Argentina

Con Darío Lacuadra y Paola Prade (UATRE)

Generar conciencia social

contra el trabajo infantil

 

Darío es coordinador del programa “Por una infancia rural sin trabajo infantil” implementado por la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores en el marco del Programa Nacional de Juventud; Paola es una de las técnicas de ese programa y se especializa en políticas de infancia. Ambos integran la Comisión Investigadora para la Erradicación del Trabajo Real Infantil (CIPETRI), y relataron para SIREL los aspectos principales de este flagelo en Argentina así como las acciones en curso para su eliminación.

 

 

-¿Qué se considera exactamente trabajo infantil?

Darío Lacuadra (DL) -Es toda actividad laboral, remunerada o no, desarrollada por aquellas personas que aún no han alcanzado la edad legalmente requerida para poder desempeñarse en el mercado de trabajo. En la Argentina la edad mínima está en los 14 años, aunque desde el sector sindical estamos promoviendo ajustar esta edad a la Ley Federal de Educación, que la sitúa en los 15 años.

 

Si bien decimos que el trabajo infantil puede ser remunerado o no, debe dejarse bien en claro que no consideramos como tal a la actividad que el niño puede llegar a realizar cuando colabora en su casa, con sus padres, para una determinada tarea que puede llegar a ser incluso beneficiosa para su aprendizaje, siempre y cuando esta no le impida el acceso a la educación.

 

El trabajo infantil está directamente ligado a la pobreza que se iniciara en los años ochenta en los países en vías de desarrollo, y que ha llevado a la desaparición del “Estado benefactor” en beneficio del surgimiento de un Estado neoliberal. Tiende a manifestarse de dos maneras: una que llamamos visible y otra que denominamos invisible. El trabajo infantil visible es el que se registra sobre todo en el sector urbano con la presencia de niños malabaristas, lustra botas, canillitas, etc., mientras que el invisible es el que tiende a darse sobre todo en el sector rural, donde existe una impronta cultural que naturaliza el problema.

 

-¿Esa invisibilidad está determinada porque en el ámbito rural se tiende a no diferenciar entre el empleo y el trabajo familiar?

DL -Ese es el factor principal de lo que denominamos invisibilidad y naturalidad del fenómeno en el ámbito rural. Hemos trabajado desde hace dos años en un programa en las provincias de Mendoza, Misiones y Tucumán, el cual acaba de finalizar, y que habíamos denominado “Infancia rural sin trabajo infantil”. Este fue un programa de formación de jóvenes rurales de entre 20 y 30 años en materia de prevención y erradicación del trabajo infantil, y para el cual contamos con el apoyo de la Organización Internacional del Trabajo y su oficina específica denominada Programa de Eliminación del Trabajo Infantil (IPEC, por sus siglas en inglés). Como parte de este programa se hizo un relevamiento en el lugar de origen de estos jóvenes, y ahí emergió cuál es la visión que se tiene en el medio rural sobre el trabajo infantil. Los jóvenes entendían que la actividad que los niños realizaban en ese ámbito no calificaba como trabajo sino que era una ayuda que ellos proporcionaban, y que además era una forma de aprender más rápido el oficio.

 

-¿En qué ámbitos se encuentra a los niños trabajando en el medio rural?

DL -A las niñas trabajan generalmente como empleadas domésticas, mientras que los varones se desempeñan en las plantaciones de frutilla, de algodón, de tabaco, de yerba mate, algunos hacen de peones de campo, arrean el ganado, etc. Pero sobre todo se demanda su trabajo en las plantaciones de algodón, pues se entiende que como la mano del niño es más pequeña puede sacar el capullo más sano, más limpio y sin romperlo.

 

-¿Y cuáles son las consecuencias negativas del trabajo infantil, tanto en el ámbito rural como en el urbano?

DL -Para nosotros el principal problema del trabajo infantil es que obstruye el acceso a la educación.

 

Paola Prade (PP) -Para evitar esta consecuencia negativa, en la Provincia de Buenos Aires se están experimentando los llamados “Centros educativos para producción total”. Estos centros tienen una modalidad de alternancia según la cual el chico está durante una semana o 15 días en el establecimiento, en régimen de “internado”, y luego pasa igual cantidad de días en su casa donde, además, debe realizar tareas con una información integral muy vinculada con lo agrícola. En esos 15 días colabora en trabajos familiares y además debe cumplir con las tareas que le solicita el establecimiento educativo.

