El 
					ingeniero químico Ignacio Stolkin y un grupo de técnicos y 
					científicos uruguayos de vasta experiencia vienen dando, 
					desde fines de 2004, una batalla ideológica persistente 
					contra la instalación de plantas de celulosa en el país. 
					Parten de un análisis minucioso de los aspectos científicos 
					y técnicos del informe de impacto ambiental presentado por 
					la empresa Botnia y de la decisión de la Dinama que aprueba 
					la propuesta.
					
					 
					
					Stolkin fue 
					uno de los fundadores del instituto y de la carrera de 
					ingeniería química en Uruguay, fue docente de las facultades 
					de Química y de Ciencias, trabajó varios años en el exterior 
					(Alemania, Ecuador y, en especial, Suiza) en funciones 
					docentes y de investigación, se doctoró y creó el primer 
					laboratorio en el mundo para el estudio de la silicosis.
					
					 
					
					-Desde 
					la presentación pública del informe de impacto ambiental del 
					proyecto de planta de celulosa de Botnia, usted ha sido un 
					férreo impugnador de la propuesta. ¿Por qué?
					
					-Es de amplio conocimiento a nivel mundial que, a pesar de 
					los esfuerzos de la ciencia, no ha sido posible reducir en 
					forma satisfactoria los impactos negativos físico-químicos, 
					biológicos y socioeconómicos de las plantas de producción de 
					pulpa de celulosa. Si le sumamos a esto la falta de calidad 
					científica y técnica del informe de impacto ambiental 
					presentado por la empresa, la conclusión debería haber sido 
					no permitir el inicio de la construcción en nuestro país de 
					una planta industrial en tales condiciones. Más que un 
					riesgo, es una catástrofe previsible.
					
					 
					
					-En la 
					hipótesis de que estos proyectos salgan adelante, ¿cómo se 
					debería estructurar desde el Estado uruguayo un control de 
					los distintos factores de riesgo que supone el 
					funcionamiento de plantas de celulosa con las tecnologías 
					proyectadas?
					
					-En español, controlar tiene dos acepciones. Una es comprobar 
					o registrar -ésta es de carácter histórico-. La otra es 
					registrar y actuar -ésta tiene un carácter ejecutivo-. El 
					problema del control es siempre un problema dinámico, y de 
					ahí viene la dificultad. Cuando se trata de un proceso que 
					maneja grandes masas, la inercia del sistema es enorme y lo 
					importante es tener un método que permita detener los flujos 
					con gran velocidad, antes de que la contaminación ponga en 
					peligro el medio en que nos encontramos. Cuando digo el 
					medio no estoy hablando de los pajaritos solamente, sino del 
					ser humano en el centro, como juez y parte. Si los cisnes se 
					murieron en Chile, ya es un aviso enorme para tener en 
					cuenta que eso me va a matar a mí. De forma que lo que hay 
					que prever -si esto llegara a funcionar- son sistemas de 
					alta velocidad que permitan, en un momento determinado, 
					cortar. Parar un proceso de producción de las dimensiones 
					propuestas es muy complejo. Hay que imaginarse madera en 
					trozos dentro de un reactor, en medio de un líquido que está 
					reaccionando, con altas temperaturas, y que puede llegarse a 
					producir una sobreebullición capaz de romper el estado 
					estacionario y producir algo así como “pequeñas explosiones 
					en cadena” en el medio líquido. Entonces, ¿cómo se para eso 
					de golpe si en un momento determinado se genera un desborde 
					tal que puede ir todo hacia el río? Debe tener enormes 
					recipientes para recibirlo y contenerlo.
					
					 
					
					-¿Estos 
					son elementos que debe tener la propia planta para esa 
					eventualidad?
					
					-Claro. En el estudio de impacto de Botnia dan a entender que 
					van a tener lugares para mitigar, pero nadie entiende cómo 
					se puede hablar de la forma de combatir posibles desastres 
					sin haber presentado un diseño concreto del proceso.
					
					 
					
					-Gran 
					parte del informe de impacto ambiental de esta empresa está 
					constituida por declaraciones de intención, no son 
					propuestas concretas de cómo van a resolver los problemas, y 
					en donde dice que van a cumplir las normas europeas...
					
					-No son las normas europeas, ¡cuidado! Lo que se comprometen 
					a cumplir es lo que dice la directiva de IPPC (integrated 
					pollution prevention and control, prevención y control 
					integrados de la contaminación), que son los mejores 
					resultados obtenidos por las mejores técnicas conocidas. No 
					es lo mismo que las normas. Es decir que están adoptando los 
					males que tienen, para decir que a éstos los van a respetar.
					
