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                     Argentina 
  
  
    
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La expansión de 
la soja transgénica arrasó con los cultivos de arroz, algodón, maíz y trigo 
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Para alarma de los 
ecologistas, los agricultores argentinos expanden sus cultivos de soja 
transgénica a Bolivia y Uruguay al calor de ventajas impositivas y el alto 
precio del grano, una tendencia que, sin embargo, los expertos consideran 
pasajera. |    
                    
                      
                    
                    
                     La 
                    "moda"  de  comprar o arrendar campos para sembrar  
                    soja  en  esos países, y  en  menor 
                    
                     medida en los también vecinos Paraguay y Brasil, fue 
                    impuesta por el oportunismo de algunos productores, 
                    aseguraron diversos ingenieros agrónomos y consultores. 
                    
                      
                    
                    En Bolivia y Uruguay no hay fuertes impuestos a la 
                    exportación de granos y los precios de compra o 
                    arrendamiento de los campos son sustancialmente más bajos, 
                    destacó Ernesto Ambrosetti, experto del Instituto de 
                    Estudios Económicos de la Sociedad Rural Argentina. 
                    
                      
                    
                    Ambrosetti dijo que la expansión de los productores 
                    argentinos es una "moda" que responde al "oportunismo" ante 
                    los buenos precios cuando el Fisco "les saca el 40 por 
                    ciento de la renta" con todo tipo de impuestos, entre ellos 
                    a la exportación. 
                    
                      
                    
                    La movida la empezaron productores de provincias vecinas a 
                    Bolivia y Uruguay y rápidamente otros siguieron el ejemplo, 
                    explicó. 
                    
                      
                    
                    Mientras, los ecologistas aseguran alarmados que el fenómeno 
                    del "monocultivo" de soja en Argentina, tercer productor 
                    mundial de ese grano detrás de Brasil y Estados Unidos, ha 
                    comenzado a contagiarse por toda la región y amenaza a los 
                    bosques nativos. 
                    
                      
                    
                    La mayor preocupación ecologista es por el futuro ambiental 
                    de la región agrícola boliviana de Santa Cruz de la Sierra, 
                    donde la tierra apta para el cultivo vale 1.000 dólares la 
                    hectárea frente precios que en Argentina van de 2.000 hasta 
                    5.200 dólares. 
                    
                      
                    
                    En Uruguay, la hectárea de tierra para soja se arrienda a 
                    precios que van de 70 a 150 dólares por año y por hectárea 
                    mientras que en Argentina se paga por lo mismo un promedio 
                    de 350 dólares. 
                    
                      
                    
                    La compra de campos uruguayos vale entre unos 900 y 1.500 
                    dólares por hectárea, indicó Roberto Simon, directivo de la 
                    Asociación Rural de Uruguay y director del Instituto 
                    Nacional de Semillas, quien afirmó han crecido "muchísimo" 
                    las ventas o arrendamientos a productores argentinos. 
                    
                      
                    
                    Una de las empresas agropecuarias que expandieron sus 
                    negocios en la región es "El Tejar", propietaria de 60.000 
                    hectáreas de campos en Argentina y que administra otras 
                    250.000 hectáreas propias o en asociación con productores de 
                    Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay. 
                    
                      
                    
                    "Nuestro proyecto es un sueño y va mucho más allá de la 
                    soja", afirmó uno de los directivos de la empresa, Oscar 
                    Alvarado, al destacar que sus negocios "son de largo plazo", 
                    abarcan a todo tipo de cultivos y a la ganadería por medio 
                    de sociedades con productores que seguirán en pie cuando 
                    termine la "moda" de la soja. 
                    
                      
                    
                    Las tierras productivas de Santa Cruz de la Sierra son de 
                    las pocas de la región agrícola boliviana que pueden 
                    soportar hasta dos cosechas de soja anuales. 
                    
                      
                    
                    El año pasado se cosecharon alrededor de 715 mil hectáreas y 
                    para este año se esperan unas 812 mil hectáreas, sobre todo 
                    por el desembarco de productores argentinos. 
                    
                      
                    
                    Jorge Morello, del Grupo de Ecología del Paisaje y Medio 
                    Ambiente de la Universidad de Buenos Aires, aseguró que la 
                    "moda" de la soja terminará por reducir la producción de 
                    azúcar del oriente boliviano, entre otros males de su 
                    expansión por la región. 
                    
                      
                    
                    En este sentido, remarcó que en los últimos años la 
                    expansión de la soja en Argentina arrasó con cultivos de 
                    arroz, algodón, maíz y trigo, redujo un 27 por ciento la 
                    cantidad de explotaciones lecheras y ha provocado un mayor 
                    desmonte de bosques nativos "irrecuperables" en el norte del 
                    país.  
                    
                      
                    
                    EFE 
                    
                     14 de mayo de 2004 
                      
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