Uruguay

Primera protesta pública contra medidas de la izquierda

“La gente votó para que el país cambie”

 

El nuevo Ejecutivo progresista de Uruguay debió sufrir el fin de semana pasada la primera concentración pública en rechazo a algunas de sus decisiones. Los grupos y organizaciones que la promovieron, que además se sienten partícipes de la llegada de la izquierda  al gobierno, manifestaron a favor de la estatización inmediata de

los servicios de agua potable y en contra de la instalación

de dos plantas de celulosa europeas.

 

 

La concentración, desarrollada el viernes 27 en una céntrica plaza de Montevideo y en la que participaron entre varios cientos y unas 2.000 personas, según  la fuentes, fue convocada por un abanico de organizaciones sindicales, ambientales, sociales, grupos políticos integrantes de la coalición gobernante Encuentro Progresista-Frente Amplio (EP-FA) y personalidades como el escritor Eduardo Galeano, orador en el acto. También se hicieron presentes delegaciones de asociaciones y partidos de Argentina, Chile y de la región española de Galicia.

 

“Esta no es una concentración contra el gobierno. Yo diría que al revés: está alimentada por una esperanza colectiva, por una esperanza que compartimos todos de que el gobierno escuche estas voces, y no sólo las de los que lo urgen a adoptar decisiones apresuradas en relación con temas fundamentales para el país”, dijo Galeano desde la tribuna. “Hay decisiones que toman 15 o 20 minutos pero después tienen consecuencias durante siglos”, agregó.

 

Galeano aludía así a la resolución del gobierno del socialista Tabaré Vázquez de aceptar la construcción, en la litoraleña ciudad de Fray Bentos, vecina a Argentina, de dos plantas de celulosa a cargo de la empresa finlandesa Botnia y de la española ENCE.

 

El acto estaba convocado también para protestar contra un decreto del viernes 20 por el cual se autoriza a las empresas privadas prestatarias de servicios de agua potable y saneamiento en el país a que sigan operando hasta que venzan los contratos que firmaron con el Estado o que éstos sean revocados por algún tipo de incumplimiento.

 

El 31 de octubre de 2004, en el mismo acto eleccionario que marcó el triunfo de la izquierda, casi 65 por ciento de la ciudadanía uruguaya votó a favor de una reforma constitucional que determinó la estatización de esos servicios. El EP-FA fue parte de las organizaciones que promovieron la reforma, pero una vez que ésta fue aprobada comenzaron en su interior las discusiones respecto a cuándo debería comenzar a regir la norma.

 

Los sectores mayoritarios de la coalición terminaron alineándose con la posición defendida, entre otros, por el ministro de Economía Danilo Astori e interpretaron que el nuevo texto constitucional no puede ser aplicado de forma retroactiva y que los contratos firmados antes del 31 de octubre deben ser “honrados”. Sólo después que éstos finalicen la estatización sería efectiva.

 

De hecho, habrá que esperar hasta 2018 para que la reforma entre en vigencia, porque ése es el año en que concluye el contrato que liga al Estado con la empresa de capitales catalanes Aguas de la Costa. Las otras firmas privadas que prestan actualmente servicios de agua potable y saneamiento dejarán de hacerlo, en función de que a una de ellas (Uragua, mayoritariamente controlada por la vasca Aguas de Bilbao) se le revocará la concesión por incumplimiento y otras 12 pequeñas firmas y cooperativas que lo hacían en algunas localidades no tenían contratos formales habilitantes.

 

La Comisión Nacional en Defensa del Agua y de la Vida (CNDAV), en la que el EP-FA tenía, y tiene, representación, estima en cambio que tanto la letra como el espíritu de la reforma estipulan claramente el cese inmediato de todos los contratos con privados.

 

Este lunes 30, la CNDAV y el sindicato de funcionarios de la empresa estatal de agua OSE (FFOSE) presentaron ante el Poder Ejecutivo un recurso de revocación contra el decreto del 20 de mayo. De no ser aceptado, como se presume, elevarán al Tribunal de lo Contencioso Administrativo un recurso de nulidad. “La voluntad del pueblo no se interpreta, se acata. Con la

Constitución todo, sin la Constitución nada”, proclaman  volantes elaborados por la CNDAV.  FFOSE prepara por su lado un paro de actividades de 24 horas.

