Argentina
Solo cuatro de cada diez nuevos puestos son en blanco
Casi la mitad de los trabajadores de la Argentina recibe
salarios en negro
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Daniel conoce
perfectamente el derecho laboral. No sólo porque estudia
abogacía, sino porque trabaja en un estudio jurídico. Y sin
embargo, a los 33 años, nunca pudo conseguir un trabajo con
todas las de la ley: con descuentos por jubilación, obra
social, vacaciones pagas, aguinaldo. Es así que él todos los
días recorre los tribunales de la Capital buscando
expedientes en la Justicia, con un sueldo en negro. "Menos
mal que manejamos leyes", ironiza. Cobra 500 pesos por mes,
por trabajar
jornadas de 10
horas, cinco días a la semana. La única licencia
que tiene es la
media hora que se toma para almorzar.
Historias como la de Daniel son cada vez menos
excepcionales en la Argentina, porque el trabajo "en negro"
está batiendo récords: abarca al 48,9% de los asalariados,
según datos del INDEC. Esto significa que hay 4,6 millones
de argentinos que trabajan sin red ni beneficios, lo que,
obviamente, también tiene un impacto negativo en los
salarios.
El ingreso promedio de los que trabajan en negro es de
408 pesos. Pero este cálculo no incluye a las empleadas
domésticas, que ganan mucho menos todavía: 237 pesos.
Sin embargo, hurgando en las estadísticas se puede ver
que la realidad del trabajo "informal" es aún más alarmante.
Según el INDEC, 2,3 millones de personas ganan apenas 145
pesos por mes. Esta cifra es menor de lo que paga el Plan
Jefas y Jefes de Hogar.
Son 4,6 millones de
personas que laboran sin ningún beneficio o protección
de la ley.
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"Así, esta gente apenas alcanza a cubrir el 40% del
valor de la canasta básica alimentaria, que marca la línea
de indigencia para un hogar tipo. Su costo es de 348 pesos",
reflexiona Artemio López, de la consultora Equis.
No hay que ir muy lejos para encontrar gente que
dedica su día entero a arañar un ingreso que lo mantiene en
la pobreza, sin perspectivas de salir de ella.
En pleno bullicio de las galerías del Once, en
Corrientes y Pasteur, Marta, una piba de 21 años de Villa
Celina, reparte todos los días volantes de una casa de
fotocopias. Sus ojos maquillados de azul apenas se ven
debajo de una gorra de béisbol roja.
Al principio no se queja, pero apenas entra un poco en
confianza Marta confiesa que, cuando hace frío, le duelen
las manos y también los pies. Por este trabajo, más una
changa de limpieza y planchado que tiene tres veces por
semana, logra sacar unos 400 pesos por mes. "Se sufre un
poco", dice, tierna y al mismo tiempo estoica.
En este mundo de negocios grandes y pequeños, donde
miles y miles de personas se mueven entre ofertas
incesantes, la gente que trabaja en negro no se anima a
decirlo, por temor a las represalias y a perder el empleo.
Como Marta, muchos tienen dos o más changas para juntar un
ingreso más potable. Pero también hay trabajadores jóvenes
que parecieran ignorar que existen beneficios laborales. "A
mí me pagan, si es en blanco o negro, no sé", revelan
algunos, ocultándose de las miradas de sus patrones.
Marta, la repartidora de volantes, tiene el sueño de
ponerse una compañía de remises propia. Pero tiene cero
capacidad de ahorro y, tal vez, casi ninguna perspectiva de
conseguir trabajos diferentes a los que tiene hoy. En parte,
esto se debe a que "6 de cada 10 empleos generados tras la
devaluación son de carácter informal", explica Artemio
López.
"Además de la falta de cobertura sanitaria y
previsional, la Encuesta Permanente de Hogares del INDEC
permite observar que por igual carga de actividad y carga
horaria, un trabajador informal recibe actualmente un 60%
menos de ingresos que su par formal", agrega López.
"Esto explica por qué la baja sensible en la tasa de
desempleo no induce a una disminución de la brecha de la
inequidad distributiva, y que además, la mitad de los
trabajadores informales reciba luego de trabajar un salario
menor al exiguo ingreso del Plan Jefas y Jefes de Hogar",
señaló también el experto, autor de un informe sobre el
trabajo en negro, llamado "A la Intemperie".
El aumento del empleo en negro tuvo lugar a pesar de
la reducción del costo laboral como resultado de las
sucesivas rebajas en los aportes patronales, que se
implementaron a partir de 1994, la aprobación de convenios
flexibles, y de la caída del salario real, como
consecuencia, primero, de la deflación y, luego, de la
inflación. Según el INDEC, con una inflación del 50%, el
salario "en negro" subió apenas 10%.
Marina Aizen e Ismael Bermúdez
Diario Clarín, Argentina
27 de julio de 2004
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