Monsanto siembra la muerte entre los campesinos hindúes

 

La monopolización de las semillas por parte de las corporaciones globales es una receta segura para destruir la biodiversidad y a los campesinos.

 

Más del 90% del mercado de semillas genéticamente modificadas está constituido por sólo cuatro tipos de cultivo: trigo, soja, colza y algodón. Más del 90% del mercado de semillas genéticamente modificadas es controlado por una sola compañía: Monsanto.

 

En estos momentos cuando en Curitiba, Brasil, se celebra la Octava Conferencia sobre la Convención de la ONU para la Diversidad Biológica con las reuniones sobre el Protocolo para la Bioseguridad (20 - 31 de marzo), estarán en el orden del día las semillas asesinas de la industria de las biotenologías. Semillas que matan la biodiversidad, matan a los cultivadores y matan la libertad de las personas. Entre ellas está el Bt. Cotton de Monsanto, que ha sumido ya a millares de agricultores hindúes en la deuda, la desesperación y la muerte.

 

Los gobiernos de Australia, Nueva Zelanda y Canadá, actuando como instrumentos del gobierno de los EEUU y de la industria biotecnológica, tratan de minar la moratoria actualmente existente –impuesta por la Unión Europea— sobre todos los alimentos y semillas genéticamente modificados y sobre la llamada tecnología Terminator, una tecnología que induce a las plantas genéticamente modificadas a producir semillas estériles. En contra de la moratoria de la Unión Europea se ha manifestado el pasado 7 de febrero la OMC. Y el mensaje es claro: la libertad de los ciudadanos para elegir qué quieren cultivar y qué quieren comer no tiene carta de ciudadanía en un mundo regulado por los beneficios de las grandes corporaciones empresariales. El Bt. Cotton, un algodón genéticamente modificado vendido por Monsanto, ha venido engañando repetidamente a los agricultores hindúes desde que la empresa comenzara ilegalmente sus experimentos en 1998. Y desde que, en 2003, se autorizó la comercialización de sus semillas. La publicidad de Monsanto prometía a los campesinos una producción de 15 quintales por acre y cerca de 226 dólares de beneficios añadidos. Pero para un gran número de agricultores el Bt, Cotton ha significado la pérdida de cosechas enteras. Otros muchos han cosechado de media sólo tres quintales por acre, una quinta parte de lo prometido.

Nuestras investigaciones sobre los cultivos de estaciones anteriores han mostrado para el Maharashtra y el Andrhra Pradesh cosechas medias de 1,2 quintales por acre. Un estudio del Centro para la Agricultura Sostenible probó que mientras las semillas del Bt. Cotton les cuestan a los campesinos 36 dólares por acre, las semillas de los cultivadores orgánicos cuestan solamente 10 dólares por acre, es decir, menos de un tercio. El Bt. Cotton ha de ser rociado tres veces y media con pesticidas, a un coste de 59 dólares por acre. Los cultivadores orgánicos, en cambio, usan para el control de los parásitos substancias ecológicas que cuestan menos de 9 dólares por acre, es decir, una sexta parte del coste del Bt. A causa de los altos costes del cultivo y de los bajos beneficios de su rendimiento, los campesinos hindúes se hallan atrapados en gravosas deudas, para subvenir a las cuales están dejando la vida. En la última década, en la India, se han suicidado más de 40.000 agricultores (aunque sería más exacto hablar de homicidio o de genocidio). Más del 90% de los agricultores que se han quitado la vida en el Maharashtra y en el Andhra Pradesh durante la estación algodonera de 2005 habían plantado Bt. Cotton. Y sin embargo, lobistas de las bioteconologías como Graham Brookes y Peter Barfoot manipulan los datos para ocultar tal horror. En un reciente viaje a la India, Brookes ha sostenido que los agricultores hindúes, cultivando el Bt. Cotton, habrían obtenido 113 millones de dólares, con un incremento de 45 dólares por hectárea. En realidad, usar las semillas de Monsanto ha significado para los cultivadores 50 dólares más por acre, lo que representa más de 226 millones de dólares en pérdidas. Este es el motivo de que los gobiernos del Andhra Pradesh y del Gujarat hayan llevado a Monsanto a los tribunales.

La monopolización de las semillas por parte de las corporaciones globales es una receta segura para destruir la biodiversidad y a los campesinos. Más del 90% del mercado de semillas genéticamente modificadas está constituido por sólo cuatro tipos de cultivo: trigo, soja, colza y algodón. Sólo dos variedades han sido comercializadas a gran escala: los cultivos resistentes a los herbicidas y los cultivos de Bt. Cotton. Y más del 90% del mercado de semillas genéticamente modificadas es controlado por una sola compañía: Monsanto.

El estudio de Brookes y Barfoot no está basado en datos empíricos de primera fuente, sino en extrapolaciones inferidas de falsos presupuestos y de estudios manipulados. En lo que toca a los EEUU, los lobistas sostienen que el algodón resistente a los herbicidas reportaría a los agricultores norteamericanos 66,59 dólares por hectárea de beneficios añadidos. Sin embargo, 90 cultivadores texanos del algodón han llevado a Monsanto a los tribunales por las grandes pérdidas en sus cosechas: Monsanto no les había advertido de un defecto de su algodón genéticamente modificado. Con la causa instruida se proponen obtener reparaciones por lo que definen como "una larga campaña de engaños". El intento de introducir la teconología Terminator traerá consigo el aumento de la vulnerabilidad de los agricultores hindúes y la amenaza a la biodiversidad. Cuando en enero pasado se reunió en Granada el grupo de trabajo sobre el artículo 8(j) de la Convención para la biodiversidad, los EEUU sostuvieron la falsa tesis, según la cual la tecnología Terminator, una tecnología que crea esterilidad, haría "aumentar la productividad".

Las poblaciones indígenas ven la tecnología Terminator como una amenaza a su libertad y a su soberanía. Como ha afirmado en Brasil Mariana Marcos Tarine, en nombre del Forum internacional indígena sobre la biodiversidad, “la tecnología Terminator representa una amenaza a nuestro bienestar y a nuestra soberanía alimentaria, y constituye una violación de nuestro derecho a la autodeterminación”. Y en juego está no sólo la libertad de las poblaciones indígenas. El pronunciamiento de la OMC sobre la cuestión de los OGM [organismos genéticamente modificados] amenaza la libertad de todos nosotros para elegir semillas y modo de alimentarse.

En 2003, cuando el presidente Bush rompió hostilidades bélicas, nosotros teníamos una campaña mundial. En la reunión de la OMC de 2005 en Hong Kong, quien suscribe y el agricultor y activista francés José Bové habíamos enviado a la OMC más de 60 millones de firmas estampadas en una declaración en la que se decía que estar libres de OGM es parte integrante de nuestro derecho fundamental a elegir libremente los cultivos que cultivamos y los alimentos que comemos. No nos dejaremos reducir a servidumbre por los gigantes de la genética. No permitiremos que sus semillas asesinas maten a nuestros agricultores y nuestra libertad. Seguiremos conservando nuestras semillas como un deber con la creación y con nuestra comunidad. Defenderemos las zonas OGM-free como zonas de nuestra biodiversidad y de nuestra libertad de alimentación. Esparciremos semillas de paz, y cegaremos la fuente de difusión de las semillas de la muerte.



Vandana Shiva

Tomado de www.comfia.info

27 de marzo de 2006

 

 

 

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