Para
el Grupo de Reflexión Rural (GRR), los organismos genéticamente
modificados han sido una herramienta en la planificada implantación de un
modelo rural en que los paradigmas de productividad y de competitividad
justificaron la concentración de tierras y de riquezas en los pooles
de siembra y en los exportadores. Mientras se nos aturdía con la consigna de
luchar contra el hambre del mundo, dejamos de ser un país productor de
alimentos sanos para transformarnos en exportadores de commodities.
Se nos impuso una agricultura sin agricultores y como consecuencia de ello se
provocó un despoblamiento masivo del campo que multiplicó los cinturones de
pobreza urbana. Ahora, cuando al hambre extendida en las ciudades se le
suman las actuales inundaciones en el campo, claramente vinculadas a los
extendidos cultivos de sojas transgénicas y al uso abusivo de glifosato, se
insiste pese a todo en afirmar que el destino argentino está en la ingeniería
genética. Nosotros por lo contrario, creemos que la nueva Argentina que saldrá de esta crisis terminal debe proponerse claramente
modificar el modelo rural y repoblar el campo para recuperar la soberanía y
la seguridad alimentaria.
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