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							La triste evaluación de la ley de 
							pesca
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	A casi cinco años de 
	promulgada la Ley de Pesca, sus resultados -ya se sabe- son del todo 
	insatisfactorios, tanto para la conservación de los recursos marinos como 
	para los pescadores artesanales. Como se advirtió en su momento, esta 
	normativa sólo ha favorecido a cinco grandes conglomerados económicos que 
	obtuvieron en conjunto el 80% de la captura, siendo el grupo Angelini uno de 
	los más beneficiados, así como uno de los grandes depredadores del mar 
	chileno. 
	
	Hoy por hoy, tanto el jurel 
	como la anchoveta están severamente sobreexplotados; de hecho, en el 2004 ya 
	se calculaba que habían disminuido su presencia en aguas chilenas en un 80%. 
	Tan precario es el estado de estos recursos pesqueros, como las condiciones 
	de vida que han debido enfrentar los pescados artesanales. Más de 60 mil 
	personas fueron fuertemente castigadas con la normativa establecida por las 
	autoridades políticas, que ratificaron la privatización de los recursos con 
	la Ley Corta de Pesca en el año 2002. 
	 
	
	Esta notable 
	despreocupación por el impacto social y ambiental de la normativa es una 
	peligrosa tendencia de varios legisladores, que ahora deben discutir en el 
	Parlamento la Ley Larga de Pesca y otras materias relacionadas con la 
	protección y explotación de los recursos naturales que pertenecen a todos 
	los chilenos. Esto es importante puesto que, a partir de las Encuestas Casen 
	2000 y 2003, se observa que desde el año 2001, los indicadores de 
	indigencia, pobreza, años de escolaridad, alcantarillado, entre otros, han 
	tenido una fuerte regresión justamente en las comunidades donde se concentra 
	la mayor cantidad de pescadores artesanales. Por ejemplo, en comunas del 
	norte de Chile, la pobreza es considerablemente mayor al promedio nacional. 
	En Chañaral, este índice llega al 32,1% y la indigencia al 11,8%, mientras 
	que en La Higuera, Canela y Los Vilos la pobreza supera el 27%. Es decir, 
	más de un cuarto de su población vive con menos de 43 mil pesos al mes.
	
	 
	
	En el resto del país, la 
	situación no es para nada alentadora. En el centro, las comunas de Cartagena 
	y Quintero tienen niveles de pobreza del 29,5% y 29%, respectivamente. En 
	estas zonas, los ingresos autónomos por hogar no alcanzan los 200 mil pesos. 
	En el sur de Chile, se repite la precariedad en las comunas costeras, donde 
	San Juan de la Costa en la Décima Región representa el caso más extremo de 
	vulnerabilidad, con un 42% de pobreza. 
	 
	
	Estas cifras demuestran que 
	la privatización de los mares, ratificada por la Ley Corta de Pesca, no ha 
	representado ningún avance significativo para las comunas donde los recursos 
	marinos son la principal fuente de ingreso. Los pescadores artesanales, tal 
	como la mayoría de los chilenos, están excluidos de las bondades de un 
	despiadado modelo de explotación de recursos naturales que beneficia 
	solamente a determinados grupos económicos, que consolidan así la grotesca 
	concentración de la riqueza y la penosa distribución del ingreso en Chile.
	 
	
	Marcel 
	Claude *
	
	Convenio 
	La Insignia / Rel-UITA
	
	28 de 
	septiembre del 2006
	
	 
	
	* Marcel Claude es economista y director 
	de 
	
	Oceana.
	
	
	   Foto: unitep.cl
	 
	
	
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