Con 
Siderlei de Olivera
Cargill: ¡Basta!
“Entre todos podremos
derrotar al monstruo”
 
En el marco de la 
fuerte lucha que se libra en Brasil contra la política laboral de Cargill, 
llegó a Buenos Aires y habló en exclusiva para SIREL uno de los referentes 
máximos en el tema, Siderlei Silva de Oliveira, presidente de la CONTAC y 
del Instituto Nacional de Salud en el Trabajo de Brasil. La meta del viaje 
fue profundizar en la construcción de la coordinación de los trabajadores de 
Cargill de Argentina y Brasil.
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Gerónimo Venegas, 
Secretario General de UATRE 
y Siderlei de Oliveira, 
Presidente de CONTAC  | 
 
 
-¿Cuál es la misión 
principal de su viaje a la Argentina?
-La principal, aquí en Buenos Aires, es lograr tender 
redes entre los trabajadores de Cargill de Brasil y 
Argentina. Esto reforzará enormemente un movimiento internacional que, 
esperamos, haga entrar a esta empresa en razones, para que retome las 
negociaciones y cumpla aquello que pacta. Esta idea ya fue analizada en un 
seminario internacional realizado en São Paulo el pasado año, en el 
cual participaron las organizaciones afiliadas de la UITA en 
Brasil que representan a trabajadores de la transnacional Cargill, 
y una delegación de la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores 
(UATRE).
Lo que buscamos ahora es profundizar una alianza específica 
con UATRE y los sindicatos de la alimentación de Argentina, 
según lo definiera la 13 Conferencia Regional Latinoamericana de la UITA 
en octubre de 2006. Debemos optimizar los niveles de coordinación -en la 
reflexión y la lucha- de los trabajadores y trabajadoras en toda la cadena 
agroalimentaria donde actúa una misma compañía transnacional. La metodología 
a desarrollar sería trabajar en cada punto de la cadena, ya que Cargill 
es una empresa muy diversificada en cuanto a productos, que van desde la 
soya hasta la caña de azúcar y la producción avícola, etc. 
En este sentido, la alianza con UATRE nos permitirá 
organizar y coordinar el sector desde la producción primaria de esos 
insumos, de los cuales Cargill produce mucho en Argentina y 
también los procesa. En Brasil también trabajamos con la industria y  
con los asalariados rurales al mismo tiempo, es decir, en todos los 
eslabones de la cadena. 
 
-¿Esta unión se dará sólo 
entre Brasil y Argentina?
-Esta es un red que se está iniciando acá, y pensamos que se 
extenderá a otros lugares, ya que hemos hablado con sindicatos de muchos 
países, incluso de Estados Unidos. Estamos en una etapa de 
recopilación de datos y de saber cómo funciona a nivel mundial este 
engranaje gigantesco llamado Cargill. Queremos saber cómo son las 
condiciones de trabajo de Cargill en otros países, y si sólo en 
Brasil se comportan de la forma en que lo hacen. La información que 
podamos recopilar en Argentina será muy valiosa para nuestra lucha.
Para luchar con un monstruo así, uno debe saber dónde vive, 
qué hábitos tiene, qué come. En esa fase estamos ahora. 
 
-¿En que estado se 
encuentran las negociaciones con Cargill en Brasil?
-Por ahora las negociaciones entre Cargill y los 
sindicatos están suspendidas, a pesar de que llevamos dos años de lucha 
tratando de abrir espacios para el diálogo y buscamos soluciones para 
mejorar las condiciones laborales en esta transnacional. Cargill es 
una empresa que no respeta en nada a los sindicatos, ni mejora las 
condiciones de trabajo y salubridad de los trabajadores. Ha llegado incluso 
a prohibir que los obreros aporten voluntariamente a sus sindicatos, 
tratando de dejarlos en una total indefensión frente a los tratos abusivos 
de la empresa. Creo que Cargill ha dejado bien claro su política 
antisindical, retrotrayendo a sus trabajadores a las primeras épocas de la 
revolución industrial y convirtiéndolos en rehenes y esclavos de la empresa.
 
