Brasil

Tomate amarillo II, el regreso

 

En el Congreso Brasileño de Agroecología, realizado en Florianópolis entre el 17 y el 21 de octubre, en el taller sobre Salud Humana y Agrotóxicos, antes de la presentación del libro “La mafia de los alimentos en Brasil”,* fuimos informados de que en los cultivos de tomate y morrones del estado de Santa Catarina se están utilizando fungicidas mercuriales.

 

Es por todos conocido que desde hace más de 70 años los mercuriales están oficialmente eliminados de la agricultura mundial para su uso en cultivos, a causa de los efectos neurológicos nocivos en la primera, segunda y generaciones subsecuentes.

 

La acción mafiosa de las empresas comenzó con los agricultores de origen japonés que lo utilizaban para detener una bacteriosis –el “cancro de la tomatera”– que ataca otras solenáceas hortícolas.

 

En 1976, como alumno del Colegio Agrícola de Jaboticabal, tuvimos la oportunidad de participar en las acciones con las cuales el gobierno de Sao Paulo destruyó la totalidad de las plantaciones de tomate contaminadas. Un escándalo de grandes dimensiones. En función de esto los fungicidas mercuriales pasaron a ser controlados y su venta registrada por el Ministerio de Agricultura, permaneciendo admitidos sólo para tratamiento de semillas.

 

En 1980, otra vez un nipón, pero ahora en Rio Grande do Sul, vendió clandestinamente fungicidas mercuriales para uso en tomateras. Era época de dictadura, pero hicimos igualmente la denuncia y participamos solitariamente en las investigaciones junto a los burócratas de la Secretaría de Salud, acompañados por la Policía Federal.

 

Después de hallar más de 12 toneladas del producto en depósitos clandestinos, sobrevino una gran conmoción, pues el gobierno prohibió el transporte, comercio y el consumo de tomate, lo que causó un enorme perjuicio a los agricultores, víctimas de su propia ignorancia.

 

Las investigaciones fueron extendidas a todo el país, y el Ministerio no tuvo otra opción que prohibir su uso en todo el territorio nacional. Pero la mafia de los agrotóxicos preparó su vendetta, y fuimos eliminados de aquel órgano.

 

Posteriormente, logramos que por lo menos las empresas retiraran todos los residuos del país y los llevasen de regreso a Inglaterra donde serían desactivados.

 

En nuestro libro “La mafia de los agrotóxicos en Brasil” hay un capítulo denominado “El tomate amarillo”. Ahora, en oportunidad del lanzamiento de “La mafia de los alimentos en Brasil”, recibimos esa denuncia de funcionarios públicos y agricultores catarinenses. La situación es aún más grave que aquélla, porque los productos son contrabandeados desde Paraguay, pero sigue siendo fabricado por las gigantescas hermanas mafiosas en el corazón de la Unión Europea.

 

Los científicos estadounidenses ya comprobaron que el principal causante de autismo es la contaminación por mercurio orgánico.

 

Los fungicidas a base de mercurio orgánico fueron responsables en Japón de las catástrofes de Minamata e Ingata donde eran utilizados en los arrozales; luego, en el agua, los residuos se transformaban en Metil mercurio, hasta mil veces más tóxico neurológicamente y capaz de permanecer en el ambiente durante 600 millones de años. Los mercuriales se acumulan en peces, crustáceos y moluscos concentrándose hasta 2.000 veces más, y eso provocó la catástrofe en Japón, conocida como una contaminación industrial.

 

En Irak hay un hospital de las Naciones Unidas construido para atender las consecuencias de un cargamento de semillas de trigo enviado a ese país. Nunca se pudo aclarar completamente cómo semillas mexicanas podrían llegar a ser plantadas en Irak, pero era la época de la Guerra Fría, y ni siquiera lo inusitado podía ser cuestionado. Las semillas nunca fueron plantadas, sino transformadas en harina y luego en panes. En ese hospital de las Naciones Unidas sobreviven 800 pacientes, ya con la presencia de integrantes de la segunda generación de víctimas.

 

Como hace cuarenta años, las empresas inescrupulosas continúan ofreciendo mercuriales. También en la época del Colegio Agrícola, un técnico pasó un filme sobre los agricultores japoneses robando un cargamento de NEANTINA para usar en sus arrozales... Neantina es un producto Bayer.

 

Nuevamente me sentí muy apenado por los agricultores, pues sin duda ellos sufrirán otra vez las consecuencias trágicas de esta práctica.

 

Estamos enviando una copia de este artículo a ANVISA y a la Procuraduría de la República en Santa Catarina, pero no espero buenas novedades.

 

 

 

 

En Porto Alegre, Sebastián Pinheiro

© Rel-UITA

24 de octubre de 2005


 

 * Apoyado por la Federación de Estudiantes de Agronomía de Brasil (FEAB), la Asociación Brasileña de Estudiantes de Ingeniería Forestal (ABEEF), Red Ecovida y la UITA.

 

 

 

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