					 
					
					-Aun si 
					fuera así, habría que exigirle a las empresas lo mismo que 
					en Europa en cuanto a destinar un 20 por ciento de la 
					inversión total a los estudios y medidas de mitigación de 
					los impactos, algo que las explicaciones del gobierno 
					uruguayo no terminan de aclarar. Pero además, para asegurar 
					que todo esto se cumpla, el Estado debe contar con una 
					capacidad propia de control y verificación.
					
					-Esto implica otra estructura, independiente, del Estado. 
					Tanto la Intendencia de Río Negro como el ministerio han 
					dicho que van a instalar un organismo intermediario que no 
					permita dudar de qué es lo que eso significa.
					
					 
					
					-¿Usted 
					puede hacer una estimación de qué significaría, en capacidad 
					y equipos, ese organismo de control para el caso de las 
					plantas de celulosa?
					
					-El gran problema de todo esto es qué se les está exigiendo. 
					El control se hace de acuerdo con exigencias determinadas. 
					Si son altas, hay que cuidar en correspondencia; si son 
					mínimas, es otra historia. Lamentablemente, en el permiso 
					otorgado, que es el que rige la concesión y establece los 
					parámetros a respetar, hay ciertas sustancias, como las 
					dioxinas y los furanos, también los productos clorados, cuyo 
					parámetro a respetar en las emisiones gaseosas está dado en 
					miligramos de equivalente por año. Quiere decir que hay que 
					esperar todo un año para saber si el promedio de la emisión 
					en ese período superó o no ese valor. O, de lo contrario, 
					tengo que estar controlando continuamente, pero para hacer 
					esto es necesario un método de análisis y un plan de 
					frecuencia de análisis. 
					
					 
					
					Hasta ahora, la DINAMA no ha dicho nada sobre esto, ni del 
					método, ni del plan. Ya que estamos en las dioxinas y 
					furanos (COP), la resolución de la DINAMA no dice 
					absolutamente nada al respecto de la fase líquida. Los COP 
					son insolubles en agua, pero si se van a enviar COP a las 
					aguas, porque eso pasa, hay que poner un instrumento para 
					saber qué está sucediendo con esto. Aquí la resolución no 
					estableció ni siquiera límites, así que la empresa no va a 
					tener que controlarlo. Y para los clorados se va a realizar 
					un control general, a proponer por la empresa en la 
					presentación del plan de monitoreo, mediante el seguimiento 
					de una especie de fauna bentónica sésil indicadora de la 
					presencia de AOX y el seguimiento de la producción apícola. 
					Mientras que para ciertos elementos exige métodos de 
					dinámica rápida o prácticamente continuos, para otros no 
					indica frecuencias. 
					
					 
					
					Pero lo inconcebible es que para clorados, nitrógeno total y 
					nitratos, que no están en las normas vigentes, se habla de 
					concentraciones medias anuales admisibles de miligramos por 
					litro. Es decir, otra vez, que tengo que esperar todo un año 
					para ver si el promedio de AOX fue de seis miligramos por 
					litro. Ni siquiera estoy hablando de si es alto o bajo el 
					índice exigido; estoy mostrando que la metodología no puede 
					funcionar. Si no hay indicación de metodología ni de 
					frecuencia, y esto no está exigido en la resolución de la 
					DINAMA, no puede funcionar. 
					
					 
					
					Pero además tampoco está indicado el lugar y aquí hay otro 
					truco. Se han hecho unos modelos de cálculo para saber qué 
					concentraciones vamos a tener en los alrededores, en Las 
					Cañas, en Fray Bentos, pero el secreto es qué pasa cuando se 
					descarga eso al fondo del río, en donde están los peces que 
					se lo van a llevar. Tampoco existe un control de las 
					partículas que salen en forma de coloide, después del 
					filtrado de la celulosa. Estas partículas son terriblemente 
					activas y en ningún lugar se dice que se vayan a analizar. 
					Parece que el único problema fuera la turbidez del agua, lo 
					cual es ridículo porque las otras partículas del río tienen 
					una historia previa y se encuentran en estado estacionario, 
					mientras que las que salen de la planta son sumamente 
					activas, van a contener metales, dioxinas y furanos, entre 
					otras cosas, y se considera que no tienen importancia.
					
					 
					
					-¿Cuáles 
					son los costos estimados, por ejemplo, para el control de 
					las dioxinas?
					