 

Básicamente, el argumento que ha  llevado  al gobierno  a aceptar, por un lado, la implantación de las dos plantas de celulosa y, por el otro, a postergar la validez plena de la “reforma del agua” es el mismo: dar “certezas a los inversores” de que Uruguay “honra” los contratos que firma, en el entendido de que esas inversiones son generadoras de empleo y portadoras de desarrollo. En ambos casos, además, el Ejecutivo de izquierda puede aducir que es heredero de decisiones tomadas por gobiernos anteriores, ya que los acuerdos iniciales con Botnia y ENCE fueron suscritos bajo la administración de Jorge Batlle y los convenios con las prestadoras de servicios en agua y saneamiento datan de otras gestiones conservadoras.

 

“Hay sectores en el Frente Amplio que creen que es un mérito continuar la política que se venía realizando antes. Yo creo sin embargo que no se votó eso, que la gente votó para que el país cambie”, comentó Galeano a la prensa, Rel-UITA incluido, al término de la concentración del viernes 27.

 

De la misma opinión fue, por ejemplo, Julio Faravelli, de la Comisión Nacional de Organizaciones Sociales del Uruguay. “Nos hubiera gustado evitar esta primera concentración contra resoluciones del gobierno. Tal  vez para muchos sectores de la población actuamos de manera precipitada, pero nosotros, así como aplaudiremos cuando las cosas se hagan bien, diremos nuestra discrepancia cuando pensemos que se está yendo contra los intereses del país”, dijo Faravelli a SIREL.

 

“Este es mi gobierno, pero se está planteando una contradicción en una zona tremendamente delicada como el funcionamiento democrático de la sociedad: en el tema del agua el pueblo votó una cosa, y el Poder Ejecutivo decidió algo limitativo a lo que expresó la voluntad de la gente. Esto me preocupa”, declaró por su lado a Rel-UITA Carlos Coitiño, representante del Frente Amplio en la CNDAV.

 

“Hay que tener en cuenta, eso sí, que accedimos al gobierno pero no al poder, y aquí hay un problema de intereses sociales. Yo no quiero a mi gobierno por encima de las clases, lo quiero priorizando a los más necesitados”, agregó Coitiño, que es también dirigente del  Partido por la

Victoria del Pueblo, un pequeño grupo de origen anarquista.

 

Eduardo Rubio, dirigente de otra pequeña organización miembro de la coalición de izquierda, el Movimiento 26 de Marzo, se declaró a su vez dolorido por “participar en una movilización cuando está al frente del país la fuerza política con la cual conquistamos el gobierno, justamente para cambiar la sociedad y el país neoliberal que heredamos”. Sin embargo, se

dijo decidido a “seguir luchando” tanto para evitar que Botnia y Ence concreten sus planes como para lograr que el gobierno “cumpla la reforma constitucional del agua”.

 

“Porque fui votante del Frente Amplio es que me siento con mucho más derecho a discrepar con aquellos que tienen que ser mis representantes”, consideró el ingeniero químico Ignacio Stolkin, integrante de la Comisión Multisectorial.

 

El gobierno uruguayo no puede “usar idénticos simbolismos a los usados por otros. Por ejemplo, las famosas inversiones, en aras de las cuales se justificaría cualquier cosa”, dijo Stolkin a Rel-UITA.

 

A principios de mayo Stolkin  protagonizó una polémica pública con el nuevo subsecretario del Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente, Jaime Igorra, quien calificó de “ecofascistas” a grupos ecologistas (que no identificó) opuestos a la construcción de las plantas de celulosa.

 

“Somos parte del  cambio político histórico que hubo en el país pero queremos que ese cambio sea profundo y que cuestione y vuelva a discutir políticas que no deseamos más para Uruguay ni para esta región”, dijo a Rel-UITA Adriana Marquisio, una de las máximas exponentes de la CNDAV y dirigente de FFOSE.

 

“Esto no es sólo una batalla uruguaya, es una batalla de los pueblos latinoamericanos y del mundo en contra de un modelo capitalista depredador que ha excluido a los más débiles del acceso a necesidades básicas como el agua, la energía, el combustible, los recursos naturales. No vamos a dejar que se siga vaciando al continente de sus recursos naturales, no vamos a dejar que se siga vaciando a los pueblos de la decisión de mantener su soberanía nacional. El modelo económico sigue haciendo presión sobre los gobiernos de nuestros países, y resistir a ello forma parte también del compromiso del  movimiento social y sindical”, proclamó la secretaria general del gremio de funcionarios de la empresa pública del agua.

 

Varios de los interrogados por Rel-UITA pusieron el énfasis en dos temas: la pesada herencia legada al actual gobierno por sus predecesores conservadores, que le restringiría enormemente el margen de maniobra, y la ignorancia, o la mala información, del Ejecutivo en temas ambientales.

