Nicaragua

Los efectos de la crisis de Parmalat

 Días atrás se informaba que en la filial de Parmalat en Nicaragua “las cosas andaban bien” y que sus trabajadores no serían afectados por la crisis. Se hablaba de que las finanzas estaban sanas y que la firma cumple regularmente con los productores de leche nacionales. Sin embargo, estos últimos no creen en esa versión y sostienen que si la empresa quiebra los efectos económicos serían desastrosos para la débil economía nicaragüense.

 

Una prueba de esto es que en el sector lácteo nicaragüense ya se están sintiendo los efectos de la crisis, pues a las cooperativas y productores individuales del departamento de Chontales (la zona de mayor producción lechera del país) Parmalat les ha reducido el precio de compra de la leche en 0,80 centavos de córdobas por litro, lo que equivale a 0,21 centavos de dólar por galón, según indicó el 17 de enero el diario La Prensa. Si esa cifra es multiplicada por los 37.500 galones de acopio diario, se llega a una pérdida total de 7.875 dólares por día.

 

El representante en Nicaragua de Parmalat, Aldo Camorani, ha negado la versión de una posible crisis local por los problemas en la matriz de Parma. Según dijo, el escándalo sólo afecta la imagen de la marca. Pese a ello, trabajadores despedidos de la filial de Parmalat denunciaron que la crisis estallada en diciembre en Europa ha conducido a un recorte en cerca de 40 por ciento de la plantilla laboral de la firma en Nicaragua. A pesar de la difícil situación en que se encuentran, los trabajadores se resisten a organizarse dado que los responsables de la empresa –conocida sin embargo por su actitud antisindical– les aseguran que esta crisis no los va a afectar.

 

Por otra parte, en 2003 los pobladores de los alrededores de la planta habían denunciado ante la Procuraduría del Ambiente y los ministerios de Salud y del Ambiente y Recursos Naturales, la contaminación causada por la planta de Parmalat, por escapes de gases, humo de las calderas, ruidos ensordecedores de los camiones distribuidores y aguas negras putrefactas. La empresa se comprometió a mejorar esos aspectos a partir de noviembre. Sin embargo, los trabajadores –los primeros afectados por esa contaminación– denuncian que la situación ha empeorado tras el estallido de la crisis, porque la firma no tiene fondos para proceder a los trabajos necesarios.

 

Los operarios temen, finalmente, que, tal como sucedió en Brasil, la filial de Parmalat se declare en quiebra, ya que su “hueco” financiero sería cuatro veces superior al divulgado en diciembre. Como dijera el ex secretario general de la Rel-UITA Enildo Iglesias, las multinacionales “privatizan las ganancias y socializan las pérdidas, pero esta vez (en el caso de Parmalat) por una gran autoestafa”. Nicaragua no va a ser la excepción.

 

 

Marcial Cabrera

© Rel-UITA

30 de enero de 2004

 

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