Es necesario
pensar en impuestos supranacionales para las transferencias financieras, el
comercio de armas, la emisión de CO2 o el consumo desmedido de energía,
según Ignacio Ramonet. Para el director de Le Monde Diplomatique, con
la creación de estos impuestos se podría crear un fondo para erradicar la
pobreza.
Lo que más se
compra y se vende en el mundo es dinero, recordaba Ignacio Ramonet en una
conferencia en la Universidad Complutense de Madrid. El mercado financiero
mueve entre 1,3 y 1,5 billones de dólares al día según un informe del
Federal Reserve Bank de San Francisco. Las transacciones financieras
realizadas en menos de una semana casi triplican el volumen anual del
comercio mundial.
La mano
invisible que dirige la globalización hace que el dinero sea lo único que
pueda circular sin trabas, nada goza de mayor libertad. El dinero no tiene
cara ni olor. El mercado no entiende de moralidad. La rentabilidad es el
criterio que legitima el movimiento de capitales. A pesar de la libertad de
la que disfruta el dinero, siempre se mueve en la misma dirección. El
40% de la población más pobre del mundo, tan sólo recibe un 5% de los
ingresos mundiales.
Incluso las
legislaciones laborales se han modificado en beneficio del dinero. Los
Derechos Sociales de los trabajadores, tras dos siglos de luchas sindicales
y obreras, se han modificado en función del capital. La deslocalización
empresarial permite a las empresas producir en países emergentes y
empobrecidos en busca de mano de obra más barata para vender en los países
del Norte, donde el nivel de consumo es más elevado. Es la idea central de
la globalización, la explicación de porqué el 20% de la población mundial
consume el 80% de los bienes producidos. En el Norte tenemos paro endémico.
Las grandes multinacionales se han marchado a países emergentes para reducir
costes de producción. Pero nos mostramos satisfechos por poder consumir
productos más baratos hechos en otros países.
El dinero, apoyado en la
globalización, está creando un mundo de ganadores y perdedores. El poder
político ya no decide. Las clases dirigentes están sometidas a organismos
como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial que han creado una
situación favorable para los grandes inversores empresariales en detrimento
de los trabajadores.
La idea de los
defensores de esta globalización es que el enriquecimiento cada vez mayor de
los ricos acabará por enriquecer a los pobres. Como si en algún momento, los
bolsillos del Norte llegaran a rebosar de dinero y los billetes, por obra de
la ley de la gravedad, cayeran a los países del Sur. Pero la realidad es que
el número de nuevos ricos es mucho menor al número de personas que
empobrecen.
Más de 20.000
personas mueren cada día de hambre,
más de 1.200 millones de personas no tienen acceso al agua potable, 120
millones de niños no tienen acceso a la educación y cerca de 2.000 millones
de personas ni siquiera disponen de electricidad.
Ante esta situación, hay personas que no sólo se conforman con describir un
mundo lleno de desigualdades. Personas que se preguntan por qué suceden
estas cosas, analizan las causas y realizan propuestas alternativas para
solucionarlos. Una de estas personas es Ignacio Ramonet, director de Le
Monde Diplomatique, que propone crear una tasa planetaria para formar un
fondo mundial que reduzca las desigualdades a través del Programa de
Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). "Hay que poner un pequeño freno
a la especulación financiera". Sería similar al Impuesto de Valor Añadido
(IVA) o al Impuesto Sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) que han
permitido la consolidación del Estado del bienestar y la reducción de las
desigualdades entre ricos y pobres en los países el Norte durante los
últimos siglos.
Esta tasa planetaria estaría basada en la idea formulada por
el
que fuera economista y Premio Nobel de Economía, James Tobin. Cobrar entre
un 0,01% y un 0,5% a toda transacción financiera, a la compra y venta de
armas, a la cantidad de electricidad consumida o a la cantidad de CO2
emitida a la atmósfera. Sólo por las transacciones financieras se obtendrían
cada día 13.000 millones de dólares, si se aplica el 0,01%, y 650.000
millones de dólares, si se aplicase el 0,5%. Esta cantidad, que sería pagada
por los Estados, permitiría la creación de un fondo con recursos suficientes
para aliviar y erradicar la pobreza del planeta.
Alberto Sierra
Centro de Colaboraciones Solidarias
23 de marzo de 2007
Volver
a Portada