 

Mari Cárcamo, integrante de la Red de Acción contra los Plaguicidas de América Latina (RAP-Al), subrayó, refiriéndose al caso de las plantas de celulosa: “En el gobierno no saben lo que están haciendo desde el punto de vista ambiental. Dicen que van a poder controlar el funcionamiento de esas instalaciones para evitar daños graves al ambiente, pero no tienen las

herramientas necesarias para hacerlo. No dudo de su voluntad en ese sentido, como tampoco de la voluntad del gobierno finlandés, algunos de cuyos integrantes me afirmaron que iban a realizar controles. Pero estamos hablando de dos enormes monstruos, de capitales transnacionales independientes de los gobiernos”, observó.

 

“Seguramente en Uruguay, una vez instaladas las dos plantas, van a aumentar las emisiones de dioxinas y furanos, en vez de reducirse, como nos obliga a hacerlo el Convenio de Estocolmo, del cual este país es signatario”, pronosticó.

 

El gobierno está tomando decisiones muy apresuradas que pueden hipotecar al país por los próximos cien años, como en el caso de las celulosas. Tenemos que ayudarlo haciéndole notar sus equivocaciones, diciéndole: “por aquí no, por este camino vamos mal y queremos un país en que no sea extranjerizado ningún recurso, en particular la tierra y el agua”, expresó la ingeniera agrónoma Anahit Aharonián, de la Comisión Multisectorial.

 

Raquel Núñez, del Grupo Guayubira, sostuvo que “éstos son temas estratégicos, que van a definir nuestro futuro, por lo que es esencial que todas las voces sean escuchadas”. “Me imagino ­dijo- que las autoridades uruguayas están empantanadas en la herencia maldita que recibieron y en consideraciones económicas bastante alejadas de la gente. El gobierno debe

mirar hacia ésta”.

Eduardo Galeano destacó “el error” del presidente Vázquez al referirse a la escasa incidencia sobre el ambiente que han tenido las empresas papeleras actualmente en funcionamiento en la provincia argentina de Entre Ríos. Unos 40.000 habitantes de la ciudad entrerriana de Gualeguaychú, y dos mil uruguayos de Fray Bentos, protagonizaron el 30 de abril, en el puente sobre el río Uruguay que separa a ambos países, una enorme manifestación contra la construcción de las papeleras.

 

“Creo que Vázquez se equivoca. Justamente por tener varias papeleras funcionando los habitantes de la ciudad de Gualeguaychú saben de qué se trata, como lo saben en  Valdivia, Chile. Habría que leer con mucha atención los informes técnicos de la Universidad de Valdivia sobre las barbaridades que ha hecho una papelera en términos muy semejantes a los de la inversión que se anuncia ahora, ofreciendo también el oro y el moro en trabajo y en inversiones y asegurando que no iba a contaminarse nada. Los primeros que murieron fueron todos los cisnes del lago. De ahí en adelante el informe técnico de la Universidad advierte sobre daños a la salud humana muy graves que no se perciben en el corto plazo”.

 

La celulosa de Valdivia, cerrada en varias oportunidades por el gobierno chileno, pertenece a la finlandesa Botnia, la misma que se instalaría en Uruguay.

 

También los representantes de delegaciones extranjeras manifestaron su deseo

de que el gobierno de izquierda uruguayo “reaccione”.

 

Así lo expresaron Andrés Rivas, periodista de Radio Máxima de Gualeguaychú, Alicia Muñoz, integrante de RAP-Al Chile y de la Asociación Nacional de Mujeres Rurales Indígenas de ese país, y Jesús Gómez Miño, miembro de la Comisión Nacional de Migración del Bloque Nacionalista de Galicia, región española donde la empresa ENCE causó graves daños al ambiente.

 

Rivas llegó a pronosticar, en caso de que el Ejecutivo uruguayo no cambie de posición, la posibilidad de un conflicto binacional. “La cancillería argentina hizo un pedido expreso a Uruguay de que se suspendiera por 180 días la construcción de las plantas de celulosa para relocalizarlas lejos del río Uruguay, y no pasó nada. Lamentablemente, del lado argentino se están haciendo oír posiciones extremistas de gente que habla de volar los puentes internacionales, de volar la ruta. Tenemos esperanzas de que Tabaré Vázquez se dé cuenta que es más importante la hermandad entre los pueblos que las relaciones con los organismos internacionales”.

 

Galeano también confía en que “las cosas cambien”. “Siempre se está a tiempo de cambiar. Pero eso va a depender mucho de que haya presión popular, que la gente de veras se haga notar en la calle sin el miedo de que toda discrepancia sea confundida con una herejía o un pecado de traición”, concluyó el escritor.

 

Daniel Gatti

Entrevistas: Rubén Yizmeyián

© Rel-UITA

30 de mayo de 2005

 

 

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