¡Agua sí, gasolina no!

Con esta sencilla y contundente afirmación, los vecinos de Cuautla resumen su lucha contra la instalación de la gasolinera Milenium 3000. No están solos, en ningún sentido. Según trajo a la luz el recorrido de la otra campaña, hay luchas similares en Cuernavaca y Morelia. También las hay en muchas otras partes del país y del mundo, porque las gasolineras son un factor de contaminación de aire, agua y suelo, que si tuviéramos todos los datos, nadie toleraría tener cerca de su vivienda o de la escuela de sus hijos.

 

Las gasolineras son fuertes contaminadoras del aire, porque concentran los efectos nocivos de la emisión de gases de los automóviles y los vapores de gasolina (algunos probados carcinógenos), afectando a vecinos, clientes y trabajadores. Pero también tienen un potencial de alto riesgo sobre suelos y acuíferos, debido a las filtraciones de los tanques de depósito y a la mezcla de desechos de este tipo de actividad, que incluyen además grasas y aditivos.

 

En Estados Unidos hay cerca de 400 mil sitios declarados brownfield, que son zonas que tienen tal nivel de contaminación química del suelo, que no pueden volver a utilizarse para ningún fin, más que con largos y costosos procesos de remediación. La mayoría de éstos son lugares donde en algún momento hubo una gasolinera.

 

En el caso de la gasolinera Milenium 3000 en Cuautla, se magnifica además el riesgo de contaminación del agua subterránea, debido a que la construcción (basada en múltiples "irregularidades") se hizo a sólo 350 metros del pozo El Calvario, que forma parte del importante acuífero Cuautla-Yautepec. Ya durante la construcción de los cajones subterráneos donde posteriormente se depositaron tres tanques con capacidad de 80 mil litros cada uno, el agua subterránea del acuífero inundó los cajones haciendo que los tanques flotaran. Esto se puede apreciar claramente en una filmación realizada por los vecinos durante la construcción. El Calvario tiene un carácter estratégico por ser uno de los pocos pozos brotantes de México y por abastecer al 80 por ciento de la población de la ciudad. Este y otros factores hicieron que el movimiento que comenzó siendo barrial, involucre actualmente a toda la ciudad de Cuautla.

 

Antes de este sexenio existían cinco gasolineras en Cuautla, que cubrían la demanda de la población. Actualmente hay 15 gasolineras y cinco gaseras. Según el investigador Andrés Barreda, integrante del Frente por la Defensa del Agua en Cuautla, esto no es casualidad, sino que se repite en muchas entidades, como parte del proyecto encubierto de privatización de Pemex, que está facilitando un sobrestablecimiento de gasolineras a prestanombres de las trasnacionales del petróleo, que preparan su desembarco también en el área de distribución de gasolina en México.

 

Desde el comienzo del movimiento, iniciado por mujeres del barrio Manantiales, las preocupaciones de los vecinos fueron objeto de burla y calumnias, o simplemente ignoradas, en un juego compartido entre la presidencia municipal y diversas autoridades del estado de Morelos, que parecen solamente interesados en apoyar a Rafael Anguiano Aranda, dueño de la gasolinera, soslayando los peligros a los que se expone a la población. Ya en 2001, ignoraron la decisión comunitaria del pueblo de Cuatlixco, que se manifestó en contra del proyecto, así como luego lo hicieron con los vecinos de Manantiales. Los integrantes del Frente en Defensa del Agua de Cuautla han ido encontrando todo tipo de irregularidades: hay violación de normas de uso de suelo, se comenzó la obra sin licencia de construcción, sin aprobación de protección civil y de tránsito, sin un estudio de impacto ambiental adecuado, que reconozca, por ejemplo, algo tan grave como la presencia del acuífero Cuautla-Yautepec a sólo dos metros de profundidad, la cercanía del pozo El Calvario y el riesgo de contaminarlos.

 

Por el contrario, la Comisión Estatal de Agua y Medio Ambiente (CEAMA) de Morelos, que tomó unilateralmente la decisión de aprobar la construcción de la gasolinera, "explicó" a los vecinos que podrían haber impugnado la decisión en ese momento. Claro, si se les hubiera informado de esa posibilidad, lo cual no hicieron, porque "no tienen obligación legal de hacerlo". Agregaron que las normas de seguridad de Pemex son tan altas –como demuestran los múltiples accidentes que han sufrido en los últimos años–, que "podrían construir una gasolinera en medio del mar" y, que ya se construyó una gasolinera en Temixco, en condiciones similares, por tanto "en Cuautla no va a pasar nada, porque en Temixco no ha pasado nada" (sic). Paradójicamente, Javier Bolaños, ex-director de la CEAMA, fue uno de los organizadores del cuarto Foro Mundial del Agua –donde se dedicaron a promover la privatización del agua– conoce perfectamente los riesgos reales que negó a los vecinos.

 

 

Pese a las muchas maniobras y amenazas a que los han sometido, la lucha de los vecinos contra Millenium 3000 seguirá hasta cancelar el proyecto. Pero ya no termina allí. La experiencia de estos años ha sido un manual didáctico de que sólo la lucha activa de los pobladores garantizará la decisión sobre sus condiciones de vida. Ahora, junto a muchos otros movimientos locales, ven que la gasolinera es apenas un síntoma más de los múltiples impactos del crecimiento urbano descontrolado, contraparte lógica del proceso de desmantelamiento de la vida campesina, solamente para favorecer a los ricos y las empresas.

 

 

Silvia Ribeiro

10 de mayo de 2006

 

 

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