 

El objetivo es atraer a los niños hacia el sistema educativo, que en Argentina tiende a ser expulsor. En nuestro país se han cerrado muchos establecimientos educativos rurales porque supuestamente no reunían la cantidad de alumnos mínima para ser habilitados. Por eso cuando se evalúa y se dice que los padres no mandan a los chicos a la escuela, hay que tener en cuenta esta situación y realizar un análisis más profundo. Además, muchas veces estos padres son analfabetos o con formación mínima, y si a eso le agregamos que el chico no cuenta con escuelas cercanas y que no tiene medios para trasladarse...

 

-En el caso de los niños que sí van a la escuela, ¿hay más concurrencia de niñas o de niños?

PP -Por lo general las niñas quedan al cuidado de sus hermanos menores durante muchas horas, mientras sus padres trabajan, y esto les impide acceder a la educación. Sin embargo, aunque por esta situación son los niños varones los que en mayor número pueblan las aulas, su concurrencia no es en absoluto masiva y por lo general sólo se mantiene durante los primeros años. Pocas veces los niños rurales completan los diez años de educación obligatoria que exige la ley. 

 

-¿Se trata sólo de una cuestión de cantidad o también de calidad? ¿Qué clase de educación se quiere para los niños rurales? ¿Cómo se la diferencia de la educación urbana?

PP -Ese es en verdad todo un tema. En épocas del gobierno menemista, de un día para otro y sin estudios previos se implementó un sistema educativo copiado de España, a pesar de que en aquel país había fracasado.

 

DL -Esto llevó a que la escuela se transformara en un espacio de contención social, un espacio en donde muchos van a comer, pero que no tiende a ser una educación preocupada por la calidad.

 

PP -En el ámbito de la educación rural, además de que los niños deben tener la misma educación que los niños urbanos, los mismos conocimientos, hay que respetar la especificidad de lo rural. Es importante, en este ámbito, que sean tratados temas como el de los agrotóxicos. Más allá de que estemos de acuerdo o no con su uso, es necesario saber que existen, que se usan, y debemos tomar precauciones porque, por ejemplo, en muchas casas se están utilizando los bidones que vacíos de agrotóxicos para acopiar agua, guardar comida o preparar alimentos.

 

DL -Pero no sólo está el problema de la deserción escolar sino, además, los daños a la salud que genera este trabajo infantil, generalmente con jornadas extensas, en malas condiciones, sin acceso a la seguridad social, sin posibilidades de exigir condiciones laborales justas y en contacto con sustancias nocivas –como en el caso del trabajo infantil agrícola donde los niños están expuestos a los efectos de los agrotóxicos–. Están además los problemas psicológicos que se han corroborado en ciertos casos, sobre todo debido a bajos niveles de autoestima causados por la exposición a abusos, e incluso, y sobre todo, en el caso de las niñas que trabajan como empleadas domésticas, a abusos sexuales por parte de los patronos o por parte de los hijos de estos. Y por último podríamos señalar, en el caso de las niñas que quedan al cuidado de sus hermanos menores, los problemas que se ocasionan al dejar a niñas, que a veces no superan los 10 años, desprotegidas y a cargo de responsabilidades que no son propias de su edad.

 

PP -También podríamos señalar un problema gravísimo que se está comprobando en aquellas plantaciones donde los niños trabajan durante varias horas agachados. Tenemos un video en el que se ve claramente cómo esos niños de 9 o 10 años, que se están aún desarrollando, tienen ya la columna desviada a causa de este trabajo excesivo e inhumano.

 

-¿Y qué se está implementando para intentar solucionar estos problemas?

DL -En el ámbito internacional existen varias convenciones que intentan solucionar esta problemática. En primer lugar, tenemos la Convención de los Derechos del Niño. Esta es la “ley madre” y a la cual tenemos la obligación de respetar, como ciudadanos de un Estado que se ha comprometido a proteger a los niños y niñas de la explotación económica y de toda forma que obstruya su normal desarrollo psíquico, moral e intelectual. Existen además otros convenios internacionales ratificados por nuestro país como, por ejemplo, el Convenio 138, que establece la edad mínima de admisión al empleo y el Convenio 182 que establece las denominadas peores formas de trabajo infantil, ambos en el ámbito de la OIT.

