La globalización

tiene quien la critica

 

 

La globalización económica y financiera tiene su historia, la crítica de ella también. Hace diez años se publicó el artículo que sirvió de puntapié inicial para la fundación de la Asociación por la Tasación de las Transacciones y por la Ayuda a los Ciudadanos (ATTAC).

 

 

Protestas contra el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), manifestaciones durante las reuniones cumbres del grupo de países G8, repudio a las políticas del Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Estos son apenas algunos escenarios, en que la crítica a la globalización económico-financiera se manifiesta abiertamente, y el movimiento ATTAC es apenas uno de los portavoces de la protesta contra una política que ha desarmado sistemáticamente el control de los estados nacionales y sus instituciones democráticas sobre los mercados y sus actores más poderosos: las transnacionales con capacidad logística de escaparse a casi todas las supervisiones a nivel nacional.

 

Fundada oficialmente el 3 de junio de 1998, ATTAC tuvo su origen intelectual en una editorial de Ignacio Ramonet, director responsable de la publicación mensual Le Monde Diplomatique, del 12 de diciembre de 1997. Con la crisis financiera de Asia como trasfondo, Ramonet escribió, bajo el título “¡A desarmar los mercados!”, que la globalización del sistema financiero “deja de lado y denigra los estados nacionales como los principales garantes de la democracia y el bienestar”. El artículo continúa afirmando que la Organización Mundial de Comercio (OMC) se convirtió en una organización supranacional sin control, por lo que habría llegado el tiempo de ponerle frenos a “estos movimientos de capital tan destructivos”. Seguidamente propuso la creación de una organización no gubernamental global que se concretaba en 1998.

 

El método para ponerle freno a las transacciones financieras incontroladas sería, antes que nada, la introducción de un impuesto obligatorio sobre todas las transacciones, que llevaría el nombre del premio Nobel de Ciencias Económicas, James Tobin. Se calculó que, en 1997, un impuesto de 0,1 por ciento sobre el total de las transacciones permitiría recaudar alrededor de 166 mil millones de euros anuales (unos 240 mil millones de dólares). Esto equivaldría al “Doble de la suma requerida todos los años para poner fin a la pobreza extrema hasta el fin del milenio”, explicó Ramonet. Cabe señalar que la UITA, en su 24 Congreso Mundial apoyó unánimemente la implementación de esta Tasa.

 

A este reclamo, se agregaron otros, como ponerle fin a los oasis financieros y los centros offshore, un control más severo de los bancos y bolsas, la estabilización del tipo de cambio entre las tres monedas más importantes -dólar, euro y yen- así como la democratización de las instituciones financieras internacionales, entre otros.

 

En el momento de su fundación ATTAC contaba con 5.000 miembros; desde entonces aumentó el número de integrantes hasta alcanzar alrededor de 90.000, entre adherentes individuales, ONGs, sindicatos, grupos de paz, ecologistas y otras organizaciones de la sociedad civil. ATTAC tuvo una participación sobresaliente, entre otras actividades, en las protestas durante la cumbre de los jefes de gobierno y de estado del G 8 de junio de 2001 en Génova, Italia, cuando aproximadamente 200.000 personas gritaron: “Otro mundo es posible”.

 

En América Latina existen grupos de ATTAC en varios países, incluyendo Argentina, Brasil, Uruguay, Colombia, Perú, Chile, Costa Rica, Venezuela, Bolivia y México.

 

  

En Montevideo, Dieter Schonebohm
Rel-UITA
18 de diciembre de 2007

Con información de Der Spiegel y fuentes propias

FOTO: elalmanaque.com

 

 

 

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