-¿Qué metodología de 
trabajo utilizan en las fábricas?
-Cargill es sin lugar a dudas la peor empresa en 
sector avícola que tenemos en Brasil. Su sistemática política de 
violación a los derechos de los trabajadores se demuestra cuando no permiten 
la entrada de la asistencia médica a las fábricas, especialmente en la de 
producción de pollos. Los obreros son tratados por médicos dentro de la 
empresa, y a veces salen en ambulancias desde dentro de las fábricas. 
 
-¿Se pueden constatar los 
perjuicios físicos a los trabajadores y trabajadoras?
-Sí, porque lo “peor” es que la empresa tiene cada vez mayor 
producción, con lo que se incrementa el ritmo de trabajo hasta hacerse 
insoportable. Esto está causando serios daños a los trabajadores por 
esfuerzos repetitivos, tal como sucede en las máquinas de producción en 
serie. Esto es lo peor de todo porque incapacita al trabajador y a la 
trabajadora para toda su vida. Pero también se puede ver en la salida del 
horario laboral, trabajadores con los brazos y las manos marcadas o rayadas. 
Este es un horror puertas adentro que comete esta transnacional para que el 
resto de la sociedad brasileña no sepa sobre las pésimas condiciones de 
trabajo en la Cargill. 
 
-¿Es verdad que Cargill 
pretende ideologizar el conflicto?
-Lo que sucede es que Cargill pertenece a una familia 
retrógrada, lo que nosotros  llamaríamos “atrasada”. Para ellos toda 
relación capital-trabajo es un problema político. Por eso dieron su versión: 
“Lo que sucede en Brasil es un problema ideológico: socialistas 
contra capitalistas”. Entonces, a los sindicalistas nos tratan como en la 
Guerra Fría, como un obstáculo para la producción. En mi opinión están 
locos. Pero bueno, esta gente ve a los obreros como enemigos. Es una 
contradicción increíble, ya que es la empresa más moderna en cuanto a 
satélites, controles digitales remotos y tecnología; pero que a la vez tiene 
siglos de atraso en otros temas, como el trato con sus propios trabajadores.
 
-¿Cuál es la posición del 
gobierno brasileño?
-El Ministerio de Justicia tiene una mala imagen de 
Cargill y de vez en cuando la castiga. Pero nosotros queremos una 
posición más dura del gobierno, en las decisiones que más le duelen a la 
empresa, como los beneficios fiscales o de exportación. Nuestra posición es 
que el gobierno debe otorgarlos, pero en la medida en que haya una 
contrapartida de la empresa hacia sus trabajadores. Igualmente, no estamos 
hablando de una empresa normal de mercado que actúa según las reglas de un 
país democrático. No se puede tratar a esta empresa “esclavista” igual que a 
tantas otras buenas empresas que cumplen con sus deberes sociales. 
Cargill es una empresa muy diversificada, que tiene problemas en todos 
los sectores donde actúa: café, chocolate, abonos, productos químicos, soja, 
caña de azúcar, semillas. Actualmente, uno de sus dos puertos privados se 
encuentra cerrado por problemas ambientales. Pero la prioridad que tenemos 
es la campaña nacional contra la industria del pollo, cuyo símbolo perfecto 
de la maldad, de la mal empresa, del trato esclavista, de la política 
antisindical, está representado claramente por Cargill.
 
-¿Qué han hecho para que se 
difundan las prácticas de Cargill?
-No nos hemos quedado cruzados de brazos y hemos buscado 
apoyo y relaciones internacionales, para que conozcan esta situación los 
consumidores de los productos Cargill en Europa. Además, hemos 
logrado hacer alianzas con grupos de defensa del consumidor y también con 
redes sindicales del Viejo Continente.
 
En Buenos Aires, 
Gerardo Iglesias y Javier Amorín
©Rel-UITA
28 de mayo de 2007