Todas las noches en los callejones y patios traseros de los
supermercados, los contenedores de basuras se atiborran de comida que no
pudieron vender, aunque se puede comer. De bastante comida. Dos ejemplos:
con el volumen que desechó Carrefour en el 2005 podrían haber comido unos
110.000 españoles durante 365 días.
Y según los datos del Worldwatch Institut de Washington, en
Estados Unidos. se tira a la basura entre el 30 y el 40 por ciento de
los comestibles de los supermercados. Mucha gente sabe eso, y saben también
en qué lugares y a qué horas se producirá el descargue.
Se hacen llamar los “containers”. Algunos lo hacen por la más
pura necesidad, para su propia alimentación, otros por conciencia política y
recogen acelgas, galletas o yogures a punto de caducar para centros
sociales.
Pero la economía del consumismo no puede parar. Para asegurar
reponer las estanterías de los supermercados el Gobierno permite y apoya el
uso de la fuerza “disuasoria” de las armas en la flota atunera. Habrán visto
las fotos de cómo generales en la reserva o ex policías antidisturbios
trasmiten sus mejores artes de puntería, de garrotazos y de “arriba las
manos que disparo” a jóvenes con nóminas de aúpa. Se trata de garantizar
nuestra seguridad alimentaria –dicen- con compañías privadas. Seguratas de
la seguridad alimentaria.
Un poco violento, la verdad. En la Cumbre Mundial de la
Alimentación celebrada en Roma, hemos visto que ahora lo que se lleva entre
los países punteros es la compra de tierras. “Bienvenidos a los Emiratos
Árabes” reza un letrero en el interior de Mauritania y medio Madagascar
ya lo tiene apalabrado Corea del Sur. Mucho más elegante y barato nos
saldría que España comprara Somalia al completo. En las
fronteras diría, “Bienvenidos a Españolandia. Degusten nuestro marmitako”
Todo es circular. La colonización se perpetró con el uso de
las armas y las doctrinas. Lo explicaba el Arzobispo Desmond Tutu,
"cuando vinieron los misioneros a África tenían la Biblia y nosotros
la tierra. Nos dijeron: vamos a rezar. Cerramos los ojos. Cuando los
abrimos, teníamos la Biblia y ellos la tierra.". Décadas después el credo
que reverenciar ha sido la “Mano Invisible” del mercado. Cuando abrieron los
ojos se encontraron rodeados por la Armada.
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