SECCIÓN: Nicaragua IRC

 

Con Carlos Ruiz

Movimientos sociales apoyan

a afectados por agrotóxicos

 

Ex trabajadores y trabajadoras bananeros y azucareros afectados por agrotóxicos siguen recibiendo expresiones de apoyo y solidaridad por parte de movimientos sociales nicaragüenses. En esta ocasión el Movimiento Comunal de Matagalpa se hizo presente en la “Ciudadela del Nemagón” en Managua, en el marco de una gira que próximamente los llevará a Chichigalpa, para solidarizarse e intercambiar experiencias con los afectados por Insuficiencia Renal Crónica (IRC)

 

SIREL conversó con Carlos Ruiz del Movimiento Comunal de Matagalpa para conocer los objetivos de este intercambio entre movimientos sociales y experiencias de lucha en Nicaragua.

 

-¿Qué es el Movimiento Comunal y cómo surge esta idea de viajar para llevar la solidaridad de esta organización a la lucha de los sectores afectados por agrotóxicos?

-El Movimiento Comunal nicaragüense surgió hace 29 años en el fragor de la lucha revolucionaria contra la dictadura somocista. Después de haber contribuido a la experiencia revolucionaria de los años 80, hemos tratado en los últimos 16 años de constituirnos como movimiento social de pobladores y pobladoras, para podernos enfrentar a la embestida del neoliberalismo en el país. Hemos venido madurando la idea de que es importante desarrollar una cultura de lucha popular en el pueblo nicaragüense, que cuestione el sistema neoliberalista y que enarbole la promoción y el ejercicio pleno de los derechos humanos. Es por eso que se ha venido creando un proceso de estructuración desde las comunidades rurales, para tener un instrumento organizador, movilizador y educador de la población.

Esta visita a los afectados por el Nemagón se inserta primeramente en un principio de nuestro movimiento que es la solidaridad. Creemos que esta situación que están viviendo los sectores de obreros y obreras agrícolas afectados por agrotóxicos ha sido la viva expresión del modelo capitalista en nuestro país.

Creemos, además, que uno de los desafíos que tenemos los movimientos sociales es nuestra articulación, porque no podemos seguir manteniendo aisladas nuestras luchas y esto es el desafío al que nos enfrentamos para superar la crisis social que estamos viviendo los nicaragüenses.

 

-Es algo que va más allá de una simple expresión de solidaridad…

-Es un primer esfuerzo con el objetivo de promocionar acercamientos, conocer estas experiencias de lucha, estas realidades de otros sectores sociales y poder desarrollar una cultura de lucha que necesitamos para promover la rebelión de los pobres en nuestro país. Necesitamos promover un nuevo sujeto político desde los movimientos sociales. Todo esto contribuye a una necesidad de estos movimientos, como es la educación política, no solamente en el aspecto teórico, sino para desarrollar la afectividad entre nosotros mismos, la solidaridad como un elemento fundamental para las personas. Compartir estas vivencias, estos testimonios vale más que cualquier teoría. Las visitas se enmarcan también en un proceso para ir consolidando los niveles de conciencia que debemos tener para impulsar la lucha que nos hemos propuesto.

La lucha de los bananeros afectados por el Nemagón o de los cañeros con IRC es una denuncia clara que cuestiona el modelo económico capitalista agroexportador y nos dice que este modelo no le conviene a Nicaragua, es nocivo y lesivo no solamente para la soberanía nacional o para el medio ambiente, sino para el futuro de las nuevas generaciones. Por lo tanto, estamos en la búsqueda de una nueva forma de producir que favorezca más a los intereses nacionales y locales y no los del mercado mundial y de las grandes transnacionales.

 

-Para los bananeros es la quinta marcha. Marcharon cuando estaban los gobiernos neoliberales y ahora marchan con la presencia del Frente Sandinista al gobierno. ¿Qué lectura dan de esta situación?

-La lectura que hacemos es que la realidad de la explotación en Nicaragua, la realidad de este modelo agroexportador no se resuelve con cambios de gobierno. Quisiera retomar el pensamiento de Carlos Fonseca cuando, antes de la caída de Somoza, nos decía que "en Nicaragua no se trataba de cambio de hombres en el poder, sino de cambio del sistema".

Creo que precisamente la lucha de los compañeros del Nemagón, de los demás afectados por agrotóxicos y de la que en su momento fue la lucha de los obreros agrícolas de Las Tunas, nos indica que no basta cambiar de gobierno. En los últimos 16 años han pasado cuatro gobiernos y ninguno de ellos ha cuestionado el modelo económico. Necesitamos crear un movimiento que cuestione el modelo existente y que además, se proponga derrumbarlo.

 

-¿Cómo cree que se debería hacer y con qué instrumentos?

-En el caso, por ejemplo, del movimiento que surgió a raíz de la lucha de los obreros agrícolas en Matagalpa se llegó a cuestionar fuertemente la tenencia de la tierra. Nos hemos abierto a nuevas experiencias introduciendo los conceptos de soberanía y seguridad alimentaria, donde necesitamos que el campesino acceda a la tierra y comience a trabajar con un nuevo modelo de producción, cambiando las relaciones sociales de producción. Hay que cuestionar a fondo el sistema y dejar de pensar que democracia es solamente ir a votar. No puede haber democracia si no hay democratización de la tierra, de la riqueza social y de su distribución. Queremos ir más allá de lo que pueden ser los intereses inmediatos de los sectores sociales, hay que pensar en intereses mucho más estratégicos y esto pasa por trastocar la economía y las relaciones sociales en Nicaragua. Por esto estamos en este esfuerzo de ir articulando los movimientos sociales, porque queremos contribuir a ir creando una estrategia diferente desde los movimientos sociales.

 

-¿Cuáles son los planes futuros de la organización que representa?

-Ya hemos participado en diferentes foros mesoamericanos para articular la lucha popular y tenemos programado compartir experiencias con los ex trabajadores azucareros afectados por la Insuficiencia Renal Crónica (IRC) de Chichigalpa y con organizaciones de los pueblos indígenas de Nicaragua, para ir conociendo sus luchas e ir poco a poco construyendo un movimiento social mucho más amplio.

 

-La lucha y las movilizaciones de los bananeros y cañeros afectados por agrotóxicos o de los obreros agrícolas de Las Tunas, han sido excepciones en un contexto de apatía generalizada que ha afectado a la mayoría de la población nicaragüense en los últimos años. ¿Qué opina de esta situación y cuáles pueden ser los elementos de cambio?

-Hay que tomar en cuenta una condición objetiva que es el empobrecimiento de la mayoría de la población en estos últimos 16 años. La gente dedica gran parte de su energía a la sobrevivencia y en una sociedad tan explotada y oprimida como la nuestra, la gente busca ingresos para no morirse de hambre y la política está siendo relegada al margen de sus intereses. Cuando nosotros hablamos de crear una cultura de lucha popular, quiere decir rescatar la rebeldía de este pueblo. Para los movimientos sociales representa un gran desafío, porque frente a esta condición objetiva lo que podemos trabajar nosotros es la parte subjetiva, que es precisamente generar conciencia política, para poder tener una práctica política consecuente con lo que queremos cambiar. Hay que considerar que existe también una clase media que es acomodada, resignada y que ya no tiene nada que ver con la clase media que fue muy beligerante contra la dictadura en los años 60 y 70. De ese sector no podemos esperar mucho en este nuevo contexto histórico.

En Managua, Giorgio Trucchi

© Rel-UITA

21 de junio de 2007

 

 

 

 

 

Fotos: Giorgio Trucchi 

 

 

 

 

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