Hasta hace sólo unas
décadas, emigrar implicaba una ruptura casi definitiva con el hogar y la
vida que uno dejaba atrás. Exiliados, emigrantes y refugiados alimentaban su
nostalgia con cartas llenas de noticias viejas, llamadas telefónicas caras y
telegráficas, así como encuentros efímeros con imágenes de su tierra
recogidas por la televisión. Hoy, sin embargo, para un campesino migrante,
desplazado en cualquier gran ciudad del Primer Mundo, resulta relativamente
económico hacer una llamada telefónica a su pueblo perdido en las montañas
de un país del Tercer Mundo, donde, con seguridad, casi no habrá líneas
telefónicas regulares, pero sí muchos teléfonos celulares.
Según su nivel de manejo
de computadoras, un migrante puede mantener una relación prácticamente en
"tiempo real" con familiares y amigos en sus países de origen, a través del
correo electrónico, mensajes instantáneos y video conferencias. Asimismo,
quienes han emigrado pueden permanecer actualizados en las noticias locales
gracias a los sitios web que periódicos, radios y estaciones de televisión
de sus países han establecido en la red.
¿Cómo se ha transformado
la nostalgia en esta era posthumana, en la que el cuerpo de un individuo se
halla desplazado miles de kilómetros lejos de su hogar, y sin embargo, él o
ella pueden estar "virtualmente" allí, ordenando pizza para los amigos o
comprando un electrodoméstico para su mamá? Como dicen los anuncios
publicitarios de los sitios web dirigidos a inmigrantes: la madre y los
amigos están "apenas a un clic de distancia".
Esta ponencia constituye
una aproximación teórica inicial al caso concreto de los migrantes
ecuatorianos en su relación con las nuevas tecnologías de información y
comunicación. Se trata de un intento por comprender y definir el punto en el
que la nostalgia -experimentada por grupos humanos desplazados de su tierra
natal- se encuentra con las tecnologías digitales para crear la posibilidad
de comunidades virtuales y transnacionales.
Empecemos entonces, por
definir lo que se va a entender por nostalgia en el curso de este ensayo. De
acuerdo con Svetlana Boym (2001: xiii), "nostalgia (cuyas raíces
etimológicas son nostos -regreso a casa- y algia -añorar- es
la añoranza de un hogar que ya no existe o que nunca existió". "Nostalgia es
un sentimiento de pérdida y desplazamiento, pero es también un romance con
nuestra propia fantasía", agrega Boym en su libro The Future of Nostalgia.
El uso del término
nostalgia que se ha generalizado, está marcado por una connotación negativa
que lo identifica con actitudes retrógradas, estacionadas en el pasado y
renuentes al cambio y la innovación requeridos por la noción moderna de
progreso. Este fenómeno está ligado, probablemente, con la historia del
término, acuñado en 1668 por el médico suizo Johannes Hofer para designar
una "nueva enfermedad" cuyas víctimas se obsesionaban con la añoranza por su
tierra natal. Marineros y soldados en campaña fuera de sus países, así como
campesinos emplazados en grandes ciudades, fueron algunos de los primeros
enfermos a quienes se les diagnosticó nostalgia, y todos compartían la
condición de encontrarse desplazados de sus hogares (Boym, 2001: 3). Para
fines del siglo XVII, la nostalgia era considerada una enfermedad
"patriótica", cuyos síntomas desaparecían con algo de opio y, en la medida
de lo posible, con un retorno a casa. Sin embargo, cuando la epidemia
apareció por primera vez en Estados Unidos, durante la Guerra Civil, el
médico militar Theodore Calhoun calificó la nostalgia como "una enfermedad
vergonzosa que revelaba falta de hombría y actitudes en contra del progreso"
(Boym, 2001: 6). Vista a través del cristal de su historia, la nostalgia se
revela como un concepto cuyo uso peyorativo empieza con su nacimiento como
la palabra que designa una enfermedad y termina en el carácter antiprogreso
atribuido a la enfermedad misma.
En una aproximación que
se aleja de la tradicional, Svetlana Boym afirma que dos tipos de nostalgia
caracterizan la relación que uno mantiene con el pasado, el hogar y la
añoranza: la "nostalgia restauradora" y la "nostalgia reflexiva". Según la
autora, "la nostalgia restauradora pone énfasis en el nostos y
propone reconstruir el hogar perdido y parchar los vacíos de la memoria".
