Argentina

La selva paranaense y la nación Mbya quieren sobrevivir

Yriapú resiste

 

Los pueblos originarios que habitaban el territorio de la actual Misiones argentina en épocas anteriores a la conquista asociaron sus realidades vitales con los grandes ríos Paraná y Uruguay y sus selvas y montes. Hoy, esos pueblos, así como su hábitat, la selva paranaense, se ven amenazados de muerte.

 

 

 L a tradición tupí guaraní se había caracterizado por migraciones periódicas a lo largo de los grandes cursos de agua en busca de la tan mentada "Tierra sin Mal", una metáfora mitológica en cuya base descansa el sistema de aprovechamiento agroforestal de las selvas tropicales y subtropicales.

 

El territorio de los Mbya, la provincia de Misiones, es una meseta quebrada conformada por una serie de serranías centrales (sierra de Misiones y sierra del Imán), cuya mayor altura alcanza los 843 metros

 

Dos grandes ríos abrazan el territorio: el Paraná, con su afluente el Iguazú, generador de las soberbias e imponentes cataratas, y el Uruguay. La existencia de una treintena de cursos de aguas secundarios, vertebradores de subcuencas e innumerables afluentes menores de éstos, y el relieve quebrado producen incontables saltos y cascadas y una diversidad asombrosa de ambientes y microambientes que constituyen el hábitat de la flora y fauna que configuran la selva paranaense. Hoy esta selva única en su tipo está amenazada de extinción.

 

El clima de la región de los Mbya guaraníes es subtropical húmedo, sin estaciones secas, superándose los mil milímetros anuales de precipitación. La temperatura media se sitúa entre los 20 a 30 grados centígrados. Las heladas no son muy frecuentes en invierno. La humedad atmosférica en general es elevada, así como el punto de rocío, lo que favorece la conservación de la humedad del suelo.

 

Todo esto condiciona la formación de una vegetación de tipo selvático, que presenta varios estratos arbóreos de diversas magnitudes: cedros, timboes, lapachos, jacarandáes, araucarias y un enmarañado sotobosque de helechos gigantes, ortigas, lianas, enredaderas. Los guaraníes denominaban a esta región Mvirareta (“el país de los árboles”).

 

En íntima relación a la flora que lo sustenta se encuentran infinidad de multicolores pájaros, mariposas, libélulas, arañas, gusanos, monos, celotes, coatíes, osos hormigueros, lagartos, ardillas, pumas, yaguaretes, antas, tapires, víboras de la cruz, corales, yararás, boas, anacondas, culebras, iguanas, venados, hurones... Un hábitat en equilibrio extremadamente frágil ante los factores erosivos y depredadores, principalmente el accionar de una sociedad basada en la salvaje obtención del lucro como bien supremo.

 

La degradación de la selva será un hecho irreversible si no se toman a tiempo medidas de protección integral del ambiente, pues a lo largo de tres siglos esta zona ha sido explotada irracionalmente para la extracción de especies vegetales y animales muy valiosas.

 

Hoy apenas perdura el 10 por ciento de la selva originaria. Al ritmo actual de deforestación las selvas y montes altoparanaenses se verán totalmente diezmadas hacia la segunda década del presente siglo. Y lo mismo puede suceder con la fauna: numerosas especies de mamíferos, aves, reptiles, anfibios y peces ya han sido condenadas a la extinción y otras al estado de retroceso numérico, como varios felinos, cérvidos, ungulados, simios, marsupiales, saurios, ofidios y aves. Muy lejos se encuentra ya esta realidad geográfica, climática y biótica del equilibrio dinámico natural y del milenario manejo racional de la recolección, la caza, la pesca y los cultivos practicados por nuestros hermanos del pueblo Mbya Guaraní. Se extingue la selva del guaraní y con ella la nación guaraní.

 

No se debe perder más una sola oportunidad de denunciar la explotación irracional y la destrucción de la selva y montes paranaenses, el exterminio de la vida animal y la extinción de cientos de especies, como la condena al hambre y la mortandad de nuestros indígenas.

 

Según datos estadísticos de la Universidad de Misiones, tres de cada cinco niños guaraníes mueren por causas evitables. Las devastadoras acciones de la política económica neoliberal están extinguiendo a una nación y una cultura, la de los Mbya guaraníes. Al imponerse las reforestaciones de grandes cantidades de hectáreas con especies exóticas en variedades de pinos, particularmente el pino elliotti, y grandes extensiones de tierras dedicadas al pastoreo intensivo o al cultivo de tabaco (con la consecuente intoxicación con agrotóxicos de familias enteras que se dedican al mismo, el envenenamiento del suelo, de las aguas y del aire y la lógica muerte por envenenamiento de vegetales y animales autóctonos) se condena a muerte al indígena guaraní.

 

Desde siglos antes de la colonización española, los Mbya guaraníes ya estaban establecidos en estos lugares, creando una amplia y profunda cultura ensamblada en el macromundo natural del que extraían absolutamente todo lo necesario para satisfacer sus necesidades básicas individuales o comunitarias. El elemento cultural más fina y excelentemente trabajado ha sido su lenguaje o idioma (guaraní), lleno de signos y símbolos, de colores y sonidos, de gran movimiento, y uno de los legados culturales más valiosos que estas naciones han dejado como patrimonio a toda la humanidad.

 

La acción devastadora de los blancos es motorizada actualmente por tres industrias: la del papel, la del tabaco y la de la madera, dos de ellas en manos de inmensas transnacionales como la Philip Morris y la BAT. A ello se suma el doble discurso de los sucesivos gobiernos provinciales misioneros, que declaman la defensa de los guaraníes y los agreden y engañan de mil modos, como sucede en Iguazú, donde por avalar un complejo turístico multimillonario se viene intentando desplazar de sus tierras a los Mbya de Yriapu.

 

No todo está perdido

 

Pese a todo, los Mbya resisten y luchan. Las movilizaciones de la comunidad de Yriapu obligaron al actual gobernador de la provincia de Misiones, Carlos Eduardo Rovira, a firmar con el mburuvicha (cacique) y ancianos-consejeros de dicha comunidad un acta acuerdo sobre titularización de tierras. En virtud de ese convenio, el gobierno provincial se compromete a otorgar el titulo de propiedad, sin ningún tipo de costo, dentro de los 60 días hábiles a contar desde la fecha del acta (firmada el 17 de diciembre de 2003), y a reconocer a la comunidad indígena de Yryapú de la nación Mbya Guaraní la posesión y propiedad ancestral continua, ininterrumpida y pacífica de 265 hectáreas de tierras, y el goce y uso vitalicio de un sector lindante a éstas. La comunidad de Yrapú se compromete, por su lado, una vez recibida la titularidad de las tierras, a incorporarlas al Sistema Provincial de Áreas Naturales

 

Habiendo prácticamente ya transcurrido el plazo sin que, por parte del gobierno, haya evidencias de cumplir con el compromiso asumido, y ante las insistentes versiones de la existencia de un anteproyecto de ley para instalar sobre las mismas tierras comprometidas un megacomplejo turístico de unas 200 hectáreas, los hermanos de la comunidad de Yryapú están muy preocupados. Y también lo están por los atropellos que soportan todos los días en sus propias tierras de parte de los gerentes y empleados de las transnacionales papeleras, tabacaleras, madereras y turísticas.

 

Domingo López

Raúl Aramendy

CEMEP-ADIS - Posadas, Misiones

cemepadis@yahoo.com.ar

4 de junio de 2004

 

 

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