Arriban
a Bogotá miles de indígenas provenientes de todo el
país. Después de declararse en Minga ante la actitud
desobligante del gobierno nacional, iniciaron una
nutrida y entusiasta marcha desde el norte del Cauca, a
la cual se han venido sumando delegaciones indígenas de
todas las regiones del país.
Los
pueblos indígenas solicitan al Presidente de la
República respetar los compromisos adquiridos en materia
de entrega de tierras y que escuche sus posiciones sobre
asuntos tan trascendentales como el TLC con Estados
Unidos, el Estatuto de Desarrollo Rural y la Reforma
al Código de Minas. El gobierno está obligado a atender
estas peticiones, pues ellas se sustentan en un fallo de
la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en la
Constitución y en los acuerdos internacionales firmados
y ratificados por Colombia. Son reclamos ante los que el
doctor Uribe y su ministro de Agricultura, doctor
Andrés Felipe Arias, lanzan la falaz idea de que
a los indígenas colombianos los colman las comodidades y
que esos compatriotas son unos glotones insaciables.
Desconocer el problema indígena es ir en contra de los
hechos. El Banco Mundial reconoce que los pueblos
indígenas son “el grupo más desfavorecido de América
Latina”. Y Naciones Unidas constata que en Colombia
“el racismo, la discriminación racial, la xenofobia y
las formas conexas de intolerancia” son situaciones que
padecen los pueblos indígenas, hechos que se agravan por
“una
distribución no equitativa de la riqueza, por la
marginación y por la exclusión social en que viven
diferentes comunidades”.
La
Minga propone además la creación de una agenda donde
estén todos los sectores sociales que padecen los
rigores del régimen político, económico y social
imperante en Colombia. Agenda
que tiene por elementos fundamentales la pugna por la
recuperación de la soberanía nacional y la construcción
de una auténtica democracia. Lo democrático y apropiado
de las peticiones y propuestas de la Minga Indígena me
lleva a expresar mi respaldo a tan correctos
planteamientos. Cuando llegue el momento de iniciar su
discusión, estaré presto a debatirlos y continuaré
apoyando la forma civilizada como los indígenas han
hecho sus protestas. Al gobierno lo llamo a que en esta
ocasión, cuando los indígenas han mostrado de nuevo
querer hacer un diálogo que respete los derechos de las
dos partes, no vuelva a cometer el error de tramitar
esas diferencias en forma inapropiada.
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