Sólo el 20 por ciento de la población mundial se beneficia de una protección
social adecuada y más de la mitad no está amparada por ningún régimen de
protección.
-En los países
industrializados, ¿qué repercusiones han tenido en los sistemas de
protección social los cambios económicos y sociales ocurridos en los últimos
decenios?
-Los países
industrializados han salido del período de pleno empleo en el curso del cual
se establecieron los sistemas de protección social existentes. La economía
de servicios que está surgiendo crea mayores desigualdades y no genera
aumentos en la productividad comparables a los que, en los tres decenios
posteriores a la guerra, contribuyeron de manera decisiva al financiamiento
de la protección social.
Paralelamente, el proceso
de globalización ejerce una fuerte presión en los gobiernos y en las
empresas para que reduzcan los costos laborales, incluidas las cotizaciones
sociales. Por último, los sistemas de protección social tienen que hacer
frente al envejecimiento de la población.
Dos cambios importantes
afectan de lleno a la financiación de los regímenes de jubilación: el hecho
de que la generación del baby-boom empieza a acercarse a la edad de
jubilación, y el aumento paulatino de la esperanza de vida a la edad de la
jubilación (aproximadamente un año y medio cada decenio). Se plantea pues la
cuestión de cómo distribuir el costo creciente de la financiación de las
pensiones de jubilaciones. A escala mundial, los sistemas de protección
social de los países industrializados hacen frente a un doble reto: brindar
una protección adecuada en un contexto de mayor incertidumbre en el mercado
laboral y luchar contra la pobreza y la exclusión social para evitar los
procesos de marginación o de desafiliación de una parte de la población.
Esto significa, por una
parte, concebir nuevas formas de protección adaptadas a la creciente
movilidad de los trabajadores y, por otra, combinar políticas de inclusión
social y dispositivos que garanticen unos ingresos mínimos.
-¿La problemática de los
países en desarrollo es diferente?
-El problema de la
insuficiencia de la cobertura social en el mundo en desarrollo no es nuevo,
especialmente en los países con una amplia proporción de su población
dedicada a la agricultura de subsistencia. Pero hoy en día, la urbanización
y la industrialización en esos países pone en tela de juicio las formas
tradicionales de protección suministradas por la familia extendida y la
comunidad.
El problema se ha agravado,
además, debido a la proporción creciente de la mano de obra urbana que
trabaja en la economía informal. El empleo informal representa entre la
mitad y las tres cuartas partes del empleo total no agrícola en los países
en desarrollo.
Existe una necesidad
urgente de dotarse de nuevos sistemas colectivos capaces de proporcionar
protección a los individuos que ya no pueden recurrir a las redes
tradicionales de solidaridad.
En los decenios anteriores,
la atención se centraba en las pensiones de vejez y en las prestaciones de
largo plazo destinadas a garantizar la seguridad de los ingresos tras el
cese de la actividad. Actualmente, las prioridades se inscriben en una
perspectiva de corto plazo y se refieren a la salud y a la compensación
inmediata de la pérdida de ingresos. Esta tendencia es más clara en los
países más pobres debido a la esperanza de vida limitada y a las
consecuencias del VIH/SIDA.
Pero más allá de las
distintas opciones en cuanto a los contingencias que hay que cubrir
prioritariamente, la magnitud de las necesidades y la debilidad de los
regímenes de protección en los países en desarrollo, inducen a ampliar el
concepto de seguridad social para abarcar las necesidades básicas como el
acceso a la alimentación y al agua, a la atención de la salud, la vivienda y
la educación.
En los países pobres en los
que el Estado tiene una capacidad limitada, la puesta en práctica de
iniciativas comunitarias parece constituir una solución prometedora. Sin
embargo, esos sistemas no deben fragilizar los regímenes legales existentes,
ni organizar una solidaridad separada entre los pobres. Se trata más bien de
integrarlos en una política nacional coherente de extensión de la protección
social
-¿Se han encontrado vías
innovadoras de extensión?
-Los países en desarrollo
que han conseguido extender la protección social a las poblaciones no
cubiertas han utilizado una amplia variedad de instrumentos.
Una de las estrategias
utilizadas para cubrir a los trabajadores de la economía informal consiste
en establecer diferentes categorías entre los trabajadores, según sus
necesidades, su capacidad contributiva y sus condiciones de trabajo y de
integración, que pueden ser muy diversas.
Por ejemplo, en Uruguay, se
han identificado tres categorías de trabajadores que se enfrentan a
problemas concretos debido al carácter precario e informal de su trabajo, a
saber, los trabajadores de la construcción, los trabajadores domésticos y
los trabajadores independientes, y se han definido medidas específicas para
cada una de ellas.
Un nuevo tipo de programas
suscita también un interés creciente. Básicamente, esos programas se centran
en los hogares pobres y condicionan la concesión de prestaciones en metálico
a que los interesados sigan ciertos comportamientos o prácticas, como enviar
asiduamente a los niños al colegio, acudir regularmente a los centros de
salud y participar en programas educativos. La idea es combinar una ayuda
financiera inmediata con un enfoque de largo plazo, con el objetivo de
mejorar la educación y la salud de las familias pobres.
-¿Existe algún tipo de
"fórmula única" en materia de política de protección social?
-La situación que prevalece
actualmente en el mundo induce a adoptar un enfoque más amplio respecto de
la protección social a fin de satisfacer las necesidades esenciales para
llevar una vida digna, por una parte, y potenciar la capacidad de las
personas y favorecer su inserción social, por la otra.
Pero no existe un sistema
ejemplar que pueda presentarse como un modelo finalizado. En todos los
países en que ha experimentado un amplio desarrollo, la protección social no
deja de evolucionar a la par de la sociedad y debe ser replanteada
constantemente a efectos de ajustarse a la evolución demográfica, a los
avances de la medicina, y a los cambios en la economía y en los modos de
vida.
Así pues, el problema de
los países con poblaciones expuestas a inseguridad económica y social no es
"alcanzar" la situación de otros países que podrían servirles de ejemplo,
sino definir su propio camino, es decir, apoyarse en sus valores y sus
conocimientos propios para implantar sistemas de solidaridad que se adapten
a su situación y se correspondan con las prioridades que ellos mismos se
hayan fijado.
Comfia
8 de noviembre de 2006
*
Consejero
sobre la economía informal, Sector de Protección Social de la OIT.
Volver
a Portada