 

PP -Por otra parte, en lo nacional, el sector rural tiene dos leyes: la 22.248 y la 25.191. La primera fue promulgada durante la dictadura y no resolvió la cuestión; por ejemplo, no establece la edad mínima para admitir a una persona como trabajador, ni fija el máximo de ocho horas para las jornadas de trabajo. Por eso desde el gremio estamos en un proceso de reelaboración de esa ley y para eso intentamos contar con la participación del sector empleador.

 

Pero mientras esta nueva ley no se consiga, estamos implementando otras medidas también legales. En el Ministerio de Trabajo funciona una Comisión Nacional de Trabajo Agrario, en la cual tienen representación el sector empleador y el obrero bajo el contralor del Estado.

 

-¿Quién representa al sector empleador dentro de esa Comisión?

DL -Tenemos en nuestro país cuatro entidades: Sociedad Rural, Coninagro (Confederaciones Intercooperativas Agropecuarias), Confederación Rural Argentina y Federación Agraria Argentina. La Sociedad Rural reúne a los empleadores con mayor cantidad de hectáreas, mientras que la Federación Agraria Argentina agrupa a los más pequeños.

 

-¿Qué función cumple esta Comisión?

PP -Sanciona resoluciones que tienen carácter de ley y que, junto a la 22.248, pasan a regular el trabajo agrario. A través de estas resoluciones logramos el año pasado las ocho horas para el trabajador rural, aunque lamentablemente no para todas las regiones. Por eso es importante que la ley 22.248 sea modificada, no por estas resoluciones sino por una ley madre única.

 

La otra ley que rige a nivel interno es la 25.191, vigente desde 2001. Esta ley creó cuatro cosas importantes: el Registro Nacional de Trabajadores y Empleadores (Renatre), el Sistema Integral de Prestaciones por Desempleo y la Libreta del Trabajador Rural.

 

Con respecto al Renatre, en él están representados el sector empleador (a través de las mismas cuatro entidades que lo representan en la Comisión Nacional de Trabajo Agrario) y el obrero, y su función es sistematizar de datos tanto de los trabajadores rurales como también de los em-pleadores –que hasta el momento sólo se encontraban registrados ante el sistema tributario–.

 

Con respecto al sistema integral de prestaciones por desempleo, su implementación vino a incluir dentro del sistema de prestaciones al trabajador rural, quien hasta ahora se veía, junto a las empleadas domésticas, excluido por ley. Pero lo más importante con respecto al trabajo infantil, es para nosotros la libreta del trabajador. La libreta es un documento único, intransferible y a la vez probatorio de la relación laboral.

 

-¿Cuál es la ventaja para el trabajador de tener la libreta?

PP -La más importante es estar registrado. Y estar registrado le permite, en lo inmediato, tener acceso tanto él como su familia a la Obra Social y en un plazo a futuro tener derecho a la jubilación

 

-¿Cómo se vincula con la problemática del trabajo infantil?

PP -Se vincula de un modo directo porque el Renatre tiene como una de sus misiones inspeccionar los establecimientos, fiscalizando que todos los trabajadores tengan esta libreta. En caso de encontrarse a trabajadores sin ella se sancionará monetariamente a los establecimientos, y como los niños no pueden tener esta libreta, los empleadores van a tener que pensar dos veces antes de usar niños en su establecimiento.

 

-¿Cuáles son las esperanzas para el futuro?

DL -La propuesta desde el movimiento sindical es generar conciencia social sobre este tema, que no sólo implica al sector sindical sino a la sociedad toda. Nuestra esperanza es que de una vez por todas el Estado asuma un papel más activo en la protección de la niñez y desarrolle políticas públicas que atiendan las necesidades básicas de un sector que, en el futuro, será sustento de nuestra sociedad.

 

 

En Buenos Aires, entrevista de Carlos Amorín

© Rel-UITA

8 de setiembre de 2005

 

  

 

  UITA - Secretaría Regional Latinoamericana - Montevideo - Uruguay

Wilson Ferreira Aldunate 1229 / 201 - Tel. (598 2) 900 7473 -  902 1048 -  Fax 903 0905