-¿Cómo vivió el cierre de la 
planta?
-Es algo totalmente 
desastroso. Una fábrica con más de 200 trabajadores y trabajadoras que 
cierra de un día para el otro, y en un país que atraviesa una situación muy 
difícil… Ninguno de nosotros se ha podido volver a colocar en el mercado 
laboral.
 
-¿Cómo se expresan esas 
dificultades del país?
-Es que económicamente el 
país anda mal, la inflación está muy alta en una crisis galopante. El poco 
dinerito que la gente encuentra no le da para comer. Estoy segura de que 
muchos de mis compañeros y compañeras ya están pasando hambre, porque con lo 
caro que están todas las cosas… El gobierno dice que el país está estable, 
pero no es así, eso no se refleja en el supermercado; un paquete de carne de 
baja calidad cuesta 150 pesos (4,3 dólares aproximadamente).
 
-¿Los alimentos están muy 
caros?
-Todos, por las nubes, y 
también las medicinas. Aquí enfermarse es un lujo porque lamentablemente no 
hay manera de cubrir los gastos básicos. Yo misma todavía no me repongo, 
casi no duermo, he adelgazado diez libras… No me gusta contar esto… Se hace 
bien difícil, para todos… -dice Nereyda, ahogada 
por un nudo en su garganta que le quiebra la voz.
 
…es que a uno no le gusta 
estar ventilado cosas, son muchos años dentro de la planta y uno ya sentía a 
esa empresa como parte de la familia. Ya veníamos viviendo un tiempo de 
amargura con la nueva gerente de Recursos Humanos, Ana Isabel, que 
nos fue quitando los beneficios, pero encima esto… No era el momento de 
tirar tanto trabajador a la calle. De algún modo, esta empresa debió mostrar 
un poco más de agradecimiento al país, que le hizo posible ganar tanto 
dinero, Y también a sus trabajadores, que con tanto esfuerzo cada día 
realizaron su tarea con el máximo empeño.
| 
 
Fui al médico 
a tratar estos problemas emocionales que sufro, porque no logro 
tener sosiego, y allí me dijeron que no podían atenderme porque 
Nestlé dejó de pagar el seguro  | 
 
 
-¿Qué edad tiene usted?
-Tengo 41 años, pero tengo 
compañeros de 53 y más años que difícilmente encontrarán insertarse en el 
mercado laboral. Nestlé debió tener 
consideración con ellos. En 
los diarios declararon que habían reubicado al 76 por ciento de los 
empleados, pero es una gran mentira 
porque le buscaron puestos al personal administrativo y gerencial, pero no a 
los obreros. Ninguno de los 
obreros sindicalizados fue reubicado, y eso es porque nos discriminan, 
porque no quieren sindicatos. 
También dijeron que nos estaban dando seis meses de salario como 
compensación, pero sólo nos pagaron tres. Cuando hablaron con nosotros 
prometieron que dejarían el seguro médico por seis meses, pero es otra 
mentira. Lo sé porque hace dos semanas tuve que ir al médico a tratar estos 
problemas emocionales que sufro, porque no logro tener sosiego, y allí me 
dijeron que no podían atenderme porque Nestlé 
dejó de pagar el seguro. Es algo terrible.
 
-¿Cuánto tiempo trabajó en
Nestlé Helados?
-Estoy en esa empresa desde 
cuando era Helados Polo, hace 17 años. Hace seis años y medio 
vendieron a Nestlé y yo seguí con ellos. Mi 
cargo era “control de línea”.
 
-¿Cómo eran los salarios y 
las condiciones de trabajo?
-Los sueldos eran más o 
menos, porque para el esfuerzo que uno hacía tampoco era lo adecuado. Yo 
ganaba 13.600 pesos (390 dólares aproximadamente) ahorita, después del 
último aumento.
 
-¿Usted estaba dentro del 
sindicato?
-Era la secretaria de Actas 
del sindicato. Apenas me afilié empecé a recibir mucha presión, 
especialmente de parte del gerente Walter Brauque que, cuando 
hacíamos un reclamo por algún beneficio que se la había negado a algún 
compañero o compañera, él al otro día no nos hablaba o nos maltrataba. Eso 
no es ser un buen gerente, porque no hay derecho a maltratar a los empleados 
bajo ninguna circunstancia. Este gerente llegó junto con Ana Isabel 
de Recursos Humanos, y a partir de entonces comenzaron a disminuir los 
beneficios. A varios despedidos se les negaron las compensaciones y tuvimos 
que recurrir reiteradamente a la Secretaría de Trabajo. 
| 
 
Hasta los 
juguetes que se les entregaba a los niños en el Día de Reyes 
según el acuerdo del Convenio Colectivo,  bajaron tanto de 
calidad que ya era una vergüenza  | 
 
