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Empresas como Elektra* lucran con el crecimiento 
 
exponencial de las remesas, expone estudio de la UNAM   
De los más 
de 30 millones de personas que conforman el medio rural en
México, solamente 8,5 millones tienen trabajo en 
actividades agrícolas y ganaderas; en tanto que otros 10 
millones 262 mil no tienen ingreso alguno y 8,8 millones 
perciben apenas un salario mínimo. Además, los que reciben 
remesas de sus familiares enfrentan tarifas depredatorias 
que les quitan parte importante de los envíos, como las que 
aplica la empresa Elektra.   
El informe
Situación del campo en 
México; pobreza, marginación, explotación y exclusión, 
elaborado por la Facultad de Economía de la Universidad 
Nacional Autónoma de México (UNAM), señala lo 
anterior y asienta que el medio rural del país ha sufrido un 
despojo económico y social, enfrenta una caída de sus 
ingresos y ha incrementado su migración en 40 por ciento en 
los seis años recientes.   
El número 
de hogares que reciben remesas se incrementó de 600 mil a 
4,1 millones en el periodo entre 1995 y 2005; de igual 
forma, se incrementó 500 por ciento el volumen de dólares 
por remesas, siendo las de mayor crecimiento las 
transferencias electrónicas y las 
money orders.   
La 
información -elaborada por Luis Lozono Tovar, 
Miguel Ángel Xochiteotzin, Javier Lozano y 
Luis Lozano Arredondo, especialistas y catedráticos del 
Centro de Análisis Multidisciplinario (CAM) de la 
UNAM- indica que los campesinos, además de que han 
enfrentado un proceso de despojo de la tierra, en el que 
empresas privadas han avanzado contundentemente en la 
posesión de predios, han sufrido el descenso de sus 
ingresos, al grado de que 27,4 millones de mexicanos que 
viven en el sector rural no pueden comprar una canasta 
básica alimentaria.   
Veintiocho 
por ciento de estos mexicanos sobrevive con un ingreso de 
uno a dos salarios mínimos, y “con el incremento de los 
productos de la canasta básica durante el primer año de 
Felipe Calderón, las familias que viven en el campo 
acumulan del 1º de diciembre de 2000 al mismo día de 2007, 
una pérdida de 44 por ciento en su ya deteriorado nivel de 
vida.   
Alimentos, renta y salud   
Uno de los 
principales apoyos que ayudan a sobrevivir económicamente a 
los campesinos son las remesas, las cuales han ido creciendo 
de manera exponencial, al grado de que para agosto de 2007, 
10,8 millones de mexicanos que vivían en Estados Unidos 
enviaron más de 23 mil millones de dólares, “buscando 
compensar así el desempleo y el bajo ingreso de sus 
familias”, señala el análisis, y detalla que, 78 por ciento 
de estos recursos se utilizaron en el gasto en alimentos, 
renta y salud.   
Sin 
embargo, parte importante de estas remesas quedan en 
empresas privadas como Elektra (propiedad de la 
familia Salinas Pliego), la cual incrementó “¡cómo de 
rayo!” sus ganancias, pues impone tarifas sumamente 
elevadas, ya que, por ejemplo, Western Unión cobra 
5,76 por ciento de comisión, mientras Citibank cobra 
1,04 por ciento sobre el monto original del envío.   
“Esto 
significa un constante robo a las familias campesinas”, 
sobre todo porque por una operación de 300 dólares enviados 
a México, se quedan con 17,28 dólares, por el elevado 
porcentaje que aplican, pero además porque hacen un cálculo 
mañoso sobre el diferencial del tipo de cambio. Por ejemplo, 
cuando el tipo de cambio en México estaba en 10,72 
pesos por dólar, en la modalidad de Western Union en 
minutos, aplicaba un tipo de 10,64 pesos a las 
transacciones, más la comisión, indica el informe número 75 
del CAM.   
Según un 
ejemplo del estudio, sobre un monto de envío de 300 dólares,
Western Union en minutos de Elektra se queda 
con 17,28 y realmente entrega 282,72 dólares, pero al tipo 
de cambio que quiere; en la modalidad de día siguiente cobra 
14,29 dólares de comisión por envío. Mientras que otras 
empresas, como Money Gram, cobran 10,60 dólares; 
Order Express, 9,45; Citibank Global Transfere 
(cuenta a cuenta), 3,13 dólares.   
Así, los 
trabajadores agrícolas y de la construcción que laboran en 
el extranjero, al mismo tiempo que tienen bajos salarios, 
son presas “de la rapiña por parte de las firmas que se 
dedican a las remesas, las cuales lucran con el dinero 
enviado y tienen como verdadero interés no facilitar el 
envío de dinero y otorgar un servicio a la depauperizada 
clase trabajadora, sino lucrar con el esfuerzo ajeno”, 
apunta el análisis. 
  
Patricia Muñoz Ríos 
La 
Jornada, México 
22 de 
enero de 2008 
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