¿Por qué ocurre esto justamente 
                    bajo el Gobierno Lula, en el cual la ministra de Medio 
                    Ambiente, Marina Silva es una profunda conocedora de las 
                    cuestiones amazónicas y posee una conciencia ecológica como 
                    nadie antes la ha tenido en la administración pública?
                    
                    La razón principal reside en la 
                    contradicción entre dos opciones de gobierno: la del 
                    crecimiento económico y la de la preservación ambiental. 
                    Urgido a pagar la deuda interna y externa, el gobierno optó 
                    por el crecimiento económico, especialmente por aquellos 
                    frentes de producción que exportan granos y carnes y que 
                    traen dólares. La soya y el ganado exigen grandes 
                    extensiones de tierra, conquistadas mediante la 
                    deforestación de las selvas, principalmente en el Mato 
                    Grosso cuyo gobernador es presentando como el “rey mundial 
                    de la soya”.
                    
                    El crecimiento es preferencial, 
                    aunque la retórica gubernamental lo quiera con justicia y 
                    distribución del ingreso. Los datos, sin embargo, desmienten 
                    tal objetivo: la concentración del ingreso está aumentando, 
                    generando desigualdad social que es el verdadero nombre de 
                    la injusticia.
                    
                    La otra opción es a favor de 
                    políticas de preservación del medio-ambiente y de la 
                    biodiversidad con medidas inteligentes pero cuyos efectos 
                    tardan en producirse. Sucede que la falta de una cultura 
                    ecológica en la sociedad y en la política no ofrece apoyo 
                    para esta opción preservacionista. Por eso no tiene 
                    hegemonía y se restringe al Ministerio del Medio Ambiente. 
                    La transversalidad de la Ministra Marina Silva tiene un 
                    curso corto.
                    
                    El principal responsable de la 
                    deforestación no es el gobierno brasileño, sino el paradigma 
                    mundial de producción de bienes materiales, que se impone a 
                    todos como modelo único. Acosado por la alta deuda externa, 
                    Brasil se ve forzado a asumir este paradigma, cuando podría 
                    ser uno de los pocos países del mundo en presentar y 
                    realizar una alternativa.
                    
                    Lamentablemente no hay en este 
                    gobierno masa crítica para atreverse con otra vía. Por su 
                    parte, los más importantes analistas mundiales llevan años 
                    advirtiéndonos que el modelo actual es un camino sin salida. 
                    A medio plazo será simplemente insostenible, especialmente 
                    ahora que China e India se han convertido en verdaderas 
                    bombas de succión de recursos naturales escasos en todo el 
                    mundo.
                    
                    En cuanto a la Amazonia, 
                    necesitamos cuidar de ella; si no, el mundo usará contra 
                    nosotros el argumento válido sobre toda propiedad privada: 
                    sólo se legitima si cumple su función social; en caso 
                    contrario, puede ser expropiada. Las políticas de gobierno 
                    deben garantizar que la propiedad privada brasilera sobre la 
                    Amazonia tenga una clara función social mundial.
                    
                    Esperamos no ir, 
                    irresponsablemente, en dirección a lo peor. Si no, nuestros 
                    hijos y nietos dentro de poco dirán contra nosotros: ustedes 
                    sabían del posible desastre y no quisieron oír a la ministra 
                    Marina Silva ni a tanta otra gente. Vean qué Tierra nos han 
                    legado, devastada, sin mancha verde, sin agua suficiente, 
                    sin biodiversidad y sin integridad. Tal vez no podamos 
                    regenerarla nunca más. ¿Y entonces? Et erat videre 
                    miseriam...