La mitad de los 
                    bosques que una vez cubrieron la Tierra han desaparecido, y 
                    cerca del 78% de los bosques primarios ya han sido 
                    destruidos. La deforestación es uno de los grandes problemas 
                    ambientales, junto con el cambio climático y la pérdida de 
                    biodiversidad
                    
                    
                    Cada año desaparecen nueve millones de hectáreas de árboles. 
                    Bosques donde ejemplares milenarios han sido talados para 
                    convertirse en papel de usar y tirar. 
                    
                    La mitad de los bosques que una vez cubrieron la Tierra, 29 
                    millones de kilómetros cuadrados, han desaparecido, cerca 
                    del 78% de los bosques primarios ya han sido destruidos y el 
                    22% que nos queda está en alto riesgo. Los factores que lo 
                    propician son la extracción abusiva de madera, la conversión 
                    de bosques a otros usos como la agricultura y la ganadería, 
                    la especulación, la minería, los grandes embalses, las 
                    carreteras, el crecimiento demográfico y el cambio 
                    climático. Un total de 76 países han perdido ya todos sus 
                    bosques primarios, y otros once podrían perderlos en los 
                    próximos años.
                    
                    La región del Índico está siendo de trágica actualidad por 
                    terremotos y tsunamis. Pero también su situación 
                    medioambiental es escenario de una mala gestión forestal.
                    
                    “La extracción maderera, junto con la minería y la 
                    agricultura, tiene una posición estratégica en la economía 
                    indonesia”, comenta Tiago Soares en su análisis “Cortando el 
                    futuro”. Una investigación reciente de Greenpeace, reveló la 
                    existencia de una financiación prestada por JP Morgan Chase 
                    para la compra de madera ilegalmente extraída de Indonesia. 
                    Esta banca facilitó dinero para la adquisición de materia 
                    prima proveniente de madereras indonesias envueltas en 
                    prácticas ilegales de extracción. Comprada a precios menores 
                    que los del mercado, esta madera es negociada, en EEUU 
                    principalmente, por valores artificialmente más bajos que 
                    los de la competencia.
                    
                    Las selvas fueron en su momento responsables de gran parte 
                    del capital extranjero invertido en Indonesia. “No es 
                    casual, que dos de las ocho madereras citadas por Greenpeace 
                    estén, directa o indirectamente, vinculadas a Suharto 
                    (presidente del país desde 1967 a 1998). Ahora, Indonesia 
                    paga el precio de esa política, con cerca de 70% de sus 
                    selvas arrancadas, el país es un líder mundial en especies 
                    amenazadas de extinción” comenta Soares. Su ritmo anual de 
                    deforestación es de unas 3,8 millones de hectáreas por año, 
                    seis veces mayor que el sufrido por la selva Amazónica. Esto 
                    significa la expulsión y la miseria de numerosas comunidades 
                    y desastres naturales ligados a la deforestación como 
                    sequías o inundaciones.
                    
                    Los bosques son esenciales para la vida en el planeta. 
                    Protegen la biodiversidad, proporcionan madera, evitan la 
                    erosión, regulan el ciclo hidrológico, retienen el carbono y 
                    frenan el cambio climático.
                    
                    La deforestación no es la única amenaza. La contaminación 
                    atmosférica y las lluvias ácidas afectan a bosques de 
                    Europa, América del Norte, Asia, y a las áreas cercanas a 
                    las ciudades de todo el mundo. Uno de cada cuatro árboles 
                    europeos está enfermo con defoliación por la contaminación.
                    
                    El consumo de leña y el de papel son otros factores 
                    importantes. La mitad de la madera que se extrae anualmente 
                    se usa como combustible. Cerca de 2.000 millones de personas 
                    dependen de la leña y el carbón vegetal como fuente 
                    principal de combustible. Y más de 300 millones de toneladas 
                    de papel y cartón se consumen cada año. Una media anual de 
                    50 kilogramos por habitante y año, aunque en algunos países 
                    africanos no se llegue a 1 kilogramo por habitante y en 
                    Estados Unidos el consumo de papel sea de 330 kilos. El 
                    papel es un producto básico y necesario entre otras cosas 
                    para la cultura, pero se emplea de forma despilfarradora. 
                    Cada tonelada de papel reciclado evita la tala de una docena 
                    de árboles. La FAO estima que en el 2010 el consumo de papel 
                    recuperado alcanzará los 181 millones de toneladas, con una 
                    tasa de recuperación del 46%.
                    
                    Para afrontar los graves riesgos de la deforestación y la 
                    pérdida de biodiversidad urge la aplicación de políticas 
                    encaminadas a la sostenibilidad, espacios protegidos, mayor 
                    eficiencia en el consumo de madera, certificaciones 
                    forestales, aumento del reciclaje de papel y cartón, mayor 
                    equidad social que evite la emigración a la llamada frontera 
                    forestal, prácticas en definitiva menos depredadoras.
                    
                    Es preciso dedicar más esfuerzos y recursos a conservar lo 
                    que nos queda de riqueza forestal. Se trata del patrimonio 
                    de nuestros nietos.
                    
                    
                    María José Atiénzar
                    CCS
                    
                    8 de abril de 2005