Chile

 

Celulosa Arauco "pide disculpas"

y reabre su planta

  

Celulosa Arauco, la planta de producción de celulosa en Valdivia, perteneciente al grupo chileno Celco, anunció hoy la reapertura de operaciones, luego de haber cerrado 64 días tras el escándalo suscitado por una mortandad masiva de cisnes negros en el

santuario del río Cruces, adonde descargó sus efluentes.


Días antes, la empresa había recibido el espaldarazo del presidente Ricardo Lagos y de las autoridades ambientales locales para tomar esta decisión. Al anunciar la reapertura, la empresa afirmó que "ha sacado experiencia" y pidió "disculpas a la comunidad de Valdivia por las molestias e inquietudes que debió enfrentar".

 

"La planta está en condiciones de reanudar la operación, pero con su capacidad de producción limitada al 80%, debiendo hacer cambios e inversiones tecnológicas para lograr ajustarse a las nuevas exigencias establecidas por la Corema X Región y poder volver a su producción originalmente autorizada", comunicó la empresa.

 

Celulosa Arauco adoptó también otras disposiciones. Para empezar, resolvió poner en marcha el proyecto del ducto al mar, aduciendo que esta solución fue "reiterada por el propio Presidente de la República en su reciente visita a Valdivia" y que cuenta con la aprobación de la autoridad ambiental regional, la Corema.

 

En la misma declaración, Celco dijo que esto "se hará en un diálogo permanente con la comunidad y utilizando los más altos estándares medioambientales que corresponda". Confrontada con los hechos, esta frase es pura retórica.

 

El papel de los medios

 

También preparando el terreno para la decisión de la empresa, el diario La Tercera, perteneciente al consorcio COPESA, uno de los dos grandes conglomerados de las informaciones de Chile -el otro es El Mercurio-, publicó un enjundioso editorial el viernes último titulado "La lección de Celco para la gestión empresarial".

Así se postergan las crisis, las empresas lucran y las poblaciones afectadas, para hacerse oir, deben llevar sus movilizaciones a los extremos de la confrontación. Cuando estalla, los poderes se "sorprenden" y piden moderación. La primera tonelada de pulpa saldrá en varios días más. Hay que avisarle a los cisnes.

 

Al recordar el cierre de la planta, La Tercera alude a "una actuación poco prolija de la empresa ante las acusaciones de ensuciar un ecosistema delicado, una institucionalidad medioambiental que dio pie atrás sobre sus propias resoluciones, una revisión poco pulcra de algunos antecedentes en el máximo tribunal".

 

Contrasta la indulgencia del editorial para calificar las actuaciones de la empresa y de la Suprema Corte de Justicia, con la frase dedicada a los ecologistas, el decir que "actuaron más movidos por su convicción de daño ambiental que por el peso de la evidencia", cuando en este caso todas sus denuncias fueron confirmadas.

 

Oposición de pobladores

 

Dos días antes, una manifestación en el puerto de Valdivia, con la participación de embarcaciones de distintas caletas de la provincia, los sindicatos y asociaciones de pescadores, organizaciones sociales y comunidades mapuche-lafquenche de la región, expresó su rechazo a la salida del ducto de la planta al mar.

 

“La bullada tecnología de punta anunciada por la planta de celulosa, ya dejó su evidencia en el río Cruces y ahora pretenden que eso llegue al mar. Le digo aquí al señor Ricardo Lagos, que ese ducto no va a salir al mar, porque nosotros nos opondremos”, expresó Eliab Viguera, del Comité de Defensa del Mar.

 

“La alta peligrosidad del emisario de la planta de celulosa que, aun con tratamiento terciario provocó la muerte del humedal (...) quedó demostrada en el estudio que llevó a cabo la Universidad Austral de Chile, que es el único estudio serio y de rigor científico de dominio público”, dijo un documento de los manifestantes.

 

Marketing o participación

 

El diario La Tercera admite no obstante que "los consumidores y los grupos organizados, usando las comunicaciones modernas (...) pueden compartir sus inquietudes medioambientales con actores de todo el mundo (...), coordinar actividades de diverso tipo (...) ejercer presión sobre empresas y gobiernos".

 

Y concluye el editorial diciendo que "Esta combinación del poder de consumidores y ciudadanos es una mezcla potente que las empresas y Estados modernos simplemente no pueden ignorar". Es claro que las grandes empresas no lo ignoran, pero "no ignorar" es una cosa y dar participación es otra muy distinta.

 

Para muchas empresas y gobiernos, esta evidencia representa sólo un problema de relaciones públicas. Contratan así a consultoras de opinión pública, cientistas y asistentes sociales, pero para estudiar "cómo vender mejor el producto", en este caso el proyecto de inversión, porque sus decisiones son inamovibles.

 

Víctor L. Bacchetta

12 de agosto de 2005

 

 

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