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Derechos Humanos 
vs.
 Transnacionales
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Crecen las voces que reclaman a las multinacionales una 
regulación obligatoria en materia de derechos humanos 
  
Algunas organizaciones y redes sociales han aludido a la 
necesidad de unas normas de obligado cumplimiento para 
las multinacionales en materia de derechos humanos. 
Aunque en la década de los setenta se intentara aprobar 
un código vinculante de normas para las multinacionales 
en la ONU, el 
debate desapareció durante la década de los ochenta y 
noventa cuando las propias Naciones Unidas decidieron 
impulsar códigos de conducta voluntarios como el Global 
Compact.
Las voces que reclaman hoy volver a incorporar en el 
debate la regulación obligatoria para las 
transnacionales fundamentan su propuesta en que las 
quejas de afectados y afectadas por los impactos 
sociales, económicos, culturales y ambientales de estas 
compañías no ha parado de crecer.
John G. 
Ruggie, representante 
especial del secretario general para derechos humanos y 
multinacionales, reconoce que no se puede dejar en manos 
del mercado y de la voluntariedad de las empresas el 
respeto de los derechos humanos, pero a su vez respalda 
el Global Compact.
El marco propuesto promueve el deber estatal de proteger 
a las víctimas, la obligación empresarial de respetar 
los derechos humanos y la mejora del acceso efectivo a 
mecanismos de reparación de las víctimas. Ruggie 
puso la mayor parte de la responsabilidad en los 
gobiernos nacionales. Varias organizaciones ven con 
buenos ojos que esta postura recoja de las demandas de 
movimientos sociales que denuncian la falta de 
coherencia de gobiernos que promocionan los derechos 
humanos pero luego, en sus políticas económicas, firman 
acuerdos bilaterales y comerciales cuyas condiciones 
favorecen a las multinacionales españolas y vulneran 
derechos de las poblaciones receptoras.
El relator también encomió a los gobiernos a la 
aplicación del principio de la extraterritorialidad para 
hacer que dichas corporaciones respeten los derechos 
humanos en terceros países donde actúan.
Detrás de estos planteamientos se encuentran múltiples 
interrogantes. El primero tiene que ver con la crisis de 
representatividad que tiene hoy la ONU 
para resolver cualquier conflicto. Por otra parte, es 
cuestionable dejar el control sobre las multinacionales 
en manos de gobiernos que comparten intereses con estas 
corporaciones y cuyas políticas están subordinadas a 
acuerdos internacionales de libre comercio.
¿Es real que los gobiernos de Nigeria,
Sudán, 
Colombia o 
Filipinas prioricen los 
derechos humanos frente a los derechos de las 
transnacionales? Si hasta ahora las iniciativas de crear 
normas obligatorias sobre derechos humanos para las 
transnacionales en la ONU no han prosperado es porque 
han contado con la oposición frontal de los gobiernos de 
origen, que protegen de forma incondicional los 
intereses de sus transnacionales.
Enlazando Alternativas y el Tribunal Permanente de los 
Pueblos, que llevan años en el seguimiento y denuncia de 
los impactos de las multinacionales, proponen la 
creación de un código normativo internacional que 
delimite las responsabilidades legales de las compañías 
multinacionales. Además, proponen la creación de un 
centro independiente para el seguimiento de las 
denuncias de sus impactos e insisten en la necesidad de 
una Corte Internacional que pueda juzgar a las empresas 
transnacionales por sus delitos. La idoneidad de una 
Corte Internacional sobre derechos humanos que pueda 
juzgar a las multinacionales también fue planteada 
recientemente por dos relatores de Naciones Unidas, si 
bien la propuesta estaba enmarcada en un proyecto que no 
pertenece a la ONU, 
llamado Iniciativa de Suiza. 
En cualquier caso, las tres medidas citadas han sido 
desechadas por Ruggie, 
que argumenta que la falta de recursos económicos y la 
aprobación de un Tratado por una mayoría de naciones 
retrasarían décadas su realización. Dicho argumento 
contrasta enormemente con la rapidez con la que el G-20 
se puso de acuerdo y aprobó un presupuesto de más de un 
billón de dólares para salir al rescate de la banca en 
plena crisis financiera.
El marco “Proteger, respetar, remediar” presentado por
Ruggie traspasa la 
responsabilidad sobre el control de las transnacionales 
a los Estados sin concretar códigos, organismos, ni 
cortes internacionales en las que se puedan denunciar 
dichos delitos. Parece que, como en otras muchas 
ocasiones, las palabras se las llevará el viento. Las 
víctimas, las organizaciones sociales, sindicales, 
ambientales, etc. van a seguir trabajando para poner en 
la agenda social estos debates. Y fortalecer así la 
presión social que obligue a los gobiernos de origen de 
las compañías y a Naciones Unidas a tener la voluntad 
política necesaria para hacer respetar los derechos 
humanos a las transnacionales en cualquier parte del 
mundo.
 
  
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Erika González 
y 
Jesús Carrión*Tomado de CCS españa
 
11 de enero de 2010 |  
   
  
*
Miembro del Observatorio de Multinacionales en 
América Latina-Paz 
con 
dignidad  
 
y 
miembro del Observatorio de la Deuda en la 
Globalización, respectivamente. 
  
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