Cabeza a cabeza

 

En una carrera, en la que como veremos todo vale,

la voracidad de las transnacionales cerveceras

parece no tener límite.

 

 

La británica SABMiller se convirtió recientemente en líder del mayor mercado del mundo, China, mientras que en noviembre adquirió la cervecera holandesa Royal Grolsch por 812 millones de euros (1.180 millones de dólares). Con esas dos movidas se constituyó en la mayor compañía cervecera del mundo, desplazando a la belga InBev al segundo lugar. Por su parte, la también holandesa Heineken saltó al tercer lugar desplazando a la estadounidense Anheuser-Busch.


A su vez,
InBev y la estadounidense Anheuser-Busch -líder en ese mercado- según informa la revista belga de negocios Trenes, están en conversaciones que podrían llevarlas a la fusión. La posible alianza se viene mencionando desde el año pasado, entre otras fuentes por la publicación brasileña Valor Econômico. Y hace poco más de una semana el diario Wall Street Journal aseguraba que las conversaciones entre las dos cerveceras se habían vuelto más serias y que era posible que llegaran a un acuerdo este año.


Ambas movidas tendrán sus repercusiones en América Latina. “
SABMiller ve un gran potencial para Grolsch en África y América Latina, donde el segmento de cervezas de calidad aún se encuentra en su infancia”, afirma en un comunicado Graham Mackay, consejero delegado de SABMiller. Por el otro lado, si la fusión de InBev y Anheuser-Busch se concreta y tomamos en cuenta que esta última es propietaria del 50 por ciento del mexicano Grupo Modelo, las repercusiones serán grandes.

 

Dado que mencionamos a Grolsch, nos parece oportuno referirnos a un hecho ocurrido el año pasado y que pasó casi desapercibido. Las compañías cerveceras Heineken, Grolsch y Bavaria1 fueron multadas por parte de la Comisión Europea (CE) por un total de 273,7 millones de euros por mantener un acuerdo de precios en el mercado holandés. Aunque el grupo belga-brasileño InBev también participó en el acuerdo ilegal que funcionó al menos entre 1996 y 1999, fue eximido del pago de multa por haber facilitado a la Comisión "información decisiva" sobre estas maniobras.

 

Las cuatro cerveceras celebraron durante esos tres años numerosas reuniones, en las que coordinaron los precios de la cerveza así como los incrementos. Las autoridades encontraron notas manuscritas sobre las reuniones secretas que confirmaron la información facilitada por InBev y demostraron la fijación coordinada de precios, tanto para la cerveza expedida en supermercados como para la consumida en bares y restaurantes.

 

Las multas se  fijaron teniendo en cuenta el tamaño del mercado afectado, la duración del acuerdo y la relevancia de las compañías implicadas. Así, Heineken fue condenada a pagar 219.275 millones de euros, Grolsch 31.658 millones y Bavaria de 22.850 millones.

 

“Bruselas tiene una gran firmeza para evitar estos comportamientos”, destacó la comisaria europea de Competencia, la holandesa Neelie Kroes. La CE ha intensificado en los últimos años su lucha contra los "carteles" imponiendo cuantiosas multas. Kroes subrayó que los más altos ejecutivos de las cuatro compañías eran conscientes de la ilegalidad de su comportamiento y, a pesar de ello, continuaron con el acuerdo y lo mantuvieron encubierto… hasta el chivatazo de InBev.

 

Esta es la ética con la que se manejan entre ellas compañías que también hacen gárgaras con conceptos altisonantes tales como responsabilidad social, códigos de conducta y otras engañifas por el estilo. No son otra cosa que canto de sirenas, con los cuales los sindicatos deben enfrentarse todos los días.

 

 

En Montevideo, Enildo Iglesias

Rel-UITA

11 de febrero de 2008

Enildo Iglesias

 

 

 

 

 

1 Holandesa, no confundir con la colombiana del mismo nombre

 

Ilustración: Rel-UITA

 

 

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