Uruguay

La Biodiversidad:

Una clave para alcanzar la Seguridad Alimentaria mundial

826 millones de personas padecen hambre

Con motivo de celebrarse el pasado sábado 16 de octubre el Día Mundial de la Alimentación, el director general de la FAO, Jacques Diouf, afirmó que "la diversidad encierra una de las claves para terminar con el hambre". El uso de los plaguicidas es otro tema que preocupa a la FAO, al PNUMA, a la OMS y a la Unión Internacional de Trabajadores de la Alimentación y Alimentación (UITA)

 

El viernes 15 de octubre en Roma se realizó el evento anual que conmemoró este día que coincide con la fecha de la fundación de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), en 1945. En este evento anual la FAO, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) decidieron que el eje de esta celebración versara sobre la consigna "la biodiversidad al servicio de la seguridad alimentaria". El director general de la FAO, doctor Jacques Diouf, señaló que "nuestro planeta abunda en vida y es esta gran diversidad la que encierra una de las claves para terminar con el hambre". Sin embargo añadió: "También estamos dando un toque de alarma, porque aproximadamente tres cuartas partes de la diversidad genética de los cultivos agrícolas se han perdido a lo largo del siglo pasado. Tan sólo 12 cultivos y 14 especies animales proporcionan ahora casi todos los alimentos del mundo".

 

Alimentación en Uruguay

 

La República consultó a la Regional Latinoamericana de la Unión Internacional de Trabajadores de la Alimentación y Afines (REL-UITA), en particular a Leonardo de León, coordinador del departamento de Agroecología, quien indicó tres ejes prioritarios a considerar en cuanto a la alimentación: la calidad (sanidad de los mismos), la seguridad (principio que pretende que toda la población goce del acceso a los alimentos) y la soberanía (el derecho de cada pueblo a definir sus estrategias de producción, distribución y consumo).

 

El coordinador manifestó que en Uruguay la soberanía alimentaria es casi inexistente, "dado que recibimos inversiones de empresas multinacionales que deciden el uso de la tierra, determinando qué plantar. Por ejemplo lo vemos en las empresas forestales, en los transgénicos, etc. Además, en el mundo existen 6.500 millones de habitantes, de los cuales 826 millones de personas no tienen suficientes alimentos, y de ellos el 96% viven en países en vías de desarrollo".

 

Asimismo, De León remarcó: "No hay acceso a los alimentos porque los ingresos y los recursos productivos no están equitativamente distribuidos". Por otra parte, consultado ante la calidad alimentaria explicó que "en Uruguay no hay ningún tipo de control en la residualidad de productos químicos en alimentos, a pesar de que existen algunos mecanismos establecidos".

 

Por otra parte, se refirió a un trabajo recientemente publicado por el Centro de Estudios Uruguayos de Tecnologías Apropiadas (Ceuta), que señala que entre los 11 y 12 productos químicos de categoría 1, que son los considerados altamente tóxicos, y que están prohibidos en otras partes del mundo, en Uruguay se siguen utilizando. A su vez, enfatizó sobre la necesidad de capacitación y control a la población y a los directamente involucrados como los trabajadores rurales y pequeños empresarios.

 

Uso de plaguicidas

 

Otro tema al que los organismos internacionales han dedicado especial interés es al  incremento de la protección y conciencia respecto a la intoxicación en la alimentación.

 

Según un informe conjunto denominado "Intoxicación infantil por plaguicidas: información para la promoción y la acción", los niños son quienes corren mayores peligros frente a los plaguicidas porque el comportamiento de los niños, el juego y el desconocimiento de los peligros incrementan las posibilidades de entrar en contacto con las sustancias químicas. La malnutrición y la deshidratación aumentan la sensibilidad de los mismos a los plaguicidas. Actualmente, alrededor de 200 millones de niños sufren de malnutrición.

 

Todos los años se registran entre un millón y cinco millones de casos de intoxicación por plaguicidas, con varios miles de muertes, niños incluidos. "Casi todos los casos de intoxicación se presentan en las zonas rurales de los países en desarrollo, donde la protección suele ser inadecuada o inexistente. Aunque estos países utilizan el 25% de la producción mundial de plaguicidas, en ellos se da el 99% de las muertes por intoxicación con estas sustancias", añade el informe.

 

Vías de contacto

 

La intoxicación por plaguicidas puede darse por inhalación, consumo de alimentos o de líquidos, o a través de la piel o de las mucosas. Los síntomas de intoxicación aguda oscilan desde la fatiga, mareos, náusea y vómitos, hasta efectos respiratorios y neurológicos que pueden poner en peligro la vida. El contacto crónico e incluso de bajo nivel con los plaguicidas se ha asociado al cáncer, a defectos de nacimiento y daños del sistema nervioso y del endocrino.

 

La producción de alimentos en suelos contaminados o cerca de éstos, utilizar agua contaminada en los cultivos o para lavarse exponen en particular a las personas y a los niños al peligro de intoxicación.

 

También cuando una mujer embarazada entra en contacto con algún plaguicida, expone a su bebé que está por nacer. Los niños pequeños pueden entrar en contacto con plaguicidas persistentes y bioacumulativos a través de la lactancia. Por lo tanto, es crucial proteger a las mujeres encinta y lactantes contra el contacto con contaminantes químicos.

 

La pobreza, una causa

 

La pobreza puede exponer a los niños a situaciones de gran peligro. En los hogares pobres, los niños a menudo trabajan en la parcela de la familia, donde se utilizan plaguicidas. Los usuarios de los plaguicidas, comprendidos los adolescentes, a veces no tienen equipo de protección, como guantes y máscaras, y no reciben capacitación. En consecuencia, a menudo aplican los plaguicidas trabajadores jóvenes que lo hacen sin cuidado y sin protección.

 

En muchos países en desarrollo, la comercialización y la venta de plaguicidas no suele estar reglamentada o es ilegal. Fórmulas con etiquetas que no consignan el contenido real o sin etiqueta, incluso soluciones caseras y envasadas en botellas de refrescos, se venden en puestos al aire libre. Los bajos precios de venta al menudeo promueven la utilización de plaguicidas, pero la falta de una legislación adecuada y de mecanismos para imponer su cumplimiento no contribuye a combatir los peligros que representan estas sustancias.

 

 

Diario La República

 18 de octubre de 2004

 

 

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