Uruguay

Con Roberto Xavier, productor rural
Un movimiento rural contra el neoliberalismo

 

Veterinario universitario y pequeño productor ganadero, Xavier es uno de los fundadores del Movimiento Agropecuario del Uruguay (MADUR), una organización que se opone al modelo económico neoliberal.

 


-¿Qué llevó a conformar MADUR?

-Desde 1871 existen en Uruguay asociaciones rurales, pero el constatar que los productores en los últimos 40 años desaparecen como tales en el orden de mil por año nos condujo a llevar adelante movilizaciones y organizarnos. Y MADUR nace dentro de un proceso de unificación de todas las gremiales agropecuarias en una lucha que comienza en 1999 y en la que se inscribe la concentración de productores y asalariados rurales del 13 de abril de ese año frente al Palacio Legislativo en Montevideo. El 30 de marzo de 1999 se forma la Mesa Coordinadora de Gremiales Agropecuarias, que convoca a esa concentración con una fuerte participación de productores del sur, particularmente del Montevideo rural y de los departamentos vecinos Canelones y San José. Concretamente MADUR surge para luchar por que el productor y su familia puedan vivir en el campo dignamente y no como sucede actualmente, que veinte personas emigran cada día del campo hacia Montevideo.

-¿Cuál es el compromiso militante de los productores rurales en general?

-La mayoría de los productores hasta el día de hoy están de espalda a estas asociaciones y cuando miran hacia alguna corporación lo hacen hacia las políticas partidarias.

-¿Cómo o dónde se alinea MADUR?

-En el mundo la economía está globalizada y más allá de los matices se plantean dos modelos: el económico-empresarial, que se reunió en Davos, y el social que se reunió en Porto Alegre. Son dos visiones antagónicas de cómo debería ser el mundo. Si debiera ubicar a las gremiales agropecuarias tradicionales de Uruguay las ubicaría inclinadas hacia los intereses de Davos, más allá del doble discurso que suelen manifestar sus dirigentes. Vimos entonces que quedaba un enorme espacio vacío, que pretende llenar MADUR. Este no es un movimiento gremial sino social, pues consideramos que los problemas del campo impactan a toda la sociedad. Las soluciones pasan también por involucrar a los sectores urbanos, lo que lleva a manejar políticas de alianza por lo menos novedosas en nuestro país. En resumen, nosotros estamos con la concepción del foro de Porto Alegre.

-¿De qué forma puede crecer MADUR?

-Entre las formas de políticas de desarrollo institucional hay varias y una puede ser una convocatoria general en espacios grandes: desarrollar la cantidad y después afinar. Pero nuestra experiencia nos indica que el poder se encarga de colocar operadores en lugares clave que llevan al fracaso a emprendimientos como el nuestro. Hombres y mujeres que en estos cinco años de lucha hayan demostrado estar en contra del modelo económico neoliberal y conducirse éticamente tienen su lugar en MADUR.

-¿Cómo se relaciona MADUR con el poder del Estado o con los partidos políticos?

-Institucionalmente no hay relacionamientos formales. Sí hay articulaciones con organizaciones político partidarias, con mayor o menor distancia. El nuestro es un movimiento en sus fases iniciales de desarrollo que se da una organización en función del objetivo. A diferencia de la mayoría de las organizaciones gremiales no es de funcionamiento centralizado, puesto que éste generalmente conduce a que un hombre, su presidente, las maneje. En los hechos estas organizaciones han sido trampolines para cargos políticos.

-¿Un militante de MADUR como ministro puede defender mejor los intereses de los integrantes del movimiento?

-No se puede coartar la libertad individual, pero tampoco mantener al mismo tiempo la actividad política y la militancia activa en MADUR.

-¿Podemos decir que en su mayoría los integrantes de MADUR son pequeños y medianos productores propietarios de tierras?

-Los productores se miden en función del capital que mueven y no de la cantidad de hectáreas que poseen, pues todo depende de la calidad de los campos. Pero lo que interesa es diferenciar productores de empresarios. El productor ve el campo como un lugar para vivir él y su familia y esta opción no depende exclusivamente de la rentabilidad. En cambio, el empresario sí, y no vive en el campo. Los inversores en general invierten en el campo, pero no son gente de campo.
 


Carlos Caillabet
© Rel-UITA
13 de mayo de 2004

 

 

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