Sociedad civil comprometida

Los ciudadanos de todo el mundo tienen que tomar conciencia de que formamos parte de una misma realidad. Las solidaridad implica hacer propio el dolor ajeno.

El subcomandante Marcos, con su pasamontañas, se ha lanzado a hacer campaña por todo México. La otra campaña le devuelve a la sociedad civil su importancia a la hora de solucionar los problemas sociales de los pueblos. Aunque parece una idea innovadora, repite la fórmula de muchos grandes éxitos políticos y sociales en la historia del hombre.

La revolución bolchevique, las revueltas en Estados Unidos en contra de una guerra que le cercenó la vida a miles de personas con una cosmovisión distinta, las revoluciones en los países centroeuropeos cuyos ciudadanos se hartaron de una represión que les robaba su ‘yo’ demuestran que los grandes cambios se dan cuando los ciudadanos toman conciencia de que forman parte de una misma realidad.

A pesar de que tanto líderes carismáticos como las grandes ideas han muerte en manos de los hambrientos de poder, hoy muchas comunidades se encuentran en un momento clave para lograr un desarrollo integral, cuya competencia exclusiva no tiene ni el Estado, ni las confesiones religiosas ni los partidos políticos, ni las empresas, pero sí la sociedad civil.

Se trata de aprender de los errores para que quienes luchan por la justicia no se conviertan en aquello contra lo que antes habían luchado, como sucedió con el gobierno del pueblo que defendían los comunistas, que se convirtió en una maquinaria represiva que imponía las ideas con mecanismos que funcionaban como las teorías de condicionamiento de los psicólogos Pavlov y Skinner. Un sistema que imponía sus ideas a través de la recompensa y el castigo. El pensamiento único, de izquierda o de derecha, aniquila a la sociedad civil.

Como las células, hoy se ha regenerado una gran sociedad civil, con la diferencia que ahora está conectada por las grandes tecnologías. Eso es lo que busca aprovechar el hombre del pasamontañas y de la pipa para transmitir su mensaje. Para cambiar una sociedad injusta es preciso devolverle a la gente su responsabilidad solidaria. Sólo así podrá lograr un cambio en las estructuras de una sociedad donde los más ricos alcanzan un nivel de riqueza difícil de encontrar incluso entre las clases altas de los países más ricos y donde los más pobres no tienen reconocidos sus derechos sociales más básicos: acceso a la educación, a la salud, al agua potable, al trabajo y a la protección legal.

Mientras los partidos políticos pelean por sus intereses, a pocos meses de las elecciones presidenciales, Marcos lleva a todos los estados del país su campaña, cuyo objetivo es reunir distintas agrupaciones y organizaciones civiles, indígenas y no indígenas, de mujeres, de ecologistas, de derechos humanos, etc., para buscar un movimiento que interpele a todos los grupos de la sociedad.

La compasión que uno puede sentir hacia los indígenas asesinados a manos del ejército es buena, pero etérea e insuficiente. Para que transforme la realidad injusta necesita unirse a un compromiso y a una actitud de solidaridad, que las personas se sepan parte del todo en el universo.

Ser solidario implica hacer propio el dolor ajeno, a unirse con seres diversos que se saben personas abiertas a los demás y no lo que dijo la ex primer ministro del Reino unido, Margaret Thatcher: “Ya no hay sociedad, sólo individuos”.

Es lógico que las multinacionales y los gobiernos más poderosos propugnen un modelo de vida consumista, pues el consumismo aísla a las personas. Las despoja de su auténtico yo, haciéndoles creer que no son porque no tienen esto o aquello, porque no se ven como la modelo espectacular. Se crea la obsesión del yo superficial y deja de importar ‘el otro’, aquel que quizá padece a la vuelta de la esquina.

Nos han dicho que tenemos que ser mejores que nuestro compañero, que tenemos que tener un mejor sueldo, una casa más grande. Nos han enfrentado. Han dividido el mundo en buenos y en malos de los que nos ‘protegen’, incluso si eso implica violar nuestra intimidad. Así no nos arrebatarán lo que ‘tenemos’.

No es preciso alzarse contra nadie. Mientras los políticos discuten por estatutos y reformas políticas, la sociedad civil toma conciencia de su responsabilidad y de su compromiso para unirse y buscar un bien común desaparecido de este mundo tan interconectado por cables de fibra óptica pero tan desunido en su búsqueda por una vida más plena. Entonces tendrán que escuchar.

 

Carlos Mígueles

CCS-España

6 de febrero de 2006

 

Imágen: CAMPUS - Periódico para estudiantes
                  de la Universidad del Valle - Colombia

 

 

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