					-Muy caros. Un análisis de dioxinas costaba hace unos años en 
					torno de los diez mil dólares. Aquí hay que hacer estos 
					análisis con una frecuencia como mínimo cada 15 días, para 
					ir teniendo una perspectiva de lo que irá sucediendo en la 
					fábrica. Por más que digan que en Finlandia no tienen este 
					control, a mí, como técnico y científico, no me interesa lo 
					que digan de Finlandia, porque las condiciones de control y 
					la historia son otras. Y en definitiva yo no sé lo que pasa 
					allí. Pero si se quieren analizar en serio las dioxinas que 
					van en los gases, no hablo de los líquidos todavía, el 
					instrumental necesario para hacerlo debe andar por los 700 
					mil dólares.
					
					 
					
					-¿Estos 
					equipos existen aquí?
					
					-No.
					
					 
					
					-¿Y el 
					personal para manejarlos?
					
					-Bueno, yo no le doy tanta importancia a eso. Creo que todos 
					somos capaces de aprender a trabajar con el instrumental. 
					Tenemos buenos colegas, buenos técnicos, que si tienen que 
					aprender lo van a aprender, porque un alemán no es mejor que 
					un francés y un francés no es mejor que un uruguayo. La 
					experiencia se adquiere.
					
					 
					
					-Se ha 
					hablado de la instalación de un laboratorio en Fray Bentos.
					
					-Ese laboratorio ha sido utilizado para medir la lluvia ácida 
					provocada por una central térmica instalada en el municipio 
					brasileño de Candiota, limítrofe con Uruguay, en la cercanía 
					de la laguna Merín. Allí se hacían análisis de SO2 
					(dióxido de azufre) y de material particulado, son 
					procedimientos de menos de mil dólares de costo. Por cierto 
					que es muy importante controlar esto también, pero si vamos 
					a la parte más álgida, como son las dioxinas, por sus 
					efectos cancerígenos, aunque ellos nieguen que las van a 
					tener, está demostrado que sí, que las tendrán.
					
					 
					
					
					-Entonces, de lo que hay que adquirir, ¿cuál sería su 
					estimación de costo?
					
					-Solamente de personal serían necesarios unos 10 mil dólares 
					al año y de instrumental unos 700 mil, a lo cual hay que 
					sumar los costos de reactivos de carbono 13, que sumarían 
					otro tanto al año aproximadamente. Además hay que hacer 
					control de flujos, porque si se van a controlar las cosas 
					hay que hacerlo seriamente, es decir que hay que hacer 
					medidas de flujos y balances de materiales continuos. Y 
					tomas en el medio del río o, por lo menos, en un lugar que 
					sea seguro que es a la salida de la planta. Todavía hay que 
					ver qué se hace con los olores. El control de olores y el 
					control de ruidos tiene otras características, porque es de 
					una incidencia muy rápida sobre las personas. Mientras con 
					las dioxinas recién en quince años se notará si aumentó o no 
					el cáncer en Uruguay, lo otro tiene una dinámica muy rápida 
					y tiene además efectos psíquicos. Si está en la playa y le 
					llega un olor a huevo podrido, usted se enoja y se va de la 
					playa, para no volver otra vez a ese lugar. Y ¿qué pasa con 
					las abejas, que son sumamente sensibles, y otros animales? 
					Botnia y la DINAMA lo único que proponen es avisar a la 
					gente y decirle que se busquen otro lugar de recreación, es 
					la única medida de mitigación que proponen.
					
					 
					
					-¿Cuál 
					sería su propuesta alternativa a la opción del gobierno?
					
					-Aunque no nos correspondería, tenemos algunas proposiciones 
					sobre qué se podría hacer para utilizar mejor la madera, 
					desde la más elemental de usarla como combustible, que 
					significaría un ahorro para el país de millones de dólares, 
					hasta la producción de viviendas en el marco del actual Plan 
					de Emergencia, la producción de una cadena de muebles, 
					comenzando por la madera enchapada de alta calidad, que 
					puede exportarse como tal o procesarse aquí, la producción 
					de aceite de eucalipto... Estas son sólo algunas de las 
					opciones posibles, porque no nos hemos puesto a estudiar el 
					problema, que generarían muchas más fuentes de trabajo y 
					que, a la vez, son mucho menos agresivas al medio.
					 
					
					Víctor 
					L Bacchetta
					
					Convenio 
					Brecha-Rel-UITA
					
					 22 de 
					agosto de 2005