En los últimos 15 años se han devastado casi 30 millones de 
					hectáreas, la mitad de todo lo que fue destruido desde la 
					fecha del descubrimiento de Brasil (año 1500). El año 
					pasado, se aniquiló un territorio de la Amazonia similar a 
					la superficie de un país como Bélgica. Estudios de expertos 
					medioambientales de todo el mundo han puesto de manifiesto 
					la vinculación entre la deforestación de la mayor reserva 
					natural del mundo y los bruscos cambios que se están 
					produciendo en el clima y en el ciclo del agua. Sequías que 
					ponen en peligro la subsistencia de la población, huracanes, 
					tormentas tropicales cada vez más devastadoras, como Stand o 
					Katrina.
					
					 
					
					El Amazonas almacena grandes cantidades de carbono y es la 
					reserva de agua dulce más grande del mundo. La deforestación 
					masiva de este gran bosque está provocando que la humedad 
					disminuya y con ella las lluvias. Así, el Amazonas es hoy 
					más vulnerable a los incendios. Los fuegos, según calculan 
					los expertos, causan pérdidas por más de 120 millones de 
					dólares al año. Además, provocan un círculo vicioso de 
					emisión de dióxido de carbono: al aumentar las emisiones, 
					hay más incendios que emiten a su vez más CO2 a la 
					atmósfera. No obstante, más del 80% de los incendios que se 
					dan en el Amazonas son provocados para la construcción de 
					carreteras que permitan el trabajo a la industria de la 
					madera. El Gobierno brasileño calcula que existen más de 
					100.000 kilómetros de carreteras clandestinas para que 
					puedan circular casi 8.500 camiones.
					
					 
					
					Las maderas de los viejos árboles de la Amazonia alcanzan un 
					alto valor en los mercados internacionales. En la 
					actualidad, son cerca de 3.000 empresas las que trabajan 
					cortando árboles. Los ecologistas denuncian, además, que por 
					cada árbol que se corta, se dañan al menos 40 más.
					
					 
					
					La agricultura, cada vez más agresiva, es otra de las graves 
					enfermedades. Cultivos como la soja avanzan frente a los 
					antiguos cultivos, más respetuosos con el medio y que no 
					rompían la estabilidad natural del bosque. Hoy cerca del 12% 
					de la Amazonia está dedicada a la agricultura.
					
					 
					
					Los buscadores de oro que hoy siguen trabajando en la cuenca 
					de los ríos del Amazonas son también culpables del deterioro 
					de este espacio natural: contaminación de las aguas, saqueo 
					de pueblos indígenas y devastación de recursos naturales.
					
					
					 
					
					Las multas a aquellos que no cumplen con la dura y moderna 
					legislación brasileña y la persecución de los políticos 
					corruptos por parte del Gobierno de Lula parece que no están 
					dando los resultados esperados. Según un informe de la CEPAL 
					(Comisión Económica para América Latina), “lo más 
					preocupante es que no existe ningún indicador que señale que 
					la situación haya mejorado. Claramente vamos hacia atrás.”
					
					 
					
					El planeta necesita de este gran pulmón para seguir adelante. 
					La Amazonia, según los expertos, entrará en colapso si la 
					deforestación llega al 30% de su superficie. Hasta hoy ya se 
					ha destruido el 17%. La “muerte” del Amazonas tendrá 
					consecuencias drásticas en el clima mundial. La falta de 
					humedad, hará que caiga menos lluvia y el calentamiento de 
					la Tierra será más rápido. 
					
					 
					
					La humanidad no se puede permitir el lujo de perder esta 
					reserva natural por codicia, falta de medios o simple 
					pasotismo. Tampoco Brasil, donde se encuentra la mayor 
					superficie de la selva amazónica, puede alzarse como su 
					único benefactor. La Amazonia es patrimonio de la humanidad, 
					un legado que todos los ciudadanos debemos cuidar y exigir 
					que sea protegido.
					
					 
					
					 
					
					Ana 
					Muñoz (CCS)
					
					Argenpress
					
					18 de 
					octubre de 2005
					 
					
					Fotos: 
					Google Earth