Papua Nueva Guinea: mujeres y palma aceitera

 

 

La palma aceitera ha pasado a ser ahora uno de los principales cultivos comerciales de Papua Nueva Guinea. La demanda de biocombustibles ha dado pie a la especulación en torno al aceite de palma, lo que a su vez ha desencadenado una fiebre por el cultivo de palma aceitera en numerosos países de la zona tropical

 

 

En PNG, el Banco Mundial ha ofrecido recientemente otro préstamo en el marco de sus Servicios de Apoyo a la Agricultura en Pequeña Escala, que promoverá aún más la expansión de las plantaciones de palma aceitera en el lugar. Si bien hay cuestiones ambientales graves tales como la deforestación a gran escala de bosques tropicales, la contaminación de cursos de agua y una severa sedimentación de la región costera por las plantaciones de palma aceitera, aún no se ha llegado a comprender cabalmente sus impactos sociales y sobre la salud.

 

La información contenida en este artículo se basa en varias visitas de campo realizadas entre los años 2003 y 2007 en las Provincias de Oro y West New Britain. También se llevaron a cabo reseñas bibliográficas de importantes documentos, informes y artículos sobre palma aceitera.

 

Según un artículo publicado en Focus, la revista del Programa de Ayuda a Ultramar del gobierno australiano “La industria de la palma aceitera es uno de los casos exitosos del medio rural de Papua Nueva Guinea. El elevado crecimiento de las exportaciones de palma aceitera en la última década aumentó los ingresos de numerosos pequeños agricultores, en especial de las mujeres”.

 

El aumento de los ingresos de las mujeres se promueve principalmente por un sistema conocido como mama lus frut. Hasta la introducción de este sistema generalmente se pagaba a los hombres la cosecha de palma aceitera, aún cuando mujeres y niños hubieran participado en su producción. El sistema provee a las mujeres de redes para la recolección de fruta así como de su propia tarjeta de pago llamada “mama card”, que les habilita a recoger la fruta, venderla y cobrar ellas mismas directamente. Su trabajo es recoger la fruta caída durante la cosecha, la cual generalmente es realizada por los hombres.

 

Los impulsores de la palma aceitera hablan del sistema mama lus frut como de un éxito excepcional que va en apoyo del aumento de la recolección de fruta suelta así como de la necesidad de introducir mujeres en la producción de palma aceitera, del incremento de sus ingresos. Sin embargo, se trata más de un mecanismo para aumentar la cosecha de frutos de la palma y asegurar una mejor eficiencia y rendimiento, que de un ejercicio de empoderamiento de la mujer. Hasta la introducción de este sistema la fruta caída representaba para los pequeños productores un 14% de la cosecha –una pérdida de ingresos que preocupa en gran manera a la industria  y que se estima en 300 millones de dólares anuales. 

           

En lo local, el sistema mama lus frut tiene una connotación diferente –está asociado con la prostitución.  Según un investigador de PNG que entrevistó a numerosas personas, se decía que el sistema apuntalaba un pujante comercio sexual porque:

 

  • las mujeres que tienen gran necesidad de dinero en efectivo ofrecen sexo a los hombres a cambio de que les permitan recoger más fruta suelta.

  • ahora hay más mujeres trabajando en la plantación de palma aceitera que ofrecen la oportunidad de un intercambio sexual por dinero.

 

Esta situación ha disuadido a recolectoras genuinas de realizar su trabajo, por temor a que por participar en este mecanismo sean catalogadas de prostitutas. Algunas mujeres de la aldea que fueron entrevistadas declararon que no recogerían fruta a menos que fueran escoltadas por un hombre.

 

A fines de agosto de 2001, 3.271 mujeres tenían sus propias “mama cards”  -un equivalente al 67% del total de  pequeños productores. Sin embargo el ingreso que percibieron esas mujeres fue desproporcionadamente bajo- el equivalente a tan solo el 26% del total de los ingresos percibidos por los pequeños productores de palma aceitera.  En el año 2000 el promedio de su ingreso semanal era de apenas 70 dólares por trabajadora  por recoger del suelo la fruta caída, una tarea demoledora para la espalda y que es considerada de segunda categoría. Es verdad que el sistema les da a las mujeres la oportunidad de ganar algo de dinero y con ello aportar a la familia. Sin embargo, difícilmente pueda presentarse como un caso exitoso para las mujeres y ¡menos aún una demostración de su empoderamiento!

 

WRM

31 de octubre de 2007

 

 

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