Con Michael Sligh, de RAFI - Estados Unidos

 

No hay justicia ambiental

sin justicia social

 

 

-¿Qué es Rural Advancement Foundation International (RAFI)?

 

-Es una organización no gubernamental sin fines de lucro que tiene su origen en los años 30. Trabajamos en investigación, educación y defensa legal persiguiendo la equidad, la justicia y la sostenibilidad en la agricultura.

 

-¿Su radio de acción es sólo Estados Unidos?

 

-Trabajamos con organizaciones en muchas partes del mundo. Tratamos de estar presentes en la base, pero también trabajamos a nivel global. Tanto podemos apoyar a un pequeño productor en el sur de Estados Unidos como presentar un caso en las Naciones Unidas.

 

-¿Cuál es la relación de RAFI con ETC?

 

-Somos organizaciones hermanas, venimos de la misma madre. Estratégicamente se ha ampliado nuestro radio de acción creando dos organizaciones que trabajan asociadas. Pertenezco al organismo de dirección de ETC y nuestro aporte fue mirar hacia el futuro muy a largo plazo para desarrollar estrategias de educación. Participamos en el primer debate de educación sobre ingeniería genética a principio de los 80, participamos en la tarea de documentar lo que hacía la industria de la semilla en los años 70. Ahora ETC está enfocando la tecnología asociada a la agricultura y otros sectores de la sociedad, mientras que en Estados Unidos RAFI se centra en la agricultura. Tenemos una intensa comunicación y somos interlocutores permanentes.

 

-¿Cuáles son los principales terrenos de RAFI?

 

-Hay tres grandes tendencias en agricultura que son la base de nuestro trabajo: la creciente pérdida de diversidad agrícola; el control de toda la actividad por cada vez menos transnacionales que son más y más grandes; la decadencia de los derechos de los agricultores a organizarse, a guardar sus semillas, a tomar decisiones de manera autónoma en sus propios predios. Hemos desarrollado una estrategia que intenta impedir el crecimiento del paradigma industrial en la agricultura y dividimos nuestro tiempo con los esfuerzos para promover todo lo que se dirige hacia otro paradigma diferente.

 

-¿Cuáles son los puntos de interés en América Latina?

 

-Hay dos aspectos principales: fortalecer los derechos de trabajadores y agricultores, la protección de la biodiversidad en la agricultura, y América Latina está viviendo un incremento de la agricultura sustentable y estamos muy interesados en que sea válida, participativa y aumente los beneficios en los dos lados de la balanza: productores y consumidores.

 

-¿Qué papel le asignas a la justicia social en la agricultura orgánica?

 

-Queremos estar atentos a todo el sistema de producción. Avanzar ambientalmente sin alcanzar una buena relación con la sociedad no nos permitirá llegar a nuestro objetivo, quizás tendríamos algunas pocas y grandes empresas practicando agricultura orgánica, pero eso no sería un avance real para la gente. Debemos promover un paquete holístico para avanzar juntos y no en parcelas individuales.

 

-¿La alternativa está dentro del capitalismo?

 

-Todos estamos luchando para encontrar la tercera vía. Hay aspectos que son problemáticos en todas las economías vigentes y todas tienen aportes interesantes. Debemos tomar lo mejor de cada una para liberarnos de lo peor. Por ejemplo, hace unos años colaboramos con grupos de agricultores de Europa oriental en el momento del cambio. Ellos habían tenido una prolongada relación interna en la cual todos habían desempeñado un rol en el colectivo y estaban cambiando al modelo capitalista de democracia. En esos momentos mantuvimos diálogos con grupos de Alemania Oriental, Checoslovaquia, Polonia, parte de la ex Unión Soviética. Intentábamos explorar juntos los posibles beneficios de adoptar una formalidad cooperativa, la negociación colectiva. Ellos no querían abandonar completamente lo que habían tenido hasta entonces, pero querían incorporar cosas nuevas. Tenemos que encontrar la manera de alcanzar la sustentabilidad.

 

-¿Cuál es la situación de los trabajadores en Estados Unidos?

 

-Es muy parecida en casi todo el mundo. Cargamos experiencias negativas desde hace siglos, como el legado de la esclavitud. A alguien se le ocurrió hacer un documental sobre qué pasaría en California si un solo día todos los mexicanos que viven allí no se presentaran a trabajar. En mi país estamos tan desconectados de saber de dónde vienen los alimentos y de la frustración creciente de los inmigrantes que trabajan para producirlo que parece que no dependiéramos de eso. Mi familia emigró de Irlanda hacia Estados Unidos para desarrollar allí sus conocimientos en el cultivo de la papa.

 

-¿Cuál es la importancia de los pueblos tradicionales en la sostenibilidad global?

 

-La agricultura orgánica y sustentable no es una creación angloeuropea sino una adaptación de la agricultura indígena. De manera que no se trata de algo nuevo sino proveniente de las tecnologías y los conocimientos de los pueblos originarios. Si tenemos éxito en lograr desarrollar ese sistema de producción será también en beneficio de esos pueblos, si fracasamos también será negativo para ellos. futuro de los pueblos indígenas, de sus tierras, sus tradiciones y sus experiencias es la clave para nuestro futuro. Estamos juntos en esto. Debemos tomar la sabiduría de estos pueblos tradicionales, poco importa si esto resulta políticamente sorprendente porque es esencial para nuestro planeta.

 

-¿Cuál es la relación de RAFI con el sindicalismo?

 

-En nuestra historia desde 1930 hemos marchado muy a menudo con los sindicatos. Uno de los más antiguos integrantes de nuestra dirección fue representante legal de los sindicatos en Estados Unidos, así como defensor de los derechos civiles de la minorías. A medida que estas organizaciones fueron creciendo y bastándose a sí mismas nos fuimos desplazando hacia otras que aún no alcanzan esos niveles de sofisticación. Estamos trabajando en un área muy grande en el análisis de los contratos que firman los pequeños agricultores con las grandes compañías, los ayudamos a encontrar representantes e intentamos cambiar la relación de poder que instauran estos contratos. Cuando los agricultores no están organizados firman contratos individuales con las compañías que son depredadores para ellos. Acabamos de analizar contratos sobre semillas transgénicas que son absolutamente leoninos, ellos no saben que abrir la bolsa de semillas equivale a firmar un contrato, y que si plantan las semillas la transnacional tiene derecho a instalarse en ese predio para siempre. También trabajamos con nuevos inmigrantes que llegan ahora del sudeste asiático a la agricultura estadounidense.

 

-¿Qué evaluación haces de este Foro?

 

-El tema que nos reúne y nos preocupa a todos es hacia dónde vamos. En todos los eventos en los que participamos los desafíos son los mismos. Debemos buscar soluciones que sean específicas para América Latina, y quienes estamos aquí presentes intentamos coordinar estrategias que generen solidaridad interna. Estoy muy bien impresionado con el alto nivel de pericia, participación y comprensión que hay en este encuentro. Espero que podamos desarrollar pasos específicos que puedan ser alcanzables y, a su vez, significativos.

 

Carlos Amorín

© Rel-UITA

Febrero 2005

 

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