Colombia

 

Con Luis Enrique Valverde

Palma y pobreza van de la mano

           

Valverde, secretario de Educación de SINTRAINAGRO, es uno de los asesores del Sindicato en la negociación colectiva del sector palmero en el Departamento del Cesar.

 

-¿En qué situación se encuentra actualmente el sector palmero?

-Es complicada, y el panorama futuro es oscuro ya que en el sector palmero del Departamento de Cesar se está tratando de imponer las Cooperativas de Trabajo Asociado (CTA).

 

Los trabajadores están al tanto de las desventajas de este sistema y su preocupación no es menor.

 

A esto tenemos que agregar que el sector palmero es uno de los ámbitos donde el trabajo es más precario en Colombia, con salarios que no alcanzan siquiera el mínimo nacional legal.

 

-¿Y qué medidas se están tomando?

-El 22 de marzo de 2011 presentamos ante la Subdirectiva el Pliego que habíamos elaborado, y el 7 de abril comenzamos las negociaciones que hasta ahora están muy complicadas. Se han mantenido entrevistas con el vicepresidente de la República, Angelino Garzón, y con el Viceministro de la Protección Social; veremos qué resultados arrojan.

 

Desde los empresarios se quiere culpar a SINTRAINAGRO, con el rumor que es una organización radical. Toda una falacia, venimos de negociar en Urabá un convenio colectivo para 18 mil trabajadores sin una sola medida de presión sindical. El conflicto no es el propósito del Sindicato, lo que buscamos son soluciones para los trabajadores.

 

-Se suele decir que donde hay palma hay miseria…

-Lamentablemente esa es la triste realidad. El cultivo de palma no crea empleo, y lo poco que genera no es de calidad.

 

Los datos hablan de un obrero por cada diez hectáreas de cultivo de Palma. Para comparar, el sector ganadero emplea 3,5 obreros por cada hectárea.

 

Por otra parte, los salarios no alcanzan el mínimo nacional legal. A esto hay que agregarle que este es un sector en el cual la contratación de los obreros está tercerizada, y de esta manera se elude la responsabilidad de que los trabajadores cuenten con seguridad social.

 

Todo esto es sorprendente ya que, según registros actuales, una tercera parte de los ingresos internos brutos de Colombia proviene del cultivo de palma. No se entiende entonces cómo se puede tener tan descuidado a la gente que trabaja allí.

 

No se entiende cómo el sector no cuenta siquiera con la infraestructura adecuada. En el Departamento de Santander, por ejemplo, las plagas han acabado con casi el 70 por ciento de la producción, por no contar con el asesoramiento apropiado.

 

-¿Cómo se llega a esta situación de salarios por debajo de lo legalmente permitido?

-Es por efecto de la tercerización. Quien contrata al obrero y lo pone a disposición de la empresa se queda con hasta el 70 por ciento de lo generado por el trabajador.

 

-¿Es verdad que la Palma Africana no es negocio para los pequeños productores?

-Es cierto. Un pequeño productor palmero debe contar por lo menos con diez hectáreas para que su producción sea rentable.

 

Pero además, es indispensable contar con una planta extractora de aceite para llevar adelante este negocio, y no todos los productores pueden afrontar este gasto de inversión.

 

De esta manera, los pequeños agricultores venden su producto a los grandes cultivadores, que sí cuentan con esas plantas y fijan el precio a pagar, que generalmente ronda el 17 por ciento del valor real. De esta manera los pequeños productores apenas pueden subsistir.

 

Pero tampoco tienen otra alternativa. Es un círculo reproductor de pobreza y miseria. Y ese modelo es el que no podemos permitir que se implemente en Cesar.            

 

-¿Y el papel del gobierno?

-Es nulo. Y el tema es delicado. El gobierno debe intervenir. Tiene la obligación porque todos los trabajadores tienen derecho a tener un sueldo digno que les permita subsistir.

 

 

En Apartadó, Gerardo Iglesias

Rel-UITA

17 de mayo de 2011

 

 

 

 

 Foto: Gerardo Iglesias

     

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