La nostalgia reflexiva,
en cambio, "hace hincapié en el algia, en la añoranza y la pérdida,
en el proceso imperfecto de la memoria" (Boym, 2001: 41). Así, mientras la
nostalgia restauradora busca reconstruir monumentos dejándolos como nuevos y
borrando las huellas del tiempo, la nostalgia reflexiva es una meditación
sobre el cambio, el paso del tiempo y la manera en que éste cubre con su
pátina los objetos, volviéndolos obsoletos. Partiendo de esta definición
alternativa de nostalgia, el uso de tecnologías digitales en relación con
procesos migratorios aparece recargado hacia el lado de una nostalgia
restauradora que se evidencia, por ejemplo, en la reproducción constante de
iconos nacionales (banderas, himnos, recetas de comida típica, etc.) en
sitios web dirigidos a migrantes, mientras que son menos frecuentes en la
red los brotes de nostalgia reflexiva, es decir, espacios que se dediquen a
reflexionar sobre los cambios producidos por el fenómeno migratorio y que
aprovechen las tecnologías digitales para generar el debate y la interacción
entre los países y sus diásporas.
Hacia comunidades
extrovertidas y transnacionales
Hablar del encuentro
entre emigración, tecnologías digitales y nostalgia reflexiva significa, en
última instancia, plantearse la posibilidad de construir comunidades
virtuales y transnacionales. La comunidad, en este caso, supera el concepto
tradicional de Ferdinand Tönnies, según el cual para que exista comunidad se
requieren interacciones cara a cara y un territorio (pueblo, barrio, etc.)
en el que éstas puedan ocurrir (Bell, 2001: 94). Partiendo de la concepción
de las naciones como "comunidades imaginadas", acuñada por Benedict Anderson
para ilustrar la idea de que aquello que sostiene juntos a los miembros de
una comunidad, no es la interacción cara a cara, sino la construcción de
símbolos, costumbres y rituales compartidos que dan forma a su identidad (Bell,
2001: 95), las comunidades virtuales y transnacionales responderían también
a aquello que David Morley llama "un hogar extrovertido". De acuerdo con
Morley, éste es un lugar (físico o virtual) "que da cabida a una conciencia
de sus vínculos con el mundo exterior", y cuya identidad "no está
constituida por su historia pura y separada de las demás, sino más bien por
su carácter único como punto de intersección en una amplia red de
relaciones" (Morley, 1999: 157).
La definición de Morley
coincide en gran medida con algunas páginas web dirigidas a inmigrantes
rusos, según la descripción de Filipp Sapienza: "Los sitios web de
inmigrantes no reflejan polarización cultural, sino más bien grados
variables de yuxtaposición y mezcla de lo local y lo global… Se mezclan
diferentes culturas, a menudo de una forma conflictiva y contradictoria que,
sin embargo, tiene un significado cultural" (Sapienza, 2001).
Un fenómeno similar se
da en el sitio web "Departamento 15", parte de la edición electrónica del
periódico salvadoreño "La Prensa Gráfica". Catorce provincias (llamadas
departamentos) conforman el territorio de El Salvador. Como un sitio web (y
una sección de la edición en papel del periódico) dedicado a los inmigrantes
salvadoreños asentados en el exterior, "Departamento 15" designa un
territorio virtual, la décimo quinta provincia del país, donde aquellos que
han dejado el territorio físico de El Salvador siempre pueden visitar su
tierra natal (1). Las dimensiones local, regional y global interactúan en
este sitio, donde el lector puede encontrar noticias acerca de una asamblea
de vecinos en Washington D.C., las celebraciones anuales de la independencia
de América Central o las últimas regulaciones migratorias del Departamento
de Seguridad Nacional de Estados Unidos. Más que un sitio web diseñado para
proveer a los inmigrantes de información acerca de su país (una tarea
cumplida por el resto del periódico), "Departamento 15" se enfoca en los
logros de los inmigrantes, sus iniciativas y problemas, de manera que las
experiencias de los que dejaron El Salvador puedan ser conocidas por
aquellos que se quedaron en casa.
Si bien no podemos
llamar a "Departamento 15" una comunidad virtual, parece adecuado
considerarlo como el hogar virtual de una comunidad dispersa en todo el
mundo, así como un síntoma de transnacionalismo.
Silvia Mejía Estévez
Del libro La migración ecuatoriana
Convenio La Insignia /
Rel-UITA
16 de marzo del 2006.
Notas
(1)
Durante los años 80, la guerra civil obligó a cientos de miles de
salvadoreños a dejar su país. La mayor parte de ellos emigraron a los
Estados Unidos, donde las dos más grandes comunidades se encuentran en Los
Ángeles y el área metropolitana de Washington D.C. Las remesas enviadas por
los inmigrantes a sus familias en El Salvador constituyen una de las más
importantes fuentes de ingreso para el país.