financieros, lo que sin duda es importante, pero no
suficiente, sino en realizar otras políticas económicas
desde los organismos internacionales, regular la
globalización, aplicar medidas compensatorias para paliar
los efectos negativos del mercado y, lo que es fundamental,
reformar las estructuras internacionales, basadas en el
poder de los ricos, y las estructuras internas de los
propios países subdesarrollados, que se sustentan en muchas
ocasiones en graves desigualdades.
Carlos Berzosa
CCS España
12 de
mayo de 2006
* Rector de la Universidad
Complutense de Madrid
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