Costa Rica │ SALUD

Costa Rica:

Número uno del mundo en uso

de agroquímicos por hectárea

 

 

En materia de medio ambiente, Costa Rica se pinta a sí misma verde, como un brócoli fresco, ante la comunidad internacional. Sin embargo, la abrumadora presencia de plaguicidas en su agricultura derriba esa imagen que cada vez se integra en la senda del mito.
 

Datos del World Resources Institute, organización con sede en Washington, Estados Unidos, dedicada a investigar sobre temas ambientales, presentan a este país centroamericano como el mayor consumidor de plaguicidas en el mundo, con 51.2 kg por hectárea.

 

En América Latina le siguen, bastante lejos, Colombia con 16.7 kg y Ecuador con 6 kg.

El XVI Informe Estado de la Nación en Desarrollo Humano Sostenible 2010 —sistema de seguimiento anual del desempeño del país en aspectos sociales, económicos, ambientales y políticos del desarrollo— reveló que en el
2009 Costa Rica importó más de 300 TM de formulaciones con bromuro de metilo, agroquímico y componente señalado como destructor de la capa de ozono.

Esta sustancia está en la mira del acuerdo del Protocolo de Montreal, convención creada en 1995 bajo el manto de la Naciones Unidas para proteger la capa de ozono y que ha sido firmada por más de 40 países.


Por su parte, el Instituto Regional de Estudios en Sustancias Tóxicas (IRET), de la Universidad Nacional de Costa Rica, reveló a principios del 2011 que la cantidad de plaguicidas importados entre 1977 y el 2006 aumentó en 340 por ciento. En total el país importó 184,817 TM de plaguicidas en esos 30 años.

El cultivo con mayor presencia de plaguicidas, según el IRET, sería el melón, e inmediatamente después el tomate, la papa, la piña y la caña de azúcar.

“Esos datos desnudan la contradicción en la que vive un país que vende en el extranjero una imagen de líder en conservación y no es capaz de cumplir con los convenios internacionales que firma en materia ambiental”, señala el biólogo y columnista del Diario Extra, Ignacio Arroyo.

Contaminación del agua


El mismo Informe Estado de la Nación 2010 señala que la contaminación del agua desde el año 2001 ya no era por residuos fecales sino por la recurrente presencia de residuos químicos usados en la agricultura.
 

“A partir del año 2001 han venido ocurriendo incidentes de contaminación química, dados por el uso excesivo de plaguicidas en actividades agrícolas tipo monocultivo, como es el caso de la piña”, cita el informe. “Esto es resultado de una expansión agrícola y urbana, que no ha considerado, ni respetado, las márgenes de protección de las fuentes de captación de agua para consumo humano”.

El Instituto Regional de Estudios en Sustancias Tóxicas (IRET), de la Universidad Nacional de Costa Rica, reveló a principios del 2011 que la cantidad de plaguicidas importados entre 1977 y el 2006 aumentó en 340 por ciento. En total el país importó 184,817 TM de plaguicidas en esos 30 años.


El daño a los mantos acuíferos podría aumentar en un futuro próximo, pues en el Servicio Fitosanitario, dependiente del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), existen alrededor de 450 agroquímicos que esperan luz verde para bañar los cultivos costarricenses.

A la vez crece el debate en las esferas políticas sobre el uso de agroquímicos genéricos versus los llamados “de marca”. Activistas medioambientales afirman que ambas sustancias y compuestos menoscaban la salud de la población.

La pregunta es:
¿Qué llevó a Costa Rica a ser el número uno en uso de agroquímicos a nivel mundial y por qué los agricultores y trabajadores de la tierra echan mano en exceso de estos productos?

Según Fabián Pacheco, del Centro Nacional Especializado en Agricultura Orgánica, Costa Rica es el número uno en el mundo en el uso de plaguicidas porque el poder adquisitivo del campesino costarricense, el abandono del agro por parte del Ministerio de Agricultura y la fuerte erosión cultural hacen que los agrotóxicos pasen a ser protagonistas en el trabajo agrícola.

“El acervo cultural de Guatemala, Honduras y El Salvador hace que las técnicas ancestrales [de combate de plagas] no sean susceptibles a la propaganda corporativa sobre el agro”, dijo Pacheco a Noticias Aliadas.

Pacheco es catedrático, activista ambiental y figura principal de la campaña “Paren de fumigar”, un colectivo fundado en el 2011 y que está conformado por un grupo jóvenes que están en contra de la minería, extracción de petróleo y a favor de mercados orgánicos a través de la información a los ciudadanos sobre el peligro del uso de plaguicidas y alimentos transgénicos.

Intoxicaciones masivas


Agrega Pacheco que los agricultores y trabajadores lo único que pueden hacer al respecto es aplicar el veneno que les recetan una y otra vez, algo que no pasaría si el Ministerio de Agricultura los acompañara en asesoría y prevención.

En junio del 2010 el diario La Nación informó que al menos 28 mujeres resultaron intoxicadas en la finca productora de algodón Caballo Blanco, ubicada en el asentamiento Falconiana de Bagaces, en la noroccidental provincia de Guanacaste.

Cuatro meses después, el mismo rotativo hacía de conocimiento público que una masiva intoxicación con plaguicidas había afectado a 65 trabajadores de una empresa productora de algodón transgénico ubicada en la finca Las Loras, en San Agustín de Chomes, provincia de Puntarenas, en la costa del Pacífico.

La Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) reveló que el año pasado se atendieron a 146 personas en total por “envenenamiento accidental por exposición a plaguicidas”, según un reporte oficial al que tuvo acceso Noticias Aliadas. De ellas, 12 murieron.

San José, la capital, registró un total de 15 casos, seguido por Alajuela (51), Puntarenas (23) y Limón (26), entre otros.

“En 34 años Costa Rica triplicó la importación de ingrediente activo de biocidas sin que su territorio agrícola aumentara”, afirma Arroyo. “
Detrás está el desmantelamiento de la agricultura tradicional y la erosión genética de los cultivos a favor del monopolio corporativo de la industria agroalimentaria”.

En San José, Tomás Andréu

Noticias Aliadas

8 de septiembre de 2011

 

Fotocomposición: Rel-UITA

 

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