 
 
Las vacantes comenzaron a ser manejadas 
según los intereses de estas personas, por lo que casi no hubo promociones 
entre el personal antiguo de la planta. Ellos traían a sus parientes, mucho 
menos calificados que nosotros. 
Desde que llegaron ellos todo empezó a marchar mal; hasta los juguetes que 
se les entregaba a los niños en el Día de Reyes según el acuerdo del 
Convenio Colectivo,  bajaron tanto de calidad que ya era una vergüenza. Toda 
la actitud de esta señora Isabel fue desastrosa. Incluso, un poco 
antes del cierre tuvimos el caso de que ella le negó el aumento que le 
correspondía en julio al compañero Eudalí Jiménez, porque dijo que 
ganaba demasiado. Y este año no se habían cumplido casi ninguno de los 
beneficios del Convenio Colectivo, ni siquiera para los escolares.
 
-¿Había persecución 
sindical?
-Muchísima. A una gran 
cantidad de compañeros y compañeras les ofrecían préstamos y promociones si 
salían del sindicato, y a los que no estaban los amenazaban con el despido 
si se afiliaban. Tuvimos incluso el caso de una compañera que renunció a 
nuestro sindicato, pero la carta de renuncia estaba hecha en una hoja 
membretada de la empresa. 
Es indescriptible la amargura que hemos pasado allí. Nosotros luchábamos, 
pero era como pelear con un monstruo enorme y siempre tuvieron más fuerza 
que nosotros, por eso no logramos erradicar esas prácticas.
 
-¿Cómo se siente usted 
ahora?
-No puedo describirlo. Esto 
habría que vivirlo para saber lo que es. Todos mis compañeros se sienten muy 
mal. No sólo porque cerraron la empresa, sino también por el maltrato que 
nos dieron el día del cierre. No nos  dejaron entrar, había seguridad por 
donde quisiera, ni siquiera nos dejaron pasar a los baños. No tuvieron la 
delicadeza de poner una persona capacitada para darnos la noticia, nada de 
eso. Simplemente alguien nos dijo: “A partir de hoy la empresa es difunta, 
ya no existe ni va a existir aquí o en ninguna parte”. Pero, ¿cómo se 
entiende que una empresa que va a cerrar haga que durante varios meses antes 
el personal trabaje diez y doce horas y acumule producción? Ellos siguen 
vendiendo la mercadería.
| 
 
Esto habría que vivirlo para 
saber lo que es. Todos mis compañeros se sienten muy mal. No sólo porque 
cerraron la empresa, sino también por el maltrato que nos dieron el día del 
cierre  | 
 
 
 
-¿Qué problemas de salud 
está teniendo usted?
-No 
logro dormir, no estoy comiendo prácticamente nada y además me siento muy 
deprimida; a cada momento lloro 
(nuevamente se le quiebra 
la voz)… Me siento terrible, porque no eran dos días los que yo tenía en 
ese puesto de trabajo. Por eso fui al médico, para que me dieran algunas 
pastillas, pero ya ve que apenas dos meses después del cierre la empresa no 
está pagando el seguro.
 
-¿Tiene hijos?
-No. Verá usted que, 
justamente, yo estuve embarazada hace algunos años, pero resbalé en el 
trabajo y lo perdí, y desde entonces nunca más quedé embarazada nuevamente.
 
-¿Y no hizo una denuncia por 
su caída en horario de trabajo?
-No, fíjese que quizás fruto 
de la ignorancia, y del miedo de uno a perder ese trabajo, no dije nada. 
Porque allá se trabaja con grasa que termina por toda la fábrica, y el piso 
está resbaloso.
 
-¿Está buscando empleo?
-Cada día, pero cuando voy a 
las entrevistas, aunque no me lo dicen, me doy cuenta de que piensan que soy 
demasiado mayor para las vacantes, porque en este país si tienes más de 35 
años nadie te contrata. Se me hace muy difícil esta situación.
 
-¿Qué le diría usted a los 
trabajadores de Nestlé en el mundo?
-Que se mantengan con los 
ojos bien abiertos y unidos, que luchen y no confíen porque 
Nestlé 
pinta muchos pajaritos bonitos en el aire, que somos una gran familia, pero 
en la práctica demuestran lo contrario.
Que es muy importante estar unidos, porque si aquí las tres plantas 
de Nestlé lo hubiésemos estado, quizás ellos no habrían hecho esto. 
Pero como nos vieron tan débiles, entonces se animaron. Le diría que luchen 
y sobre todo que no confíen en 
Nestlé 
porque ellos prometen, pero el trato con los trabajadores es pésimo.