En las últimas 
                    semanas, ante las señales desde la Argentina de un eventual 
                    conflicto, dado que los impactos de estas plantas pueden 
                    afectar tanto al compartido río Uruguay como al medio 
                    ambiente y las poblaciones vecinas, del lado uruguayo se 
                    respondió simplemente diciendo que "la decisión está 
                    tomada", ignorando inclusive las mejores pautas diplomáticas 
                    seguidas por el país en las relaciones bilaterales.
                    
                    
                     
                    
                    
                    Un extremo de esta 
                    situación se planteó en la última semana de julio, a la 
                    salida de una conspicua reunión en la Cancillería uruguaya 
                    entre algunos viceministros e integrantes de las empresas 
                    Botnia y Ence, en donde el subsecretario de Vivienda, 
                    Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente, Jaime Igorra, 
                    dijo a la prensa: "No estamos frente a una situación 
                    caprichosa, sino que estamos frente a una política de 
                    Estado".
                    
                    
                     
                    
                    
                    ¿Algún ciudadano 
                    uruguayo registró la convocatoria y el acuerdo formal, como 
                    debería ser una verdadera "política de Estado", de todos los 
                    partidos políticos y sectores de la sociedad en torno a este 
                    tema? ¿Los ciudadanos uruguayos fueron consultados o votaron 
                    en algún plebiscito o elección nacional algo así? 
                    Pretender imponer "desde arriba" una decisión de ese porte, 
                    es un atropello a la democracia.
                    
                    
                     
                    
                    
                    Pero la idea de 
                    proclamar la instalación de las plantas de celulosa en Fray 
                    Bentos como "política de Estado" ni siquiera parece haber 
                    surgido del gobierno. En efecto, el primero en hablar 
                    públicamente de ello fue 
                    el representante 
                    criollo de Botnia, Carlos Faroppa, en el almuerzo de la ADM 
                    de junio último, cuando dijo: "Esto habla de políticas de 
                    Estado y eso habla que el Estado no tiene colores, tiene un 
                    gobierno".
                    
                    
                     
                    
                    
                    Ahora bien, si más 
                    allá de discrepancias internas, se sitúa este problema en el 
                    ámbito regional, de las relaciones con Argentina, ya que es 
                    evidente que estamos hablando de posibles repercusiones no 
                    sólo para este lado de la costa del río Uruguay, sino para 
                    el propio río, que es fronterizo y por tanto un recurso 
                    compartido, y para el territorio del otro lado, la postura 
                    oficial uruguaya tampoco genera tranquilidad.
                    
                    
                     
                    
                    
                    Es que por más que 
                    se quiere pasar la imagen de que en el plano diplomático 
                    está todo arreglado, de que no pasa nada, en cada nueva 
                    intervención pública los representantes uruguayos reafirman 
                    la decisión, con lo cual claramente están diciendo a los 
                    argentinos, no sólo al gobierno, sino también a los 
                    pobladores de la vecina Entre Ríos, que aquí no hay nada que 
                    conversar, pasarse información sí, pero decidir algo no.
                    
                    
                     
                    
                    
                    La semana pasada 
                    el canciller Bielsa viajó a Gualeguaychú a explicar sus 
                    actuaciones al respecto y, luego de varias horas de reunión 
                    con los representantes locales, rodeado por una multitud que 
                    manifestaba su oposición a las plantas, declaró que seguía 
                    vigente el planteo argentino al gobierno uruguayo para que 
                    se suspendan las obras en Fray Bentos hasta que se haya 
                    hecho una evaluación de impacto conjunta.
                    
                    
                     
                    
                    
                    Simultáneamente se 
                    anunció la destitución 
                    –por 
                    "inoperantes"– 
                    de dos delegados argentinos ante la Comisión Administradora 
                    del Río Uruguay (CARU), 
                    encargada de velar 
                    por la seguridad ambiental y la calidad del agua del río y, 
                    por lo tanto, es responsable de los procesos de 
                    contaminación que el mismo pueda sufrir, según lo 
                    establecido el Estatuto del Río Uruguay firmado entre 
                    Argentina y Uruguay.
                    
                    
                     
                    
                    
                    Integrantes del 
                    Foro Ecologista de Paraná vienen señalando desde hace un 
                    tiempo que la CARU no cuenta con un Programa de protección, 
                    preservación y sustentabilidad de la cuenca, que no logra 
                    desde 1996 que el PNUMA ni el PNUD le financien una suma de 
                    unos 300.000 dólares para su realización y que el organismo 
                    solo tiene acuerdos mínimos que son meros parches en una 
                    realidad avasalladora en la materia.
                    
                    
                     
                    
                    
                    Los últimos 
                    estudios afirman que la calidad del agua del río Uruguay 
                    está seriamente comprometida. Los informes de Ence y Botnia
                    lo 
                    reconocen y la Dinama ha dicho 
                    
                    que no corresponde 
                    autorizar ningún vertido que incremente cualquiera de los 
                    parámetros con valores críticos, aún cuando el incremento 
                    sea considerado por el emprendedor como no significativo. 
                    No obstante, la Dinama dio igual esta autorización.
                    
                    
                     
                    
                    
                    Para justificar 
                    dicha decisión, la Dinama alegó que los parámetros en los 
                    que la calidad del agua del río Uruguay se encuentra 
                    comprometida no son exclusivos de los efluentes de estos 
                    proyectos, sino que afectarían al vertido de cualquier 
                    efluente industrial o doméstico, y aceptó el vertido 
                    propuesto con la condición de que se compense el incremento 
                    que sufriría el parámetro crítico por sobre el valor 
                    aceptable.
                    
                    
                     
                    
                    
                    Pero la situación 
                    en que se encuentra la Dinama o incluso la CARU para hacerse 
                    cargo del cumplimiento de esa condición la hacen 
                    impracticable en la actualidad. Sobre todo sabiendo que sólo 
                    en valores de nitrógeno y fósforo el efluente de la planta 
                    de Botnia equivale aproximadamente a la descarga en el río 
                    Uruguay de los efluentes cloacales sin tratar de una ciudad 
                    de 65 mil habitantes, 
                    o sea, tres Fray Bentos.
                    
                    
                     
                    
                    
                    Las declaraciones 
                    al término de la primera reunión de la comisión binacional, 
                    realizada el 3 de agosto en Montevideo, evidenciaron que el 
                    "impasse" persiste. "Ningún país puede autorizar una obra 
                    que cause daños sensibles a un país vecino, esto es cierto 
                    en la comunidad internacional desde hace más de cien años 
                    por diversos convenios", dijo el representante especial del 
                    gobierno argentino Raúl Estrada Oyuela. 
                    
                    
                     
                    
                    
                    Mientras Estrada 
                    Oyuela afirmó, tal vez no queriendo herir susceptibilidades, 
                    que hasta este momento "Uruguay parece que se distrajo" en 
                    el cumplimiento de esos acuerdos, el viceministro de 
                    Industria uruguayo Martín Ponce de León respondió: "Lo 
                    importante es mirar para adelante que es sobre lo que se 
                    puede decidir" (sic).
                    
                    
                     
                    
                    
                     
                    
                    
                    Víctor L. Bacchetta
                    
                    
                    © Rel-UITA 
                    
                    
                    5 de agosto de 2005