"La situación es tan grave que no sólo desaparecen 
                    especies sino directamente los ecosistemas (...) De la 
                    naturaleza estamos haciendo algo casi arqueológico", dijo a 
                    EFE Claudio Bertonatti, editor de la revista de la Fundación 
                    Vida Silvestre Argentina.
                    
                     
                    
                    "En este momento muchos ecosistemas en Argentina están 
                    sufriendo un proceso de destrucción. Podría ser declarado en 
                    emergencia forestal. A principios de 1900 había 105 millones 
                    de hectáreas de bosques y selvas. El último censo forestal 
                    nos dice que a Argentina le quedan 22 millones de 
                    hectáreas", agregó.
                    
                     
                    
                    El experto sostuvo que en Argentina se está 
                    produciendo una destrucción de ambientes naturales debido al 
                    avance de las fronteras agrícolas, lo que transforma grandes 
                    bosques y selvas en plantaciones de arroz, pino, tabaco, 
                    caña de azúcar y soja.
                    
                     
                    
                    "La desaparición de las masas boscosas está 
                    directamente asociada a la expansión de la frontera 
                    agrícola. Cada vez se convierten más campos agrestes en 
                    campos de soja. Hay una fiebre de la soja, con una visión 
                    muy a corto plazo porque no dejan una hectárea de bosques y 
                    selvas, que reúnen una gran biodiversidad", explicó 
                    Bertonatti.
                    
                     
                    
                    Para Argentina, tercer productor mundial de soja, 
                    detrás de Estados Unidos y Brasil, el peso de esta 
                    oleaginosa es decisiva en su economía, puesto que representa 
                    casi un cuarto del total del valor de las ventas externas.
                    
                     
                    
                    "Es una lucha difícil porque nuestros interlocutores 
                    son muy poderosos y los gobiernos los escuchan más a ellos 
                    que a nosotros (los ambientalistas)", dijo el experto.
                    
                     
                    
                    La Fundación Vida Silvestre creó un foro abierto con 
                    el sector de la soja con la idea de intercambiar opiniones y 
                    orientarlos en su expansión sobre tierras agrícolas que ya 
                    han sido explotadas, no mediante el desmonte de bosques y 
                    selvas bien conservadas.
                     
                    
                    La pregunta central que plantea esta iniciativa es si 
                    es posible un desarrollo agropecuario compatible con la 
                    conservación.
                    
                     
                    
                    "Desmontar las plantaciones de soja es hoy utópico. 
                    Decimos que hay que extraer madera de los bosques pero no 
                    arrasarlos. Hoy donde había un bosque y gente que vivía de 
                    él, hay desiertos, soja por todos lados, casas aisladas y 
                    hambre porque cuando desmontaron las tierras se llevaron 
                    todos sus recursos", dijo.
                    
                     
                    
                    La deforestación, la transformación de los ambientes 
                    naturales en cultivos, el impacto de grandes obras de 
                    ingeniería, la contaminación, la urbanización, la caza y 
                    pesca furtiva y el tráfico de vida silvestre deriva en la 
                    destrucción de los ecosistemas, con la consecuente 
                    desaparición de especies animales y vegetales.
                    
                     
                    
                    En Argentina, se conocen unas 2.500 especies de peces, 
                    anfibios, reptiles, aves y mamíferos, además de unas 9.000 
                    de plantas, pero más de 500 especies de animales y unas 250 
                    de plantas están en peligro de extinción.
                    
                     
                    
                    "Las especies más amenazadas son los caracoles de 
                    Yacyretá, el venado de las pampas, la mojarra desnuda, el 
                    aguará guazú y el yaguareté", explicó Bertonatti.
                    
                     
                    
                    Hay dos especies que ya se extinguieron en el país 
                    sudamericano: el zorro lobo de las Islas Malvinas, que 
                    desapareció en 1876, y el guacamayo azul, cuyo último 
                    avistamiento fue en 1950 en Uruguay.
                    
                     
                    
                    En Argentina hay 250 áreas protegidas, en parques 
                    nacionales y provinciales, que representan el 5,6 por ciento 
                    de su superficie total y suman unas 15 millones de 
                    hectáreas, pero el 90 por ciento de ellas carecen de 
                    cuidado.
                    
                     
                    
                    "Son reservas de papel (...) Se hace muy poco por 
                    conservar la riqueza de Argentina porque no hay una vocación 
                    de cuidar el patrimonio, ya sea natural o cultural", agregó.
                    
                    
                    
                     
                    
                    
                    
                     
                    
                    
                    Lucila Sigal
                    
                    
                    EFE
                    
                    
                    12 de enero de 2005