El siniestro más grave se inició el 28 de febrero y consumió 
                          cerca de 1.500 hectáreas de la reserva de recursos 
                          manejados San Rafael, en Itapúa, mientras incendios 
                          similares afectan desde hace varios días las praderas 
                          de estancias privadas cercanas al distrito de Caapucú, 
                          en el departamento de Paraguari. En otra zona del 
                          país, el fuego ya quemó tupidos bosques que rodean al 
                          cerro San Joaquín, en Caaguazú, en tanto que los 
                          humedales del Ñeembucú -ahora secos por la falta de 
                          lluvia- están siendo amenazados por las llamas. 
                          
                          
                           
                          
                          El incendio de San Rafael, si bien es menor a los producidos 
                          en otras zonas del país (como Caapucú, donde 
                          desaparecieron unas 20 mil hectáreas de pastizales), 
                          adquiere una importancia particular, porque se trata 
                          del pulmón verde más importante de la Región Oriental, 
                          con unas 78 mil hectáreas de extensión. Además, forma 
                          parte de los Bosques Atlánticos y constituye la 
                          principal zona de recarga del Acuífero Guaraní.
                          
                           
                          
                          Más de 20 familias tuvieron que ser desalojadas de la 
                          reserva, por considerarse que la vida de sus miembros, 
                          todos campesinos, corría grave peligro, mientras que 
                          otras se mantuvieron dentro y sólo salían para pedir 
                          ayuda alimenticia y agua.
                          
                           
                          
                          Aunque en un principio se especuló con que los sojeros 
                          brasileños podrían haber sido los autores materiales 
                          del fuego, los bomberos voluntarios y técnicos 
                          forestales que trabajaron en la extinción del 
                          siniestro confirmaron que los productores de marihuana 
                          de la zona fueron quienes lo iniciaron 
                          intencionalmente. 
                          
                           
                          
                          La reserva está conformada por varias estancias privadas, que 
                          comparten extensas áreas de bosques que sólo pueden 
                          ser explotados mediante un exhaustivo plan de manejo 
                          que previamente debe ser aprobado por la Secretaría 
                          del Ambiente.
                          
                           
                          
                          Muchas de esas propiedades pertenecen a productores sojeros 
                          de origen brasileño, quienes son los mayores 
                          propietarios de tierras en el departamento de Itapúa y 
                          en otros colindantes, como Misiones y Caazapá. Debido 
                          a eso, se especulaba con que ellos podrían haber 
                          originado intencionalmente el fuego como la única vía 
                          para tumbar los bosques y extender sus cultivos sin 
                          tener que pasar por el control estatal.
                          
                          
                          También se comprobó que dentro de la reserva se realizan 
                          talas indiscriminadas de árboles de especies nativas. 
                          Los rollos serían procesados por los campesinos que 
                          viven dentro del San Rafael por encargo de los 
                          propietarios de los aserraderos clandestinos que 
                          funcionan en el área de influencia de la reserva.
                          
                           
                          
                          Sin embargo, los bomberos, que comprobaron cómo grandes 
                          extensiones de plantaciones de marihuana existentes en 
                          la zona en ningún momento fueron afectadas por las 
                          llamas, concluyeron que el siniestro había sido 
                          provocado por productores de la hierba. A los 
                          especialistas les pareció extraño que a medida que se 
                          iban sofocando los focos identificados, surgían otros 
                          varios en zonas muy distantes, lo que les llevó a 
                          confirmar que el fuego era provocado. 
                          
                           
                          
                          Una dotación de 100 efectivos del Ejército, 70 policías y 3 
                          fiscales ambientales fue enviada por el gobierno a San 
                          Rafael, al tiempo que funcionarios de la Secretaría 
                          Nacional Antidrogas procedieron a quemar los cultivos 
                          de marihuana identificados. 
                          
                           
                          
                          En tanto, otro gran incendio involucra unas 20 mil hectáreas 
                          de pastizales de varios establecimientos ganaderos 
                          localizados en el distrito de Caapucú, en el 
                          departamento de Paraguari. Gran cantidad de cabezas de 
                          ganado y animales silvestres murieron al no poder 
                          escapar del avance de las llamas.
                          
                           
                          
                          En el departamento de Alto Paraná, a su vez, el fuego ya 
                          arrasó con decenas de hectáreas de bosques y cultivos.
                          
                           
                          
                          En el departamento de Caaguazú la situación fue calificada de 
                          desesperante por los campesinos afectados por el 
                          fuego, debido a que sus extensiones de cultivos, siete 
                          precarias viviendas y una escuela ya resultaron 
                          totalmente quemados. En esta zona prácticamente no 
                          existen cursos de agua, pues los arroyos hace tiempo 
                          se colmataron y secaron, mientras que los pozos 
                          carecen de líquido por la gran sequía que afecta al 
                          país.
                          
                           
                          
                          En el mismo departamento, las serranías de San Joaquín, una 
                          de las de mayor belleza del país, se encuentran 
                          ardiendo desde hace varios días. El cerro se encuentra 
                          rodeado de una espesa e impenetrable selva y pertenece 
                          al complejo de ecorregiones de los Bosques Atlánticos. 
                          En abril de 2003, fue declarado como área protegida y 
                          de alto interés regional por la Junta Departamental.
                          
                          
                           
                          
                          Varios focos de incendio se originaron además en la compañía 
                          Santa Rita, en el departamento de Misiones, y podrían 
                          llegar a afectar a los humedales secos que se 
                          encuentran dentro del territorio de un departamento 
                          colindante, el de Ñeembucú. El fuego se desató por 
                          razones desconocidas -aunque se sospecha de los 
                          pescadores y cazadores furtivos de la zona-.
                          
                           
                          
                           
                          
                          
                          Rosalía Ciciolli
                    
                    
                    © Rel-UITA
                    
                    17 de 
                    marzo de 2005