Desde hace un 
	siglo, la temperatura de la corteza terrestre ha aumentado más de 0,6 
	grados. El mayor incremento de los últimos 10.000 años. Algunos gobiernos e 
	industrias están desarrollando un instrumento adicional para mitigar el 
	cambio climático: la “captura y secuestro de carbono”
	
	 
	
	
	Los gases que ya hemos emitido harán aumentar la temperatura de la Tierra 
	entre 1,3 y 1,4 grados durante las próximas décadas. El cambio climático es 
	ya una realidad. La temperatura de nuestro planeta es más caliente que la de 
	hace 200 años. Desde comienzos del siglo pasado, la temperatura media de la 
	superficie terrestre ha subido más de 0,6 grados. Es el mayor incremento de 
	los últimos 10.000 años. De continuar el aumento de emisiones de dióxido de 
	carbono, los científicos pronostican un calentamiento global del planeta de 
	casi seis grados a los largo del siglo XXI.
	
	
	 
	
	
	Es un hecho que el cambio climático del planeta está siendo alterado, como 
	resultado del aumento de concentraciones de gases de efecto invernadero. 
	Estos gases son la consecuencia directa de la combustión de grandes 
	cantidades de petróleo, gas y carbón para obtener energía. Aunque estos 
	gases se producen de manera natural y son fundamentales para la vida, el 
	crecimiento imparable de su emisión provoca unas temperaturas 
	artificialmente elevadas y modifican el clima.
	
	
	 
	
	
	Se estima que los patrones de precipitación global y corrientes marinas 
	también se alterarán. Poder predecir los efectos es una tarea muy difícil. 
	El aumento de temperatura tendrá efectos expansivos: los patrones de lluvia 
	y viento, que han prevalecido por cientos y miles de años cambiarán; el 
	nivel del mar subirá y amenazará islas y áreas costeras bajas; y en un mundo 
	superpoblado y bajo presión, el cambio climático será causa directa de 
	hambrunas y más catástrofes naturales.
	
	
	 
	
	
	Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), un pequeño aumento de 
	temperatura puede causar un aumento dramático de muertes, el crecimiento de 
	enfermedades como la malaria, el dengue o el cólera, sequías, falta de agua 
	y alimentos. El cambio climático conllevará pérdida de vidas humanas. Y es 
	que, pese a que los cambios en el clima se han presentado de forma natural a 
	lo largo de la historia, nunca hasta ahora se había alcanzado un rito como 
	el actual, porque no había sido consecuencia de la actividad humana. 
	
	
	
	 
	
	
	Tenemos la necesidad urgente de reducir drásticamente las emisiones de gases 
	de efecto invernadero. El Protocolo de Kioto es un primer paso, pero además 
	es imprescindible continuar con mayores reducciones de las emisiones. Ante 
	esta imperiosa necesidad algunas industrias y gobiernos están discutiendo y 
	promoviendo un “instrumento” adicional para mitigar el cambio climático: la 
	“captura y secuestro de carbono”. Un sistema para atrapar el CO2 procedente 
	de la quema de combustibles fósiles y “almacenarlo” bajo el mar o la 
	superficie terrestre.
	
	
	 
	
	
	La “captura y secuestro de carbono”, sin embargo, supone un aumento del 
	coste de la generación eléctrica en más de un 50%, implica aumentar en un 
	30% más el combustible quemado para lograr la misma cantidad de energía y 
	supone gastos a largo plazo para la supervisión y la verificación necesaria 
	para garantizar la retención del dióxido de carbono almacenado.
	
	
	El almacenamiento oceánico debe ser excluido ya que, además de ser contrario 
	a la Convención de Londres (1972) y la Convención OSPAR (1992), podría 
	acelerar la acidificación de grandes
	áreas y sería perjudicial para muchos 
	organismos y ecosistemas. Además, el CO2 eliminado por este sistema 
	regresaría a la atmósfera en un periodo de tiempo relativamente corto. Los 
	almacenamientos subterráneos entrañan riesgos por los posibles escapes a 
	través de grietas producidas por el agua, de las posibles fracturas en las 
	rocas debidas a la expansión del carbono, de las perforaciones ya existentes 
	desconocidas o no selladas adecuadamente. No hay que olvidar que si el 
	dióxido de carbono alcanza la superficie puede contaminar de modo directo 
	los depósitos de agua dulce o el suelo y si las concentraciones de CO2 son 
	elevadas, pone en peligro las vidas humanas. Si aceptamos alguna cuota de 
	escape las emisiones podrían ser mayores que las actuales.
	
	
	 
	
	
	Esta tecnología de captura y secuestro, según el Panel Intergubernamental 
	sobre Cambio Climático en el que forman parte 2.500 científicos, no es una 
	solución al cambio climático y no es una tecnología limpia, como algunos 
	quieren hacernos creer. La necesidad de actuar es inmediata. Es fundamental 
	trabajar en el desarrollo de energías renovables y promover una mejor 
	gestión y ahorro de energías, como verdaderas medidas para controlar el 
	cambio climático.
	
	 
	
	
	Raquel Montón
	
	CCS 
	– España
	
	19 de 
	diciembre de 2006