Si se pusiera
fin a la discriminación de género se conseguirían mejorar las condiciones de
vida de las mujeres y de la infancia. Esto, a su vez, tendría efectos
positivos en la situación y el desarrollo d e las comunidades donde viven
“Si las
mujeres no reciben educación, no gozan de buen estado de salud y no gozan de
autonomía, quienes sufren son los niños”, denuncia
Unicef en el informe sobre
el Estado Mundial de la Infancia 2007. Este año, este organismo ha
querido analizar la situación de las mujeres en todo el mundo. El informe
llega a la conclusión de que si se pusiera fin a la discriminación basada en
el género se obtendría un “doble dividendo”:
mejorar las condiciones de vida de las
mujeres y de la infancia. Esto, a su vez, tendría efectos
positivos en la situación y el desarrollo de las sociedades de todo el
mundo.
Estudios realizados por
Naciones Unidas revelan que si a las mujeres se les ofrece el mismo apoyo que a los hombres en la
agricultura, éstas incrementan un 20% el rendimiento de la tierra de cultivo.
Así, las desigualdades de género llevan consigo un alto coste no sólo social
sino también económico. Estudios
realizados en Latinoamérica ponen de manifiesto que si se eliminasen las
desigualdades en el mercado laboral, el Producto Interior Bruto (PIB) de
esta región aumentaría en más de un 5 por ciento.
Unicef denuncia que las
mujeres siguen estando por detrás de los hombres en lo que se refiere a
obtener ingresos, propiedades y bienes. Naciones Unidas avala esta denuncia
con cifras: la mujer trabaja más,
pero sólo posee un 1% de la riqueza de la tierra. Además, el
trabajo femenino es remunerado entre
un 30 y un 50% por debajo que el trabajo de un hombre.
La falta de autonomía de
la mujer, según revela el estudio de
Unicef, provoca graves
problemas para la infancia. Si las mujeres tuviesen la misma influencia que
los hombres en la toma de decisiones, habría 13 millones menos de niños
desnutridos en Asia y cerca de dos millones de niños estarían mejor
alimentados en África subsahariana. También mejorarían la salud familiar,
disminuirían las tasas de mortalidad infantil y aumentaría el número de
niños escolarizados, sobre todo de niñas.
En la actualidad, 65 millones de niñas y 56
millones de niños no van a la escuela.
La educación es uno de
los aspectos fundamentales para reducir la desigualdad de género. Una mujer
formada, conoce sus derechos, y puede exigirlos. Una niña que consigue
acabar sus estudios primarios, tendrá una vida mejor, pero también su
familia y su comunidad se beneficiará de ello: tendrá menos hijos, mejorará
la alimentación y la higiene familiar, controlará mejor las enfermedades y
buscará la forma de que sus hijos tengan una vida mejor. Así, la familia y
la comunidad entran en un “círculo virtuoso”: reducen los índices de
mortalidad y aumentan los índices de desarrollo humano.
Sin embargo, la igualdad
de género no puede quedarse en el mero ámbito familiar y laboral, tiene que
haber una repercusión social y de participación de la mujer en la cosa
pública. Las mujeres ocupan sólo el 17 por ciento de los escaños
parlamentarios en el mundo y el 6 por ciento de las Jefaturas de Estado. No
se trata de realizar políticas de paridad o discriminación positiva, sino de
reflejar la realidad y ejercer el derecho de todos los seres humanos a
participar en la vida pública.
En el informe se
sugieren siete medidas de importancia decisiva para reducir las
desigualdades de género: eliminar las cuotas escolares e invertir en la
educación de las niñas; invertir fondos públicos en favor de la igualdad
entre los géneros; aprobar leyes que concedan una igualdad de oportunidades
a las mujeres y que prevengan o den respuesta a la violencia doméstica, así
como a la violencia de género en los conflictos armados; favorecer la
participación de las mujeres en la política; incluir a las organizaciones y
asociaciones de mujeres desde las fases iniciales de los procesos de
desarrollo de políticas; incluir a los hombres y los niños en todos los
aspectos relacionados con la igualdad entre los géneros; y mejorar las
investigaciones y los datos referidos a las cuestiones de género, que
resultan imprescindibles para conquistar avances en esa dirección.
La sociedad civil no
puede esperar a actuar y transformar las actitudes, costumbres y prácticas
para acabar con la discriminación femenina.
Mejorar las condiciones de vida de las
mujeres y promover la igualdad de género salvaría la vida de millones de
niños.
Ana Muñoz
Centro de Colaboraciones Solidarias
18 de
diciembre de 2006
Imágen:
carebolivia.org
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