Argentina

La experiencia de Buenos Aires

 

“El consorcio que ganó la licitación está controlado por la gran empresa francesa Suez Lyonnaise des Eaux y ganó la concesión por ser el consorcio que ofreció el mayor descuento sobre la tarifa que en ese momento cobraba la muy eficiente Obras Sanitarias de la Nación. El marco regulatorio establecía explícitamente que ese nivel tarifario que había ofrecido lo que se llamó después Aguas Argentinas, no podía incrementarse sino que más bien tenía que ir disminuyendo durante por lo menos un lapso de 10 años.

 

Lo que se vio inmediatamente es que fue una oferta oportunista, es decir, que ofertaron el menor nivel de tarifas y el mayor descuento sobre la tarifa porque sabían que después algún tipo de artilugio de vinculación con el poder político iba a permitir que esos niveles tarifarios se incrementaran.

 

Al tiempo que la empresa empieza a prestar el servicio en mayo del 93, empieza también a pedir renegociaciones, cambios en las tarifas porque con las tarifas que ella misma había ofrecido no puede invertir, y entonces el Estado de alguna manera tenía que resarcirla. Lamentablemente, el gobierno argentino era muy obediente y empezó a recomponer la ecuación tarifaria incorporando cada vez más los cargos fijos –lo que se paga consuma lo que se consuma– y a incrementar las tarifas. Entre 1993 y 2002 hubo más o menos 4 renegociaciones que derivaron en fuertes aumentos tarifarios aunque el marco regulatorio lo prohibía. En ese lapso el incremento tarifario fue del orden del 90 por ciento.

 

Por otra parte, esta situación tuvo impactos distributivos muy negativos. Mientras el 10 por ciento más pobre de la población destina el 9 por ciento de sus declinantes ingresos al pago del servicio de agua potable y saneamiento, el 10 por ciento más rico destina apenas un 1 por ciento de sus ingresos a ese fin. Esto se constata en los procesos de privatización de muchos países. Buena parte de los incrementos fueron aprobados por el gobierno argentino bajo el argumento de que si la empresa tenía mayores ingresos, se iban a incrementar las inversiones generando una mayor expansión en redes de agua y saneamiento. Sin embargo se registraron tremendos déficits en materia de expansión de ambos servicios puesto que lo comprometido en el contrato de concesión dista mucho de lo que realmente se hizo.

 

Otro elemento que muestra a las claras los perjuicios de la gestión de Aguas Argentinas sobre los sectores más pobres de la sociedad, es el hecho de que la empresa tenía que hacer una planta de tratamiento de residuos cloacales en la zona más pobre del conurbano bonaerense que es la localidad de Berazategui; sin embargo, el gobierno de Menem habilitó que en lugar de hacerla ahí se hiciera en la zona más paqueta de Buenos Aires que es Puerto Madero.

 

La empresa colocó la frutilla en la torta haciendo una discrecional utilización de las napas freáticas lo que derivó en una cosa terrible, que es que muchos hogares del conurbano bonaerense están inundados con aguas cloacales.

 

En este contexto de cero riesgo, entre 1994 y 2001, Aguas Argentinas tuvo una tasa de ganancia del orden del 13 por ciento. Para tener una idea de lo altísimo de estas ganancias, hay que considerar que las 200 empresas más grandes de la Argentina tuvieron en el mismo período una tasa de ganancia del 3 por ciento, y en Francia, Estados Unidos o Inglaterra, una tasa de ganancia normal entre comillas para una empresa que presta el servicio de agua se ubica en el orden del 6 por ciento. A pesar de estas ganancias, hoy la deuda de la empresa es casi 4 veces su facturación, es decir que es absolutamente insolvente”.

 

(Extractado de la intervención del sociólogo argentino Martín Schorr en el Foro Social Uruguay)

 

 

Virginia Matos

© Rel-UITA

29 de setiembre de 2004

 

 

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