Fertilización del Océano

 

Geoingenieros alemanes muestran voluntad de hierro para desafiar la moratoria global de la ONU

 

Una controvertida expedición de geoingeniería partió desde Sudáfrica desafiando la moratoria sobre estas actividades, firmada por 191 naciones en la ONU. En respuesta, grupos de la sociedad civil global llaman a los gobiernos y a Naciones Unidas a tomar acciones.    
 
El RV Polarstern, un buque alemán de investigación, propiedad del Instituto Alfred Weneger para la Investigación Marina de Postdam, Alemania, partió de Ciudad del Cabo el 7 de enero de 2009 para iniciar un experimento en gran escala de geoingeniería, llamado “Lohafex”.

 

La expedición Lohafex, aprobada por los gobiernos de India y Alemania, según Victor Smetacek, uno de los científicos a cargo de la expedición, propone verter partículas de sulfato de hierro sobre 300 kilómetros cuadrados en el océano abierto en el Mar de Scotia, cerca de Antártica. 

 

El equipo busca provocar un florecimiento masivo de plancton que pueda percibirse desde el espacio exterior. La expectativa es que al “fertilizar” el océano con hierro ocurra una enorme captura de carbono, lo cual demuestre que esta técnica es un remedio veloz para el cambio climático. Experimentos anteriores con fertilización oceánica han demostrado que este no es el caso.
 
En 2008, tanto el Convenio sobre Diversidad Biológica (CDB) como el convenio de Londres de la Organización Marítima Internacional —tratado que regula el vertido de sustancias o desechos al mar—  establecieron una moratoria global sobre las actividades de fertilización oceánica debido a los riesgos ecológicos para los océanos y el clima.[2]  Grupos de la sociedad civil llaman ahora a los gobiernos de India y Alemania a respetar la moratoria internacional sobre fertilización oceánica y a cancelar la expedición Lohafex, la tercera expedición para vertido de hierro en la Antártica encabezada por el Instituto Alfred Wegener de Alemania desde el año 2000.
 
“Si el vertido y hierro de Lohafex se realiza, será un abierto desafío al Convenio sobre Diversidad Biológica de Naciones Unidas,” advierte Jim Thomas del Grupo ETC, organización internacional que jugó un papel clave en lograr la moratoria. “Es particularmente chocante que Alemania, quien preside actualmente el Convenio, sea el país que rompe con el acuerdo. El florecimiento artificial de plancton podrá verse desde el espacio, pero parece que no lo ven desde Berlín.”
 
En mayo de 2008, el ministro alemán del ambiente, Sigmar Gabriel negoció el texto final de la moratoria, en su calidad de presidente de las negociaciones globales. Las  partes  del Convenio —incluyendo Sudáfrica, India y Alemania— acordaron que no se realizarían actividades de fertilización oceánica hasta que hubiera “fundamentos científicos adecuados sobre los cuales justificar esas actividades, incluyendo una evaluación de los riesgos asociados”, y “un control global, trasparente y efectivo así como un mecanismo regulatorio para esas actividades.” Hasta la fecha, no existe tal mecanismo. El ministro del ambiente de Alemania ha elogiado la moratoria de facto, agregando: “Es muy extraño pensar que la tecnología puede resolverlo todo. Es riesgoso y demuestra lo que los humanos estamos dispuestos a hacer. Me congratulo de que logramos una moratoria de facto.”
 
Aunque la moratoria del CBD sí menciona que pudieran realizarse “experimentos en pequeña escala, dentro de las aguas costeras”, Lohafex se propone en altamar. Más aún, las partes del Convenio de Londres y del Protocolo que lo enmienda en 1996, organismos internacionales que trabajan para evitar el vertido de sustancias y desechos en los océanos, fortalecieron recientemente la moratoria al adoptar una resolución que prohíbe todas las actividades de fertilización oceánica, en la escala que sean, hasta que se establezcan una serie de reglas específicas.

 

La primera reunión para el establecimiento de esas reglas ocurrirá en febrero de 2009. Grupos de la sociedad civil contactan en estos momentos a los gobiernos nacionales, así como al Secretariado del Convenio sobre Diversidad Biológica, demandando que respeten la moratoria y eviten que la expedición Lohafex siga adelante.
 
“Pensamos que nuestro gobierno no debe facilitar el trabajo de esos controvertidos geoingenieros para romper la moratoria global”, explica Mariam Mayet, abogada ambientalista del South African Center for Biosafety. “
Hemos demandado formalmente a nuestro ministro del ambiente que obligue al barco a regresar a puerto y que deje allí su cargamento de hierro.”
 
Esta es la tercera expedición de fertilización oceánica a la que grupos de la sociedad civil se han opuesto en los últimos dos años. En 2007 a dos compañías privadas, Ocean Nourishment Corporation de Australia, y Planktos Inc. de Estados Unidos  se les impidió que realizaran sus actividades de fertilización oceánica en el Mar Sulu (Filipinas) y cerca de las Islas Galápagos (Ecuador).

 

En la breve historia de esta moratoria global establecida en 2008, Lohafex sería la primera operación de este tipo que abiertamente desafía los acuerdos tomados por la comunidad internacional. La fertilización oceánica es solo una de una serie de propuestas extremas para remediar problemas de calentamiento, a las que nos referimos como geoingeniería, y que intentan ser una respuesta al cambio climático.

 

Grupo ETC

13 de enero de 2009

 

 

Imágen: weblogs.madrimasd.org

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