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Los países de América Latina y el Caribe 
producen 40 por ciento más alimentos de los que consumen “lo 
que claramente evidencia que la inseguridad alimentaria de 
la región –calculada en 52 millones de latinoamericanos y 
caribeños con malnutrición- no está determinada por la 
escasez de alimentos sino por la falta de acceso a los 
mismos”, aseveró el Sistema Económico Latinoamericano y del 
Caribe (SELA), creado en 1975 para impulsar la 
cooperación e integración entre las 28 naciones que lo 
conforman con estrategias comunes en materia económica.   
Como una medida para solucionar el problema de inseguridad 
alimentaria, el organismo regional pretende impulsar el 
desarrollo de las cooperativas agrícolas y minindustrias 
alimentarias, de acuerdo con las conclusiones de un foro que 
el SELA auspició en Cuba durante la semana que 
concluyó, junto con la Organización de Naciones Unidas para 
la Agricultura y la Alimentación (FAO), la Comisión 
Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), y 
la Organización de Naciones Unidas para el Desarrollo 
Industrial (ONUDI).   
El SELA acordó que la Asociación Nacional de 
Agricultores Pequeños de Cuba (ANAP) presentará 
proyectos pilotos de pequeñas y medianas agroindustrias para 
que el organismo interactúe con instancias internacionales, 
regionales y de algunos países de América Latina y el
Caribe relevantes en este sector, y se valoren y 
diseñen programas de cooperación internacional.   
José Rivera Banuet, 
secretario del SELA y quien inauguró el foro, destacó 
que las cooperativas de Brasil comercializan hasta 83 
por ciento del trigo de ese país y 68 por ciento de la leche 
fresca. En líneas generales son responsables de 10 por 
ciento del producto interno bruto (PIB) de Brasil, de 
40 por ciento de la exportación agrícola y de 30 por ciento 
de empleos en dicho sector, precisó.   
Pero no es el único caso: en Colombia, las 
cooperativas se hacen cargo de 35 por ciento de la 
comercialización de la leche fresca y 6 por ciento del total 
de las exportaciones de café, mientras que la organización 
que han alcanzado las cooperativas de Chile y 
Nicaragua no sólo elevaron la eficiencia en la 
producción y comercialización de ciertos productos 
agrícolas, sino que se involucran en la educación y 
capacitación de sus integrantes mediante la creación de 
fondos especiales a partir del superávit que consiguen de su 
producción.   
La consolidación de las cooperativas alcanza tal nivel, dijo
Rivera Banuet, que también se han transformado en 
compañías agoexportadoras en expansión, como ha sucedido en
Costa Rica y Uruguay.   
Para el SELA, las cooperativas tienen un papel 
fundamental entre las micro, pequeñas y medianas empresas y 
la economía rural latinoamericana porque mejoran la 
eficiencia y competitividad de muchos agricultores y 
ganaderos, permitiéndoles a éstos acceder a nuevas 
tecnologías y conocimientos pero también mejorando su poder 
de negociación frente a otros sectores económicos y 
sociales, así como instituciones públicas y de cooperación 
internacional.   
Advirtió que hoy, como pocas veces antes, hay un consenso 
generalizado en América Latina de que la promoción 
del desarrollo con inclusión social implica obligatoriamente 
priorizar la satisfacción de las necesidades alimenticias 
básicas de nuestra población. Más aún porque el hambre y la 
desnutrición contribuyen a la generación de un ciclo 
infinito de pobreza, caracterizado por altas tasas de 
mortalidad materna, desnutrición infantil y retraso en el 
desarrollo cognitivo.   |