Paraguay

La Delta & Pine y la justicia paraguaya

Cómplices en la inmoralidad

Mientras la Delta & Pine Land Company, empresa comercial líder en genética, producción y comercialización de semillas de algodón, anunció el lunes 22 que ha adquirido el negocio mundial de semillas de algodón de Syngenta, compuesto por operaciones y activos en India, Brasil, Europa y germoplasma de algodón en Estados Unidos, centenares de pobladores de una comunidad paraguaya continúan sufriendo las consecuencias de su acción irresponsable e impune.

 

 

A fin de 1998, la filial paraguaya de la Delta & Pine desechó 660 toneladas de semillas de algodón vencidas en un predio de una hectáreas y media, a 100 metros de una escuela pública y en medio de una comunidad agrícola, utilizando inclusive para ello mano de obra local, mujeres y jóvenes, sin ninguna protección.

 

En total el desecho contenía más de 4 toneladas de agrotóxicos y una bacteria modificada en laboratorio. Las consecuencias fueron fulminantes y toda la población y el agua subterránea quedaron contaminados.

 

Eric Lorenz, estadounidense y apoderado de la firma en Paraguay, huyó con su familia a Estados Unidos donde ahora sigue trabajando en una empresa que vende servicios agrícolas. Fue declarado en rebeldía por la justicia paraguaya, pero nunca se pidió su captura y extradición.

 

Los vecinos organizados junto a la UITA iniciaron desde 1998 una durísima batalla legal, en el marco de la mayor indiferencia de los sucesivos gobiernos paraguayos que nunca les prestaron la debida asistencia médica en violación a sus derechos humanos más elementales.

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Finalmente, hace un año y medio y después de numerosos cambios de fiscales y jueces, dos personas paraguayas vinculadas a la Delta & Pine fueron condenadas a penas de prisión por delito ecológico, pena que podía ser cambiada por multas. El dinero –aproximadamente 30 mil dólares– integraría un fondo que la comunidad debía decidir cómo usar.

 

Los condenados nunca fueron a la cárcel, y tampoco pagaron las multas. De hecho, la justicia nunca se los reclamó efectivamente. Ana María Segovia, portavoz de la comunidad afectada de Rincon’í, explicó a la Rel-UITA que según la información proporcionada por el fiscal ambiental Merlo, que llevó el caso durante seis años, la ejecución de la pena está en manos de las fiscales Beckerman y Marchuc.

 

Emplazada por Segovia, la fiscal Beckerman aceptó que el caso está en sus manos desde hace un año y medio, pero que no había podido notificar a los condenados de su obligación de pagar la multa porque a su oficina “le faltan rubros para enviar la comunicación”.

 

Dentro de tres meses habrá expirado el plazo otorgado por la justicia para hacer efectivo su fallo, luego de lo cual nada se podrá reclamar.

 

La Delta & Pine nunca se hizo cargo de las indemnizaciones que los centenares de afectados deberían recibir como forma de compensación parcial de sus vidas definitivamente rotas. Esta es la ética y la responsabilidad social de la corporación que detenta en sus manos la casi totalidad del mercado mundial de semillas de algodón.

 

Carlos Amorín

© Rel-UITA

23 de mayo de 2006

Carlos Amorín

 

 

 

  

 

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