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El 15 de febrero pasado 
nos enteramos de que la polenta 
que se nos está vendiendo 
es transgénica.   
Tal noticia nos llegó a través de la 
presentación de una tesis de grado realizada por
Martín Fernández Campos, titulada 
“Análisis de Transgénesis de 20 polentas que se 
encuentran a la venta en el Mercado Uruguayo"
(+INFO). Dicho trabajo se realizó en el laboratorio de Trazabilidad 
Molecular Alimentaria de La Sección Bioquímica 
de la Facultad de Ciencias, bajo la tutoría del 
Dr. Claudio Martínez Debat.    
Tal como informó su autor, la investigación se 
realizó con 20 muestras de harina de maíz 
enviadas por el Laboratorio de Bromatología de 
la Intendencia de Montevideo. El resultado fue 
positivo para 18 de ellas por lo que se concluye 
que el 100 por ciento de las muestras que 
pudieron ser analizadas estaban elaboradas al 
menos en parte con un maíz genéticamente 
modificado. De dos de las polentas no se pudo 
extraer el ADN, por lo que no fueron analizadas.   
También fue posible identificar la presencia en 
las polentas de los dos maíces transgénicos que 
se cultivan en Uruguay: el MON810 (de la 
empresa Monsanto) y el Bt11 (de la 
empresa Syngenta). El MON 810 fue hallado 
en 13 de las muestras, mientras que el Bt11 se 
encontró en 14 de ellas (solo MON 810 en 4 
muestras, solo Bt11 en 5 y mezclas en 9 de 
ellas).   
Que se sabe 
sobre  
el maíz 
transgénico y la salud   
Un estudio publicado en el International Journal 
of Biological Sciences revela que tres 
variedades de maíz genéticamente modificado 
producidas por la trasnacional Monsanto 
(MON810, MON863 y NK603) pueden ocasionar 
problemas de salud, sobre todo daños a los 
riñones y el hígado.    
Cabe resaltar que una de esas variedades (MON 
810) se cultiva en Uruguay desde 2003. 
Los resultados de la investigación fueron 
divulgados a principios de diciembre del 2009 
por el Comité Independiente para la 
Investigación e Información sobre Ingeniería 
Genética (Criigen), con sede en Caen, Francia.   
De acuerdo al estudio por primera vez se ha 
comprobado que los organismos genéticamente 
modificados (OGM) no son suficientemente sanos 
como para comercializarse.  
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Nuestros niños están ingiriendo un 
alimento que puede afectar su salud 
sin que sus padres lo sepan. |    
El trabajo precisa que en el caso de los 
transgénicos analizados, se encontró que en 
animales y humanos, los riñones y el hígado 
“experimentaron problemas, pues son los 
principales órganos que reaccionan a la 
intoxicación química alimentaria”, según indicó
Gilles-Eric Séralini, experto de la 
Comisión para la Revaluación de la 
Biotecnología, organismo creado por la Unión 
Europea en 2008.   
El derecho a 
elegir   
En Uruguay no es posible elegir productos 
que no contengan elementos transgénicos, ya que 
nada se informa al respecto en el etiquetado de 
los productos. Es decir, que el consumidor no 
solo no tiene la libertad elegir, sino que ni 
siquiera puede ejercer su derecho a la 
información. En el caso concreto de la popular 
polenta, solo nos enteramos de que está 
elaborada con maíces transgénicos gracias a una 
tesis de la Facultad de Ciencias donde se 
hicieron los estudios correspondientes.   
La situación es más grave aún debido a que la 
polenta no solo es muy popular entre los 
uruguayos, sino que además es uno de los 
primeros alimentos que ingieren los bebes en 
nuestro país, por lo que nuestros niños están 
ingiriendo un alimento que puede afectar su 
salud sin que sus padres lo sepan.   
Es de esperar que este estudio sirva para 
alertar a la población toda sobre este tema y 
que motive a los tomadores de decisión a 
implementar medidas para que los consumidores 
tengan el derecho de elegir lo que se quiere 
consumir y que no sean las empresas las que 
deciden acerca de lo que va en el plato de cada 
ciudadano diariamente. 
 
 
     
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